viernes, 8 de octubre de 2021

ILUSTRES DON NADIES

 

ILUSTRES DON NADIES

Eduardo Sanguinetti, filósofo y poeta.

“Los nadies: los hijos de nadie. Los nadies: los ningunos… Que no son, aunque sean”

Eduardo Galeano (poema: “Los nadies”)

Una poética de la caída se esconde detrás de la exclusión económica del escritor, una venganza sistémica puesta en práctica por un sistema aniquilador de ideas e ideales, en el nivel de lo imaginario.

 

La escritura en sí, no tiene 'status', no vale más que por su soporte escénico (hablado o cantado). En consecuencia, si hablamos con propiedad, el escritor no tiene lugar en la sociedad. Sartre desarrolla a propósito de Flaubert el concepto de neurosis objetiva como motor de la escritura.

 

El concepto se puede trasponer, y se podría hablar aún, de un sufrimiento objetivo, de un lamento continuo, que atraviesan los textos argentinos desde hace un par de décadas.

 

Pienso a menudo que sería muy saludable irse para siempre, pues no avizoro cambio alguno en esta sociedad, sumida en la miseria intelectual y económica, de despotismo de los medios elevados a símbolo de 'alta cultura' y su secuela.

 

El embrutecimiento sin vigor expresado por ejemplo, en el ampuloso expresidente de Uruguay (paraíso fiscal), el ‘sanatero’ Julio María Sanguinetti, defensor a ultranza del capitalismo, quién denuncia, que “el arte al servicio de la política termina en un panfleto”, eliminando de un plumazo a grandes talentos de la cultura comprometidos en su obra, con el acontecer político y social de su tiempo, como Picasso, Baudelaire, Goethe, Camus, Cortazar, Frida Kahlo, Wagner, Galeano, Courbet, Sartre y cientos más, que sufriendo exilios, censuras y persecuciones, ofrecieron su vida por causas dignas y éticas.

 

A lo largo de la historia de la civilización occidental, que este político ramplón, de modo especulativo omite manifestar… lanza su denuncia, desde el espacio de la misma ideología que denuncia, ante auditorios compuestos por hordas abigarradas de burguesía argenta tilinga, siempre sponsoreado por corporacionistas sombríos, … sumó a los neo-intelectuales patisserie de este milenio de grandes boatos fúnebres, de la cultura ‘chatarra’ promocionados en medios mafiosos de la mentira elevada a símbolo de un tiempo luciferiano.

 

Partir de este país, donde la razón es un crimen y la verdad un estupro metaforizado, sería saludable... Primera constancia de esta mezcla inextricable de amor y de odio, de este sueño de evasión geográficamente imposible de soslayar.

 

Este sistema extremadamente despótico, que nadie en su sano juicio puede negarlo, seducidos los pueblos por tendencias instaladas para degradar su condición de ser humano, no pueden ser ignoradas, hay que convencerse que Argentina es la China pre-Mao de Latinoamérica, lo lamentable es que carezca de mandarines letrados.

 

Provoca espanto a quienes nos nutrimos de valores estéticos, el desprecio con que se considera a los escritores de raza y asombra la protección del ámbito estatal y privado, de que gozan los artistas de farándula vodevilesca, que reinan en el Olimpo del Cabaret de la simulación y la inmundicia, horizonte a alcanzar por infinidad de seres sin sentido de pertenencia, sólo acumular, a fuerza de entregarse enteros a la sodomía y el intercambio de favores.

 

El resultado es claro: el repliegue a una posición anarquista cuya violencia afectiva puede volverse inquietante, cuando la comprobación de la impotencia oscila en el sueño de la omnipotencia.

 

La serie de exilios que se experimentan, esta posición marginal de lo escrito, determina una poética y una patética de la escritura: una pérdida de realidad inmensa, una situación donde el texto se tiende entre dos polos extremos: entre el trabajo del texto que absorbe la acción, o, por otra parte, la acción que absorbe el texto vuelto imposible.

 

Una poética nutrida de estremecimiento frente a una realidad que se transforma sin cesar en irrealidad, un despliegue a una posición al borde del silencio y una tendencia a la ficcionalización permanente de lo real. Es el espacio donde se colocan las escrituras individuales, cualesquiera que sean, incluso la mía.

 

¿Un nuevo arte popular, anónimo, plural, anti mercantil, característico para el disfrute colectivo y el antimesianismo, y que se desarrolla en un "Campo Extendido"?...

