miércoles, 17 de febrero de 2016

LOS HIJOS DEL OCÉANO



LOS HIJOS DEL OCÉANO

DUNIA SÁNCHEZ

Introducción:
Son tiempos de emigración. La pobreza que nace de sus tierras los obliga a ello. Sólo queda una única salida, la huída, esa huída para toda o cuasi toda su vida de sus respectivos países. Quieren hallar un lugar mejor, más reconfortable, donde pueda surgir la oportunidad.


Personajes:
Pescador
Joan
Adbul
Chivato
Guarda
Coro


Un pescador se halla en plena mar abierta en su barca y con sus redes a la vigía de pescar algo para después venderlo en el pueblo. Son las últimas horas de la madrugada y las primeras para dar la bienvenida al alba que bien se lía con un broncíneo despertar.

Pescador:
¡Eah¡ ¡Eah¡ La calma reina hoy en este maravilloso manto oscuro con un silencio tan solemne que me hace devoto de esta diversidad encantada. Creo que tendré un buen día de pesca ¡Qué bien¡ Me sacaré unos euros en el mercado y por mi propia cuenta. ¡Ay amigos míos ¡ Venid. Venid a mis redes.
(El trabaja afanado mientras más allá, a menos de una milla, existe otra barca. Esta media derruida, habitada por dos hombres de tez oscura. En ellos, el movimiento es inexistente. Sólo, uno, es rotura de la insonoridad que los agazapa. Van a la deriva, sin norte, sin orientación, sin horizonte)
Joan:
¡Adbul¡ ¡Adbul¡ Despierta. Ahora mismo seremos cauce de la aurora. Observa como la vía láctea se disipa y , su ofuscar, será tierra a la vista.
(Joan toca casi sin fuerzas a su compañero. Se halla deshidratado, desnutrido, frío)
¡Adbul¡ ¡Adbul¡ Despierta. Nuevo rumbo tomará nuestros ríos yermos cuando seamos milagro del amanecer cerca de otro país donde la libertad sea risueño.
(Joan calla. Observa atentamente a Adbul. Lo examina. Desconcertado y casi sin aliento lo sigue llamando)
¡Adbul¡ ¡Adbul¡ ¡Tú palidez me asusta¡ Tus párpados no son flores que eclosionan con el crepúsculo. Tu aliento me es letal. Me haces emerger en un campo de desdicha, cada vez más carcomido por la desesperanza ¡Despierta hombre¡
¡No¡ (grita) ¡ No puede ser¡
(Sus lágrimas comienzan a caer)
Imposible que hallas sido tragado por tus sueños ¡Si¡ ¡Has sido devorado por una estampida de calamidades que, ahora , llega a su fin¡ Tú fin es el principio. Ahora perteneces a la marea de los náufragos. Ahora eres descanso en ese submundo que todos llegamos. Pero, te has precipitado, antes, tenias que ser bonanza de la alegría de esas tierras donde el sol nace sin cuchilladas cada mañana.
(Joan abraza a su compañero muerto. Un cuerpo inanimado, un cuerpo esquelético)
Espero que donde te encuentres hallas conseguido tu felicidad, tu libertad ¡Tú libertad¡ Siempre vagarás en mis pensamientos como compañero de mi alma, como hermano de los sueños. Esos sueños constructivos en nuestra andanza del ayer.
(Sus lágrimas caen al igual que la compasión de la clarea que nace. Un crepúsculo anaranjado que invita a la lluvia con el paso de las horas. Pero, la mar, se halla serena con un aroma a pacifismo. Tras un rato de abrazo a su amigo ido Joan piensa que lo mejor es arrojar el cuerpo de Adbul al océano)
Joan:
Venga Abdul se parte de esta azulada paz. Donde la libertad es erecta, es veraz calidez para aquellos que forman parte de ella. Aquí, vagará tu espíritu, serás salvaje alma aconsejada por el aliento de las mareas.
¡Adiós Abdul¡ ¡Adiós hermano mío¡
Serás descendencia de los corales; vivaces coloridos de la diversidad.
(Joan levanta el cuerpo con sus últimas fuerzas que le queda. Con un gran amor expresado en un beso en la frente helada de Adbul. Lo arroja al océano para que él sea parte de el.
