NI ASÍ TE
CREO, AGUIRRE
POR JUAN CARLOS MONEDERO
Dice
Esperanza Aguirre que ha dimitido. Otra vez. Recuerda la historia del tipo
aquel que después de llegar por enésima vez tarde al trabajo, con cara apenada
le dice al jefe: “es que se ha muerto mi padre”, y cuando el jefe le pregunta
sorprendido “¿otra vez?”, el tipo, sin inmutarse, contesta: “sí, otra vez”. Ahí
está, con esa cara de pena. ¿Otra vez? Sí, otra vez.
Podría
parecer que Aguirre ha dimitido porque la guardia civil ha registrado la sede
del PP en Madrid, o porque sus principales colaboradores están en la cárcel o
investigados. No solamente Granados o López Viejo, sino su actual Jefa de
Gabinete o sus consejeros Lucía Figar y Salvador Victoria. Podría parecer que
dimite porque la red Púnica la rodea o porque la red Gürtel tuvo su epicentro
en Madrid, con gente de su estricta confianza. Podría parecer que dimite porque
los empresarios por los que metía la mano en el fuego tienen las manos llenas
de mierda y de gasolina (y estoy pensando, por hacer solo un pensar, en Arturo
Fernández, el de la contrata de los gin tonic del Congreso de los Diputados y
los pagos en B a sus trabajadores, o en Díaz Ferrán, cuyos vuelos llegan con
retraso hasta los viajes del INSERSO). Podría parecer que su dimisión va de la
mano de los oscuros presagios que llenan de nubes de tormenta a su amiga Rita
Barberá, aunque el PP la ha blindado colocándola en la Mesa del Senado,
garantizádole impunidad aunque hayan nuevas elecciones. Podría parecer que su
dimisión tiene que ver con la creciente ola de indignación social o con las
voces críticas que nacen de su partido y esa teatral representación de túnicas
rasgadas.
Pero
ni así podemos creer a Esperanza Aguirre. No es cosa de los cachorros del PP.
Ella sabe que esos jóvenes tienen responsabilidades precisamente por su
capacidad de decir lo que les manden (¿No salió Pablo Casado hace unos días a
decir que Rita Barberá no tendría ningún cargo en el Senado?). Aguirre lleva
demasiado tiempo en los enredos de la política. Es un claro exponente de la
Transición. No me extraña que la echen tanto de menos. Pero los tiempos
cambian. Por eso, dice ahor, presentando una dimisión en diferido, que tiene
alguna responsabilidad política porque su mano derecha, Francisco Granados
habría obrado de mala manera. Evidente. Pero evidente no desde hace algunos
meses, sino desde algunos años -Granados entró en la cárcel en octubre de
2014-. Lo mismito que en Valencia.
Entonces ¿qué ha pasado ahora?
aguirre y sus amigos
Es
verdad que David Marjaliza, el único “arrepentido”, sigue hablando y salen a la
luz en estos días pagos de constructores al PP madrileño. Pero esto no es
nuevo. Me temo que es un modo de obrar generalizado en ese partido en no pocos
lugares (basta que ustedes se hagan una pregunta: ¿ha protagonizado el PP en su
pueblo o ciudad muchos eventos, fiestas y encuentros? Pues investiguen por ahí
y casi seguro que hay sorpresa). Un modo de obrar recurrente, eso sí, con la
impunidad que da el bipartidismo. Con muchos menos líderes vinculados a
comportamientos ilegales se declaró fuera de la ley a Batasuna. La novedad es
que hay negociaciones para un nuevo gobierno donde el PP va a estar a todas
luces fuera de la Moncloa -aunque apoyando- y todo el partido se está
reorganizando a ver cómo se coloca cada uno.
El
Ibex 35, la Troika, Ángela Merkel y la Zarzuela ya han decidido: quieren un
Gobierno del PSOE con Ciudadanos y la abstención del PP. No toleran un gobierno
donde esté Podemos, no vaya a ser que levante las alfombras y aparezcan trazas
de basura que lleguen hasta la carretera del Pardo. Algunos empresarios amigos
de sus amigos ya están en los papeles. Y cuando el cerco se estrecha, hay que
dinamitar las paredes. Para ello necesitan tres cabezas dead or alive: la de
Rivera, que ya la tienen porque ese muchacho ha demostrado que puede desnudarse
o vestirse de cirujano si se lo escriben en el guión; la cabeza de Sánchez,
amenazada de colgar de una pica si desobedece, y la cabeza de Rajoy, en este
caso haga lo que haga. Que entierros sin muertos no funcionan. No es casual que
estallen ahora mismo todos estos casos de corrupción. Son, con mucha
probabilidad, fruto de vendettas internas.
Esperanza
Aguirre se está colocando ante el terremoto que viene. Dimite de sus cargos en
el partido pero mantiene su acta de concejal. Aguirre miente por definición.
Cuando los que quieren sustituir a Rajoy den el golpe definitivo, Aguirre
estará fuera de un partido podrido y le colgará toda la responsabilidad al
muerto. Ella se presentará poco menos que como una antisistema. Aguirre le ha
contado a los españoles que ella es una liberal, aunque lleve decenas de años
cobrando del Estado. Ahora nos va a contar que ella ya lo dijo antes, y que
obró en consecuencia. Mama Gürtel, la marquesa de la corrupción, situándose
para rescatar a la derecha española de la podredumbre. Si hubiera un mínimo de
decencia en sus palabras, dimitiría de todos los cargos y contaría al juez lo
que sabe. Si te engañan una vez, la culpa es del mentiroso. Si te engañan dos
veces, la culpa es de tu ingenuidad. Si te engañan tres veces debieras
aplicarte aquello de Michael S. Gazaniga: “No sale a cuenta escuchar a
manipuladores. Los que lo hicieron no son antepasados de nadie”.
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