 

¿O tal vez, de nuevo, su encarnación más perversa?, ¿Cómo explicar que la simulación, la citación, la copia, adornan el firmamento mítico, el problema de la propiedad intelectual -tanto de mercancías como de ideas- afecta intensa y a menudo dolorosamente el mundo mítico de la creación?

 

Sucede que la certeza del fallecimiento del autor, deja vacante un lugar que no puede permanecer vacío, y que el espectador no puede ocupar sin dejar de serlo.

 

Para Denis de Rougemont, Satán, Legión, puede revestir muchas formas, ser cualquiera. Pero puede ser la masa anónima, es decir todos. Y si no es nadie en particular, es además ninguno.

 

La "textualidad" promueve de este modo un nuevo autor, que no es simplemente anónimo, sino un sofisticado e Ilustre Don Nadie, Don Todos y Don Ninguno...

 

Curiosamente anónimo, porque -a diferencia del clásico anónimo de nombre desconocido, pero de probada sensibilidad e inteligencia- conocemos su nombre, aunque su inteligencia y sensibilidad se disuelven en el ambiente.

 

Un nuevo autor que coincide con el "hombre masa" de Ortega: despreocupado de todo aquello que no afecta directamente su vida privada, que se siente -sólo por vivir aquí- con el derecho de disfrutar de todos los privilegios, pero se muestra tremendamente ingrato ante todo aquello que los ha hecho posibles.

 

Con esa psicología del niño mimado para quién todos son derechos y ninguna obligación. Que está exento incluso de desear e imaginar. "Cualquiera, todos y ninguno" son las Personas de una nueva trinidad cuyo imperio sacrifica simbólicamente a "cada uno" y en su nombre, ¿o mejor en su seudónimo? Cualquiera, todos y ninguno, es el lugar de una nueva legitimación, el número y el numen de Satán Trimegisto elevado a ley.

 

A la pasión y muerte del autor-dios, anunciada por Roland Barthes en 1971 en su publicación "From Work to Text", que completaría en su ensayo de 1977 "The Death of the Author", continúa entonces su resurrección en un nuevo y peligroso "Mesías Inverso", que no dice hablar ya en nombre de los dioses - como el mesías clásico -, ni en nombre de la historia o el progreso - como el mesías moderno-, sino en nombre de una nueva autoridad, una divinidad que apenas hemos identificado: cualquiera, todos y ninguno, juntos en su desapasionamiento hacia todo lo que es, indiferente a la diferencia, frívolo en sus formas y dogmático en sus actitudes.

 

Es ese hombre pervertido y perverso, que habita en el santuario sacralizado de este tiempo luciferiano por el que transitamos.

 

Quizá sea difícil encontrar una imagen más perfecta de espectáculo abierto, multidimensional, real, frívolo y profundo que el imperio de simulación, donde se debaten las realidades argentinas, incluidas campañas eleccionarias, fundidas en la representación y máscaras satánicas, basta visualizar los rostros de los invitados al espectáculo de la moralina donde cada personaje juega su libreto sin necesidad de una conciencia macroscópica de la escena, sin existir un director local que asigne los papeles y que pague la comisión de un espacio donde la ceremonia se consume.

 

Descubrir, a pesar de todos los que pueden horrorizarse de mi visión, que nuestras instituciones, nuestra vida cotidiana, nuestros sistemas de interpretación, están sometidos al imperio de la simulación, es poco más que descubrir que el modelo humanista de la vida en estado natural, es poco más que un modelo olvidado, hoy un recuerdo escindido.

 

Este es el estado artificial y continuo que como paisaje recibimos. Lo que resultaría aún más ingenuo sería elevar al terreno del deseo justo lo que ya existe como realidad.

 

Porque, aunque el conocimiento implique responsabilidad, la irresponsabilidad de los ignorantes que rigen en esta tierra, no va a curarnos del conocimiento, ni de la incapacidad de funcionarios, para asumir responsabilidades, que hagan de precisa su permanencia en la función para la que no están capacitados, pero la máscara del simulacro impone criterio.

 

Mientras siglos de valores construidos con la sangre de infinidad de generaciones de seres humanos, nos contemplan, predestinan holocaustos cotidianos, frente a los que la indolencia de la nueva civilización que se cocina en las pistas de información de las redes de la web, descree lo que supone superado, permaneciendo inerte, congelada, al pie de alguna página que aún no ha sido escrita.

 

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