El cuerpo de Adbul descendió a las profundidades como si fuera roca cansada de tanta erosión transcurrida en sus años. A medida que descendía, como atraído por la gravedad de los fondos marinos, en su rostro se iba dibujando la felicidad. Esa felicidad que iba culminando en sus párpados con el paso a esas zonas abisales del océano. Su voz se alzó y de manera explosiva arranco un grito. Un grito que a la superficie del mar llegaba con el nacimiento de chacalotes alrededor de la barca que se hallaba Adbul. Adbul casi desvanecido y estático no se percató de ello. Pero, ellos, los cachalotes conscientes de las amarguras y las fatigas que aniquilaban a Joan le brindaron fortaleza a su ser con sus cantos, como remos de la barca para llevarlo al lugar de sus deseos. Adbul lo sentía, sentía el eco lejano de su amigo, de una muerte cercana. ¡Lo escuchaba ¡ Escuchaba el yo de Joan querer separase de su cuerpo y sumergirse en las profundidades junto a él. Tal evento en su ser provocaba una paz interior)
Adbul(espíritu):
¡Joan¡ ¡Joan¡ He cruzado la línea entre la vida y la muerte y, esta segunda, con su tul negro, me ha llevado por una gruta oscura donde mi alma reposa. No siento nada, es como si los sueños se acabasen, es como si los lamentos se estancarán y, ahora, fuera plenitud del silencio. Sí, el silencio. Sólo existe esa fuerza como energía positiva de la paz que es brío titánico en mi interior.
No siento mis manos, esta ausente mi cuerpo. Sólo soy un inerte haz de armonía vagando en un descanso magnánimo. Tal vez, debí acompañarte, no dejarte solo con el oriundo sonido del mar y la decadencia de los estímulos. Pero, ya no podía más. Una ráfaga adversa me inhibía para ser ala de tu ala. ¡Un hechizo hacia un nuevo mundo¡ Un mundo que yo acepte tras las esperanzas derrotadas.
Aquí me hallo bien, soy naciente de mi respiración. Un inspirar y espirar libre, feliz, sereno. Constelado en el vaivén de un letargo eterno.
Quizás, tu no lo entiendas. ¡Es tan difícil de explicar…¡ ¡Es un enigma¡ Un laberinto sedoso y victorioso cuando llegas al final donde los seres florecen acompañados por este mundo marino después de las tempestades que se cruzan en tu vida. Los sueños dan lugar a esa energía que me lleva hacía ti, como grandioso amigo. Te quiero transferir el esplendor de la tranquilidad, de la paz. Tú, sigue liado al ensueño, los seres vivos necesitan de ellos para paliar las bestialidades y aberraciones que se producen día a día en la tierra. Sí, esta tierra. Esta tierra de todos y de nadie, donde debería haber igualdad de derechos para todos nuestros pasos tomados para cualquier rumbo. Sabes, en este mundo que albergo ahora entiendo el respeto, la similitud de las razas, la compenetración de las tierras sin controversias y adversidades oxidándolas.
(El eco de Joan es sepultura. La brisa con su obstinación da en el rostro de Adbul y sobre el océano azulado. Más allá, ya, a menos de una milla el pescador es embeleso con todo el rumor de las olillas que surca a su derredor. Es contagiado por ese paisaje de ondulaciones y el aroma que allí despierta. En sus llamaradas sosegadas intenta averiguar lo que el horizonte aguarda. Ve un objeto extraño para las horas que son. Algo que va a la deriva. Se inquieta, quiere saber lo que es).
Pescador:
¿Qué será? ¿Qué será? Nunca ajenas barcas sino la mía cruzan este prodigioso lugar ¡No quiero a nadie en mi zona¡ Pero me es curioso el suceso de vidas humanas por estos lugares.
(El pescador recoge sus redes de la manera más meticulosa posible. Su mirada no se desviaba del horizonte donde un bulto se mece.)
Me acercaré a esa extraña barca e intentaré olisquear el por qué de su anclar por estas zonas. Zona donde la soledad y desérticas almas ambulan en ese equilibrio titánico entre el hombre y la tierra.
