martes, 12 de octubre de 2021

TRIBUNAL DE BUENA ESPAÑOLIDAD

 

TRIBUNAL DE BUENA ESPAÑOLIDAD

Los jueces son humanos. En los últimos tiempos, especialmente humanos. Son abundantes las sentencias patrióticas, esas que tienen por objetivo salvar España

GERARDO TECÉ

Absuelto un guardia civil que detuvo a una camarera en Navarra por servirle mal el café. El Tribunal cree que la actuación del agente, denunciado por detención ilegal, estuvo justificada. Y es que, tras pedirle a la trabajadora los papeles del establecimiento y su DNI personal, la actitud de la camarera, aunque obediente a los requerimientos, fue un tanto airada, poco respetuosa. Una actitud que bien podría ser constitutiva del delito de desobediencia o de alteración del orden público, tal y como interpretó sobre el terreno el agente que la detuvo y confirma ahora la sentencia judicial. Archivado el caso, esperemos que la experiencia le sirva a esta mujer de lección y, en el futuro, aprenda a servir a los uniformados como dios manda.

 

Dice la sabiduría popular que una vez que uno cruza la puerta de un juzgado su suerte depende del juez que le toque. Y, aunque algún amigo jurista de alma limpia me diría que eso no es cierto, que la justicia no es caprichosa sino una aséptica interpretadora de las leyes vigentes, no hay que olvidar que los jueces son humanos. En los últimos tiempos especialmente humanos. Más de lo habitual y en una línea humana bastante cercana al caso de Navarra. Son abundantes las sentencias patrióticas, esas que tienen por objetivo salvar España cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar: lo mismo da una noche cerrada en una cafetería de Pamplona que una mañana en las calles de Abu Dabi. Actuaciones judiciales que provocan mandíbulas colgantes por un estupor ante el que el CGPJ, con todo el tiempo del mundo por delante, debería hacer algo. Descartadas las sanciones contra los togados autores de este tipo de sentencias, no sería mala idea la creación de un Tribunal de Buena Españolidad. Una entidad jurídica que ordene ciertas conductas y justifique ciertas decisiones que, de otro modo, a algunos les seguirá costando entender.

 

Un Tribunal de Buena Españolidad (TBE) acabaría con las suspicacias y demagogias que revolotean a diario alrededor de la Justicia española. Si un dirigente de Podemos es condenado por atentado durante una manifestación sin pruebas el mismo día que, a pesar de las abundantes pruebas, la Fiscalía filtra que dará carpetazo a los asuntillos del emérito, un Tribunal de Buena Españolidad sin complejos declararía causa de interés nacional salvar el culo de un rey que, con sus cosillas, nada tiene que ver con las rastas de un agitador antiespañol. Si alguien, no contento con lo dispuesto por el TBE, comparase la condena al podemita con la absolución del nieto de Franco y sus acompañantes tras atropellar y encañonar con escopeta a dos guardias civiles, una nota oficial del Tribunal de Buena Españolidad aclararía que, aunque incluso las mejores familias pueden cometer errores en un momento dado, no es lo mismo haber nacido en la cuna del Palacio del Pardo que en quién sabe en qué cuchitril de Canarias.

 

 

 

Necesitamos un Tribunal de Buena Españolidad que explique, con carácter retroactivo, algunas decisiones tomadas en los últimos tiempos. Que nos diga, mirándonos a los ojos, que una pelea de bar no lo es si los agresores son de un pueblo abertzale como Alsasua, que eso los convierte automáticamente en terroristas cubata en mano y punto en boca. Que, si hay que dar doscientas piruetas para que los casos de corrupción del PP caigan en manos de jueces con compromiso nacional, pues se dan. Y que un saludo a Garzón. Que si cada querella absurda de los ultras es admitida a trámite –como aquella en la que se culpaba al 8M de la pandemia mundial o esa en la que el mismo Tribunal Constitucional que cerró durante la pandemia declara ilegal el cierre sanitario del Congreso que Vox primero pidió y después denunció– es porque un Tribunal de Buena Españolidad no sólo lo hacen los jueces, sino también los buenos españoles. Que, aunque la justicia europea nos diga una y otra vez que no es delito fuera de España poner urnas de cartón en la calle, es obligación de todo buen español dejarse el alma, las formas y el prestigio de nuestro ordenamiento legal con tal de echarle el guante a quien osó discutir la Santa Unidad de España.

 

Un Tribunal de Buena Españolidad que hable claro y explique que las encuestas de Tezanos pueden llegar a ser consideradas malversación porque al personaje no hay más que verlo, que ojalá las pague él de su bolsillo. Pero que los pisos públicos vendidos por Ana Botella son el limpio ejercicio del servidor público, como concluyeron los amigos del Tribunal de Cuentas. Que si la Justicia imputa a una ministra socialista por dar cobijo al líder enfermo del Frente Polisario es porque el vuelo fue ilegal. Y que nadie, pediría el TBE, lo compare con el paso por España de los vuelos de la CIA llenos de presos torturados camino a Guantánamo por nuestro socio y amigo del alma George Bush: hacerlo sería un acto de demagogia antiespañola. Que, si hay que empurar a un rapero por decir en las letras de sus canciones que el rey roba o si hay que declarar inocentes a guardias civiles disparando contra personas a nado, pues se hace porque la buena españolidad es lo primero. Y punto. Necesitamos certidumbres. Necesitamos, con urgencia, un tribunal que nos hable claro.

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