LA LLAVE, Y LA RESPONSABILIDAD,
LA TIENE PABLO IGLESIAS
ARTURO GONZÁLEZ
¿Puede
Pablo Iglesias renunciar, suponiendo que quiera, al compromiso de celebración
de un referéndum sobre el mal llamado derecho a decidir de los catalanes?
Porque esa es, en mi opinión, la cuestión clave para la formación de Gobierno.
No lo tendrá fácil no solamente porque cedería en un punto que ha defendido de
continuo, sino porque sus socios electorales, especialmente Ada Colau, se
negarían a tal renuncia. Y sin esa renuncia absoluta, Pedro Sánchez y el Comité
Federal del PSOE no podrían cerrar negociación alguna. Sería una lástima porque
el Gobierno a formar es deseable y el mejor posible en estos momentos. Contando
con IU, algún canario y el PNV se quedarían a cuatro o cinco puntos de una
mayoría suficiente y podrían gobernar con pactos puntuales, incluido Ciudadanos
en ocasiones. Y si se piensa en que la oposición capitaneada por el PP le
pondría una moción de censura, estaría por ver si se atreverían con la
posibilidad de hacer el ridículo y quedar derrotados.
Ese
Gobierno a formar tendría -¿tendrá?- el firmísimo soporte de la coincidencia y
complementariedad programática del PSOE y Podemos, que con seguridad se
impondrá a la exigencia de cargos. En esto, tanto Iglesias como Sánchez cederán
lo necesario y no impondrán su reino por un sillón. Solo la cuestión catalana
será el gran obstáculo.
También
con seguridad, Pedro Sánchez, en el debate de investidura y de forma meridiana,
expondrá un programa tan cercano al de Podemos que si éstos lo rechazan
quedarán disminuidos de cara a las previsibles elecciones. Sánchez juega bien
sus bazas y en esas indeseadas elecciones el PSOE quedaría en una posición
aceptable, en la que se le reconocería su contribución democrática al
desbloqueo de la crisis y evitaría la catástrofe electoral.
Resulta
repugnante la cobardía de Mariano Rajoy y consecuentemente del PP. Su
patriotismo ha saltado en pedazos. Y si llegado el caso, volviesen a tener
opción para la formación de Gobierno o de someterse al resultado de unas nuevas
elecciones, una vez más veríamos el grado de justificación de sus votantes,
que, con la excusa de salvar España, solo tratarían de defender sus indecentes
posturas.
Deseo
que Iglesias encuentre salida digna. Las necesidades sociales de los españoles
deberían estar por encima de cualquiera otra exigencia. Iglesias se juega su
prestigio político y su confirmación democrática. Su argumento de que no desea
que Catalunya salga de España y de que está seguro de que así se constatará en
el referéndum no es sostenible. Con la misma fuerza, o más, se puede mantener
lo contrario, y la inmensa mayoría de españoles no comparten la posición de
Iglesias, que quedaría definitivamente abrasado.
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