(Remar era ahora su objetivo. Quería acercarse de manera silenciosa a esa embarcación. El astro rey ya era trono del alba. Un dorado firmamento se percibía ante él. Toda su vitalidad era remar y remar. Al llegar hasta esa embarcación fijada en su horizonte la examino exteriormente. Ningún movimiento se debatía. Como si se dejara llevar por la marea. Ante ello, se levanto y se agarro a ella para ver lo que tenia en su interior. El pavor se talló en su rostro al comprobar que un ser moribundo se hallaba dentro. Un ser trasladado al delirio y de inanimados movimientos. Beso aquella barca con la suya en disposición saltar y, así, comprobar si aquel aventurero del éxodo le quedaba algo de vida.)
Pescador:
¡Su estado es grave ¡
¡Su silencio es voraz¡
Observo el pasado sufrido y la desgracia le ha apuñalado una y otra vez ¡Una y otra vez¡ Una y otra vez en su rostro desfigurado. El tiempo transcurre y no perdona. No perdona y, más, en la mar. Quieres hallar tu verdad. Esa verdad de los hombres bellos, de los que huyen del tórrido zarpazo de los devoradores de la libertad, del hambre, de la miseria.
(El pescador con un paño húmedo aromatizado de pescado lo paso por su frente y luego muy tersamente por sus labios)
¡Eleva los párpados amigo¡ ¡Eleva tu corazón¡ Aunque se por tu faz que la hambruna y deshidratación casi te han borrado de tu camino.
(Lentamente sus párpados ascendieron igual que el sol)
Joan:
¡Qué pasa ¡ ¡Qué pasa¡ Soy círculo encandilado de un nuevo mundo. ¡Si¡ ¡Un nuevo mundo¡ ¿Vivo o muerto? Tal vez, sea cadavérica estampida de cipreses que cruzan los océanos; Tal vez, pilares de hogueras en la diversidad de la vida ¿Dónde estoy? Mis recuerdos sufren un amago, una vejez desmedida que atraganta mi realidad ¡¿Vivo o muerto?¡ Sólo soy espaldas cansadas. Sólo soy una tortuosa herida que viaja desde mi niñez hasta mi lanzamiento como cazador, como recolector de la fruta de la vida, como nómada de la junglas, de los desiertos, de los valles hasta esa deforestación y esa huída de por ser lo que soy ¡Hombre de la tierra¡
(Los ojos de Joan y el pescador se cruzan. Una es mirada afligida y fatigada otra, gastada por los años de trabajo. Aún el brillo de su iris impera. Joan no dice nada ante un ser extraño)
Pescador:
¡Muchacho¡ ¡Muchacho¡ Ya despiertas de los valles de los muertos. Tu energía retorna y te hace cómplice de un nuevo alba ¡Escúchame¡ ¡Escúchame ¡ Aunque aun gravites en esa degenerativa fatiga por ser sobreviviente de la ira del viento , ese viento abúlico de los pueblos con la opresión , la injusticia , la hambruna de las siembras , aquí estas ahora , conmigo .
Joan:
¡El viento ¡¡El viento¡. ¡Mi pueblo¡ ¡Adbul¡
(Joan cobra algo de vitalidad al escuchar las palabras del pescador. Lo mira. Ve una tez desigual a la de el. Ve en él ese representante de aquel lugar por lo que abogaba su huída. Entonces, una retahíla de imágenes se cruza en su mente y con las diminutas fuerzas que le queda intenta hablar algo )
Joan:
¡Mi amigo ¡ Sólo recojo aguas sucias . Un viento que pasa y no se inmuta a los tormentos que aniquila mis raíces ¡ Un pueblo que vive en la desidia¡ Un amigo que se inmaterializa, intangible ahora a mis ojos. Que será eviterno en cada jadeo exhausto del dolor de mis pensamientos.
Pescador:
Cálmate, errante de la nada. Ahora tu padecer será inhibido con la fertilidad de una nueva tierra. Serás otra vez águila de tus sentimientos, abjurando ese diezmar que manipula tu ánimo, tu suspiro. Creo que es mejor retornar a la bahía, esa bahía donde los humanos nos embarcamos en los sueños perdidos a través del más allá. En sus callejuelas donde la contaminación prospera encontrarás ese descanso tan deseado por tus fuerzas.
(Con una soga que posee en su barca el pescador arrastra esa quejumbrosa barca donde Joan habita. Pone su motor en marcha y tomo rumbo hacia tierra. El sol ascendía cada vez más y más. El pescador se halla preocupado ¿Qué sería de la nueva vida de este hombre ¿ ¿ Qué sería de su vida con sus manos vacías? No más, que un indigente esperando que lo arrope la fortuna y tallando cada sueño deseado.
Las barcas avanzan lento con la espuma aromatizando sus rutas. Tierra, ya esta cercana)


