ARITMÉTICA GUANCHE: LA EXISTENCIA DEL CERO
DENOMINADO WÂ
Movimiento por la
Unidad
del Pueblo Canario
Cuando
los nómadas árabes convertidos al Islam salieron del desierto de Arabia
fundaron un imperio a principios del siglo VIII de la era cristiana que se
extendía desde los Pirineos hasta los confines de China, pasando por España,
Sur de Italia, Sicilia, Norte de África, Libia, Egipto, Palestina, Siria, parte
de Asia Menor y del Cáucaso, Mesopotamia, Persia, Afganistán y el Valle del
Indo. Apenas poseían una escritura y manipulaban una aritmética muy rudimentaria.
Los
documentos más antiguos conocidos que contienen el cero no se remontan más allá
del siglo III de la era cristiana y se atribuyen a los babilonios. La
prestigiosa revista de divulgación científica Science acaba de publicar en su edición
del 29 de enero de 2016 un artículo del
investigador Ossendrijber, M., mediante el que demuestra como los babilonios
habían desarrollado un método matemático para determinar la posición de Júpiter mediante
tablas que datan del 350-50
antes de Cristo, uso dos mil años antes de que se utilizara en Europa en el
siglo XIV. Sin embargo los babilonios nunca concibieron el signo documentado
con el sentido de número cero, por ejemplo para repesentar 10-10, como lo
demuestra un texto matemático de Susa (Bruins, E.M., Rutten, M. Textes mathématiques de Susa, texto
VII, tabla AB, Librairie orientaliste Paul Geuthner, Paris, 1961), en el que el
escriba, no sabiendo expresar el resultado de sustraer 20 de 20, concluyó: “20
menos 20… tu ves”.
En otro
texto matemático de Susa (Op. Cit., texto XXII, tabla Q), cuando el resultado
de la operación debe expresarse como cero, el escriba se limita a un lacónico:
“El grano se ha agotado”.
El
sánscrito es la lengua clásica del Norte de la India. Su sistema de numeración
es decimal y, al igual que el guanche, empieza siempre por la unidades más
pequeñas y se prosigue en el orden de las potencias ascendentes de 10. Los
astrónomos hindúes utilizaban en sus tratados un sistema de notación mediante
los símbolos numéricos sánscritos, empleando un cero: “Citando las palabras
sánscritas ´shunia (vacío, cero) y kha (espacio, cero), añade esta precisión:
wa humán naqta (‘significan el punto’)” (especial atención marece el vocable wâ
de origen guanche y que precisamente significa “cero”) (Woepcke, F. Memoire sur
la propagation des chiffres indiens. Journal Asiatique, series 6, Vol. 1, 1863,
p 284). Se trata de la denominadas cifras hindi y que fueron empleadas por los
árabes orientales. Sin embargo fueron los árabes que poblaron el Norte de
África y España los que transmitieron las cifras como las conocemos en la
actualidad (tanto los árabes de oriente como de occidente fueron meros
transmisores de la cultura aritmética, no existiendo por lo tanto las cifras
árabes), con un matiz importante y es que no se trata de las denominadas
ghubar, derivadas de las hindi, como se ha sostenido tradicionalmente, sino las
utilizadas por las poblaciones autóctonas del Norte de África o sea por los
Imazighem, lo que planteamos como hipótesis de trabajo y cuyos caracteres se
comparan a continuación:
ⵔ ⵤ ⵒ ⴺ ⵖ ⵢ ⴴ ⴷ ⴵ ⴳ ⵤⵔ
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Que
adquieren formas redondeadas sencillamente como una cuestión técnica al pasar
de las angulosas inscripciones en piedra, tablilla o madera a dibujarlas
primero en papiro por los escribas, luego en papel y por último a imprenta que,
lamentablemente, cuando llegó Al Magreb y a Canarias ya éramos colonias árabes
y española, respectivamente, cuyos idiomas eran los que se imprimían.
Actualmente se transmiten por ordenador, desdichadamente todavía sin ofrecer al
usuario amazigh teclados con los caracteres tifinagh pese a las promesas de
apple.
