jueves, 4 de junio de 2020

SU GRACIOSA Y DESTERNILLANTE MAJESTAD


SU GRACIOSA Y DESTERNILLANTE MAJESTAD
ANÍBAL MALVAR
La monarquía española anhela asemejarse a la británica, y quizá por eso Su Majestad cada día nos parece más graciosa. Ha causado esta semana gran carcajeo y regocijo entre la población plebeya una noticia de La Razón que desvelaba que Felipe VI, alias El Preparao, alias El Desheredao, tras concienciar a nuestra aristocracia entera, "ha lanzado una iniciativa de donaciones de leche y aceite de oliva virgen". O sea, que los nobles de España están todos tal que hoy vareando aceituna y ordeñando vacas para alimentar "a los más desfavorecidos", que es como hoy llamamos a los parias de siempre.



Este periódico ha intentando confirmar la noticia poniéndose en contacto con duques, marqueses, condes, infantes, barones, hidalgos, infanzones comendadores, patricios, heraldos y senescales de toda España, pero con escaso éxito, pues todos se habían echado al latifundio a cumplir el mandato real, y en los latifundios nunca hay  cobertura. Y, además, todo el mundo sabe lo jodido que es descolgar el iPhone táctil con las manos encallecidas. Pero como eso de confirmar noticias es práctica obsoleta de los tiempos de la vieja normalidad, damos la exclusiva por buena y reafirmamos nuestro compromiso con la corona, con el borbonismo, alabando la iniciativa.

Ítem más, malolientes lectores plebeyos. La exclusiva viene firmada por Amadeo-Martín Rey y Cabieses. A un tipo que firma Amadeo-Martín Rey y Cabieses se lo imagina uno haciendo y recibiendo reverencias desde chico, y con esos antecedentes sería inhumano dudar de su credibilidad. Considero que los españoles deberíamos salir 24 horas al día a los balcones a homenajear a nuestros reyes y aristócratas. Como las palmas y las cacerolas ya están pilladas, os propongo golpear animosamente las cucharas de comer beluga que todo español decente siempre tiene en casa.

También podemos optar por la fórmula Pablo Casado, que en septiembre de 2018 nos mostró a todos los españoles cómo ser aun más genuflexos sin dejar de ser ridículos: "Cuando abrimos un hospital o abrimos un colegio estamos diciendo viva el rey. Cuando pagamos las pensiones o pagamos un subsidio de desempleo, o abrimos kilómetros de AVE o de carreteras o un aeropuerto, también decimos en gran medida un viva el rey. Cuando nuestro sistema de trasplantes salva una vida o cuando se atiende a un dependiente, también se dice viva el rey". Lo que Salamanca no te da, Harvardavaca tampoco te lo quita.

Uno se pregunta a menudo de dónde sacan tanto ingenio y tanta ilustración los defensores de nuestra monarquía. Sobre todo en estos tiempos convulsos, en los que unos jueces más antisistema que europeos han constatado que Juan Carlos I, alias Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón, tenía unos ahorrillos en Suiza y ayudaba con transferencias bancarias a los más desfavorecidos habitantes de las Islas Caimán.

No sabe uno quién será el genio que dirige la comunicación de Zarzuela, pero es que, cada vez que recibimos noticias borbónicas, nos volvemos más plebeyos y más entregados al ardor monárquico. Desde que la pandemia coronavírica nos asolara, solo la firmeza y empuje de Nuestra Desternillante Majestad nos ha salvado de los despropósitos de Pedro Sánchez El Funerario y Pablo Iglesias El Sicalíptico. La historia también se escribe con huesos de aceituna y ubres de vaca, ignorantes lectores. Para que después digan los rojos que el campo español lo trabajan solo los putos inmigrantes. Ahí tenemos otra vez el campo español en marcha, empapado de la sangre, el sudor y las uñas de nuestros solidarios aristócratas. No sigo más, que me emociono. Y ya me empieza a cansar esto de escribir de rodillas.

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