(Joan y el pescador llegan a la costa. En esa zona donde la mansa mar deja depositar las embarcaciones para su reposo. Joan con ayuda del pescador sale de su barca ante la mirada atónita y compasiva de los que por allí pasan. Un guarda costa se acerca por el chivatazo de uno de ellos que lo ha visto llegar. Este tiene el paso rígido, acelerado, inquisitivo, con el rostro agotado ante similares noticias día tras día)
Guarda:
¿Y cómo ha llegado?
Chivato:
En una barca señor. Acompañado de un pescador y el esplendor del sol.
Guarda:
¡Maldita sea ¡ Otro más para esos barracones de indigentes ¡Qué no¡ ¡Qué no puede ser¡ Se acumulan aquí como mulas ¿A qué vienen? Seguro que es esa red de traficantes que con la máscara del progreso los dominan con falsas esperanzas, con opciones ilusas ¡Ilusos¡ Esta tierra no puede más. Sólo, hallará ser vagabundo entre la penumbra de sus anhelos.
(Donde está Joan y el pescador esta se forma un cerco humano)
Coro de voces:
¡Allí viene¡ Allí viene el guarda. Su piedad no es bien reconocida. Pues, su furia en la monotonía lo ha descarrilado de la bondad. En el existe una fuerza maligna, un arranque de brutales actos. ¡Se lo llevará ¡ ¡Se lo llevará ¡ Se lo llevará como preso del aire. Como recluso de la libertad. Como náufrago de la esperanza ¡Lo devolverán a su tierra aunque la pena sea raíz que lo envuelva¡
¡Huid¡ ¡Huid¡ El os quiere acorralar con la danza de piras. Contra las alas que este ser desea desempolvar para hallar su norte.
(El pescador se percata de ello, recibe la noticia en medio de su extenuación. Su tez se decolora y la corona una embestida patética. No desea que Joan sea reo. El no ha hecho nada, absolutamente nada. Sólo quería escalar, traspasar esas tierras y mares que su ser no tiene oportunidad para reconstruir su vida, para brotar con sus pasos en el esplendor de la dicotomía del amor y la paz)
Pescador:
(Pregunta al oído de Joan)
Dime. Dime,¿cómo te hallas?
Joan:
(Aun esta instalado en ese aislamiento por el abandono de su vitalidad, pero, realista con en la situación que está)
¿Y mi compañero?(Saltan sus lágrimas)
Ese compañero que inspiraba el aroma de la alianza en esa confianza magnífica. Señor, se llama Adbul. Adbul ahora hijo de los fondos marinos. Yace con el consuelo de sus cadenas rotas en las profundidades del descanso.
(grita)
¡Adbul¡ ¡Adbul¡ Aquí estoy. Este triunfo es por los dos ¡No¡ No amigo. No tenías que huir.