La
invención del cero condujo al enorme desarrollo experimentado por la
aritmética. El ejemplo más emblemático lo encontramos en la numeración romana,
que no incluye el cero y, en consecuencia, sólo tiene aplicación en la
designación de los siglos y la enumeración de los capítulos de los libros.
La
palabra sánscrita de origen guanche wâ la encontramos frecuentemente en
numerosísimos vocablos guanches, específicamente en la numeración, como lo atestigua
la denominación del nueve (9): alda
mara-wâ (alda quiere decir “antes”, en este caso “antes del diez”, que se denomina
mara-wâ. A partir de mara-wâ,
y anteponiendo la unidad a la decena, se procede de la siguiente forma: wên
mara-wâ (1+10), sin mara-wâ (2+10), etc.
Esta
fórmula constructiva, que antepone la unidad a la decena, la encontramos en el
dialecto Susi, extendido por la cordillera del Atlas al Sur y Sudeste de
Marruecos (Aspinion, R. Apprenons le berbére: initiation aux dialectes chleuhs.
Éditions Félix Moncho, Rabat, 1953: p 252), así como en el sánscrito como se
dijo anteriormente. Es este idioma, los nombres de los diez primeros números
son los siguientes: eka (1); dvan, dva, dve, dvi (2); trayas, tisras, tri (3);
catvaras, catastras, catvari, catur (4); pañca (5); sat (6); sapta (7); astan,
asta (8); nava (9); dasa (10). Muy ilustrativo e instructivo es la construcción
femenina de las decenas a similitud del guanche: vinsati (20), trinsati (30),
catvarinsati (40), pañcasat (50), sasti (60), sapti (70), asiti (80), navati
(90).
Los
números sánscritos del 11 al 19 se nombran por yuxtaposición del nombre de las
unidades y el de las decenas: eka-dasa (11=1+10), dva-dasa (12=2+10), tri-dasa
(13=3+10), etc.
Sin
embargo el sánscrito es una lengua indo-europea, mientras que tradicionalmente
el guanche se considera perteneciente al grupo de lenguas camíticas,
clasificación artificiosa y por lo tanto en revisión, pero viene a demostrar el
vínculo entre ambos idiomas por lo menos en cuanto a la enumeración se refiere,
lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que el primer poblamiento de
Canarias por los guanches procedentes del antiguo reino de Numidia (con el que las inscripciones canarias presentan un 95 por ciento de
similitud) ocurrió
probablemente miles de años antes del inicio de la era cristiana, navegando el
Mediterráneo y según algunas investigaciones argelinas la expansión llegó por
lo menos hasta América del Sur.
La
palabra wâ por lo tanto significa cero y los guanches le dieron la forma con la
que actualmente se le conoce en todo el mundo, 0. Un símil, tanto en lo que al
nombre se refiere como a la forma, la encontramos todavía en numerosas
localidades de Canarias: “El hoyo que se hace para jugar a los boliches se
llama guá (wâ)”. (Comunicación personal de Antonio González Álamo, Risco de
Agaete, 2010, y otros informes orales en Las Palmas de Gran Canaria, Arucas y
Artenara. “Recuerdo que cuando se conseguía meter [el
boliche] en el agujero la voz era Guá (wâ)”. (Comunicación
personal del periodista Rafael Avero Arteaga, 2010, Las Palmas de Gran
Canaria). Ambas
citas recogidas en el Diccionario Insuloamaziq. Cuando se difundió el trabajo precedente recibimos
via Facebook comunicación de Gustavo A.
Carballo Yanes en los siguientes términos:”¡Qué curioso! De pequeño recuerdo
jugando el boliche en el Norte de Tenerife al agujero se le decía ‘gongo’, en
cambio los niños de Gran Canaria decían ‘wah’. Los niños de Gran Canaria a los
que alude Gustavo son sus primos de Santa Brígida. En Tenerife la expresión wâ
es muy común en la Punta del Hidalgo. Urgentísimo es la puesta en
funcionamiento de la Academia del Idioma Guanche.
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