sábado, 16 de octubre de 2021

SOMOS UN PUEBLO, SOMOS UNA NACION

 

SOMOS UN PUEBLO, SOMOS UNA NACION

ANGHEL MORALES

 

El abuelo del padre de mi abuelo mas remoto

cultivo caña para Europa

de el tengo sobre mi piel una deuda con el látigo.

Sus hijos estercolaron

vivos o muertos

las parras,

por eso el vino de esta tierra

tiene el calor espeso de la

sangre.

Los hijos de sus hijos

fueron desterrados

por el hambre,

el cólera

y los terratenientes

a América

amontonados en las bodegas

como la mercancías mas baratas de las

islas,

hicieron hijos,

plantaciones

pueblos,

naciones

y guerras de liberación

al otro lado del océano,

de ellos guardamos para siempre

esta inacabable sensación de exilio.

Los sobrevivientes de aquel naufragio

quedaron aquí

sobre las islas

a la deriva,

cultivaron cochinilla

de sol a sol

tiñeron de un púrpura

intensa por su sangre

los puertos del Norte,

para al final,

de nuevo

no tener mas salida que el mar,

mas tierra que la ajena,

y sin embargo,

aún tuvieron esperanzas suficientes

para hacer hijos

que sorribaran las tierras,

le hicieran cantar agua desde el fondo a la

montaña

y cosecharan plátanos y tomates.

De ellos tenemos

mientras seguimos llenando huacales para otros,

estas manos sarmentosas de trabajar la tierra,

pedir

y no recibir nada.

Cuando parecía que había  llegado la hora

del pueblo,

vinieron los generales

y su general,

como quien rompe una alcancía llena de días,

fusilaron a aquellos de nosotros

que habían organizado los sindicatos

y hablado con voz resuelta:

padres,

hermanos,

hijos

desaparecieron de sus casas

y nunca volvieron,

aún cavamos

la tierra

y reencontramos

sus calaveras

con los ojos

huecos por la muerte,

aún el mar

se estremece

en medio de la noche

como si un recuerdo de crímenes

le devorara la memoria.

 

A los demás,

nos reunieron en los patios de los cuarteles

y nos llevaron a la guerra

pueblo contra pueblo,

cuando volvimos

los de arriba tenían victoria y riqueza

para nosotros quedaron

en cambio

el luto y la miseria.

El hambre nos trajo y nos llevo otra vez

por los cinco continentes

a cualquier sitio donde hu8biera un pedazo

de pan:

en el humo de las fabricas extranjeras

pueden ver nuestra mirada de obrero

y clavada en el lomo de los ríos americanos

nuestra sed de patria.

Los que quedaron aquí

echaron a caminar las fábricas,

le pedimos su cosecha a la tierra centelleante al mar

cargamos y descargamos huacales en el muelle,

levantamos hoteles y edificios

y para nosotros chabolas

casas clandestinas

barriadas sin aire...

 

Corrió el dinero,

corrió como nunca desde nuestros poros,

vimos hundirse

los tejados campesinos

y hacerse mas grandes

las tierras de los grandes,

vimos vendida

nuestra tierra al extranjero,

y oímos el llanto

del agua y las frutos marchando

desterrados al mar

para que subieran de precio,

nuestras ciudades crecieron

quitándonos sitio en el corazón

pobres niñas estiradas por la miseria

al pie de un anuncio de calculadoras

electrónicas.

Todo el mundo se hizo millonario:

los que lo eran

mas aún,

de horas extras,

cansancio

y miseria

nosotros los de abajo.

A cuantos les dimos,

les damos,

de comer

a cuantos.

Para al final

acabar así,

igual que como empezamos,

en la cola del paro obrero,

sin nada

viendo a las islas

desmanteladas por una pasión de infortunio

despertar cada día como a un naufragio,

ahora

las mejillas de los pescadores

no están arrasadas  tan solo por el salitre:

La sal de las lágrimas

quema mucho mas

cuando nos venden el mar.

Los Estados Mayores

de las mas importantes empresas carniceras

del mundo

han puesto su punto de mira en nuestras espaldas,

calculan que potencial de fuego

será necesario para apagar

las entrañas de los volcanes

y de los canarios.

Nuestro país se está  derrumbando

no aguanta mas el peso de tanta expoliación.

Hemos echado cuentas

y no le debemos nada a nadie,

porque no hemos recibido nada

y nos lo han quitado todo.

 

Hemos sobrevivido

al genocidio,

la esclavitud,

las epidemias,

el hambre,

la emigración,

también a las monarquías

la guerra,

los campos de concentración

las crisis,

el paro,

las detenciones de madrugada,

la muerte ignominiosa en comisaría...

No han podido acabar con nosotros,

a cada golpe nos hemos hecho mas pueblo.

No han podido doblegarnos

a cada golpe nos hemos hecho mas firmes,

y aquí estamos:

somos pueblo,

somos pueblo,

y porque somos pueblo

somos indestructibles.

 

Para borrar esta cuenta

necesitamos una revolución,

larga como el verano sobre las eras,

lluviosa para lavar de tanta desventura

los siete pechos de nuestra patria oceánica

poderosa como un tractor de millón y medio

de canarios,

que remueva tantas piedras injustas

de la espalda de este país

y esto se hace tan solo por la fuerza

pues no hay mejor arado que el de hierro

ni mejores herramientas que las de acero

lo sabemos muy bien nosotros

gente con los labios cosidos

por un látigo de plomo

y esto se conserva únicamente

por la mas firme mano de los obreros

y de los campesinos

sobre el cuello y el pasado y sus señores

para que no vuelvan a levantar cabeza

los años de hocico negro

en las que cada mes era una cárcel y cada día una celda.

 

No será difícil la victoria

pero mas difícil es aguantar

cinco siglos de opresión sin descanso

por lo tanto

 

AQUÍ ESTAMOS

A CARA DESCUBIERTA

LLENANDO DE OXÍGENO

LOS PULMONES DEL FUTURO.

 

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