Pescador:
Bien muchacho. Pero, ahora, debemos de huir. Yo te alojaré en mi casa. En estos instantes en que te he auxiliado he comprendido tu sufrimiento. Las penalidades que amputan a muchos seres vivos en la faz de la tierra. Bajo la lumbre de mi techo te hallarás bien. Gozarás de tranquilidad y recuperaras tus fuerzas.
(Joan parece que no escucha ¡Tener que huir de nuevo ¡ Pero , esta vez , sería la última. La escapatoria para ir al lugar exacto. Un lugar intacto a todo navajazo a su lucha)
Joan:
¡Me siento cansado¡ Pero aun daré unos pasos más. Creí que aquí sería refugio del firmamento. Pero no. He de andar más para hallar mis deseos.
Coro de voces:
¡Huid¡¡Huid¡ Si no quereos verlos en un cajón esposados de vuelta a del lugar que viene. Sin su rostro mirando la sonrisa del astro rey. Allí ofuscarán todo ideal, toda oportunidad con la hostilidad de la mentira.
¡Se van¡ ¡Se van¡ Escuchan nuestro grito. Son impulso como el pájaro azul en la huída donde se liaran con la cumbre de sus sueños.
¡Huyen¡¡Huyen¡ No habrá perdón. Sólo una manipulación al sufrimiento y un exterminio de lo que se anhela ¡Qué la victoria recaiga sobre ellos dos¡
(Joan y el pescador han escuchado el consejo. Pero, se hallan en un círculo formado por una masa humana. Tanto, que los destellos del sol no se siente. Es como si el cielo estuviera plomizo)
Coros de voces:
(en bajo)
Ya están aquí ¡Ya están aquí¡ Rompen nuestras vallas en la sospecha del inmigrante.
(El chivato y el guarda rompen el círculo humano. Al llegar al centro no hallan a ese ser de distinto color. El guarda mira a uno por uno de los allí presente. En el enigma de sus pupilas, deshechas por la labor del día, sólo hallan puertas cerradas)
Guarda:
¿Dónde está? Por que vuestras lenguas están inanimadas. Parecéis que coméis piedras a mi cuestión. Decidme el sentido, la dirección que han tomado para ser resurrección de sus deseos.
(Todos cierran sus bocas ante el enojo del guardia enfureciéndolo más y más)
¡Sois todos cómplice del rumbo de su huída¡ ¡Sois asalto a la justicia ¡ ¡Hablad¡ ¡Hablad¡
(El cerco humano se rompe y cada uno se erige a sus quehaceres con una cómplice mirada. Solo se queda el guardia y el chivato además de las dos barcas)
Guardia:
¡Me quedo solo ¡ Sólo Todos se han involucrado en el mutismo por lo que deduzco que solo quedas tú.
Chivato:
(Cohibido por la respuesta de sus compañeros y el estado del guarda)
Yo, yo señor. Creo que fue nuestra tardanza. Se lo habrá llevado el pescador.
Guarda :
¡El pescador eh¡ Descubriré quien es si de estos mudos saco alguna palabra. (Se queda en silencio y mira las barcas cuidadosamente) Bueno, al menos he conseguido dos motores que a buen precio pondré. Bueno, ¿no acierto si tu sabes quien es el astuto pescador?
Chivato:
No se señor. Yo no conozco a los que se dedican a la lanza de redes en solitarios en la lumbre de la madrugada ¡Ellos ¡ Ellos , los que se han escurrido ante su llegada y preguntas, son los que saben.
(El chivato con la lentitud del pánico se aleja. Quiere alejarse del guardia y no ser marginado por sus compañeros.
Los pasos de Joan son lentos. Su vitalidad se siente degradada. Pero, hay algo que lo hace resurgir y , es , la solidaridad del pescador)
Joan:
¿Cuánto falta para estar a salvo?
Pescador:
No mucho. Hemos de despistar al guarda. Aunque de seguro los que nos han visto serán cerrojo ante la caza desesperada de él.
Y, yo, digo: ¿Acaso nosotros no fuimos también emigrantes? ¿Por qué tanta dureza con ustedes que sólo queréis desembocar por donde fluyan mansos ríos? Sólo hay tempestad en vuestra liberación de toda crueldad, de toda miseria.
Joan:
¿Por qué me pregunto yo también ? La duda me acosa. Sí, vosotros, lo de tez alba, explotáis nuestros recursos, esos tesoros que nos hubiera hecho surgir como un país más semejante al vuestro ¿Por qué os molesta entonces, que seamos parte de vuestra vida?
Pescador:
Porque os infravaloran. Son inhumanos cuando pisan vuestra tierra ¡Son tan verticales al egoísmo¡ Llevarse todo aquello que os podría embellecer. Es como decir, toda vuestra riqueza a huido a manos destructivas para vosotros ahogaros en pobreza y, ellos, en sustanciosos lujos.
Joan:
Tus palabras son arduas ¡La tristeza me azuza¡ Tendré que demostrar que mi ser es paralelo al de ellos . Tal vez, pasaré una época invernal pero, con el perenne optimismo de mi crecida ante las desigualdades de este mundo.
Coro de voces:
(El pescador llega a su hogar. Una humilde casa a las afueras del muelle. Da la bienvenida y paso a Joan. En el se dibuja una sonrisa. El pescador lo invita a sentarse. Le arrima una estufa y le da una manta. Sentados uno frente al otro con la mirada veraz y complaciente. Todavía la lucha no ha concluido pero, permanecerán ligados a esos pilares del dominio de sus singladuras en el mañana)
Salvados estáis ¡Salvados ante la mano negra que deteriora vuestro sueño¡ La lluvia es escena y a igual que el océano es regazo de sus hijos, de aquellos que bogan por la libertad, de aquellos acaparados por un espíritu solidario. El enigma de la ilusión esta agazapado sin el dominio de las garras embriagadas de despecho y malignos tragos para vuestras alas ¡Volad¡ ¡Volad¡ ¡Salvados estáis¡ Sois manantial de arboledas, magistral erupción del compañerismo. Sin envidias, sin rencillas. Solo , ¡la pureza de la amistad¡, cumbre honorable de los hombres y de las mujeres .
Fin

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