EXPERIENCIA SENSORIAL"
Eduardo Sanguinetti,
Filósofo
Los estímulos sensoriales generan estados anímicos y pueden
determinar lo que sentimos, nuestros pensamientos y nuestra manera de actuar.
La construcción de determinadas acciones y “vivencias” para el desarrollo de la
acción política y periodística tiene cada vez más presentes todos estos
factores
Destruir hoy en día una trayectoria es demasiado simple, como
también inventarla. No hay lugar para comprobaciones ciertas de nada, además de
que todo lo que deba hacerse será hecho en el universo de la web, que adquirió
en estos años carácter de clero secular, en el que se juzga, se sentencia, se
crea una realidad, que muchas veces no responde a la que en directo vivimos, no
olvidar que la vida en Internet es, insisto, virtual y las palabras y
sentimientos que construyen los vasos comunicantes que hacen que una sociedad
viva en libertad no se encuentran en algo práctico, manipulador y artificioso
como lo es la comunicación a través de las pistas de información en el que el
mensaje muchas veces es anacrónico con el medio que lo emite. Un renovado
interés por las percepciones, intuiciones y sentimientos, como elementos
centrales de la comunicación política y periodística, se abren paso en nuestros
escenarios políticos más próximos. La política instalada entre la vanidad
ideológica y la prepotencia programática parece que empieza a cuestionarse
desde dentro y desde fuera de los espacios orgánicos.
Obsesionados en tener la razón, en el argumento decisivo o la
propuesta incomparable, asisten incrédulos y con estupor a derrotas frente a
adversarios que han hecho de la simplicidad, del radicalismo y de la claridad
sus bazas electorales. No comprenden cómo siendo “mejores” y teniendo
propuestas más “sociales”, los electores no se rinden a su oferta con el voto
masivo. El orgullo herido que bloquea la autocrítica empieza a dejar paso a la
reflexión serena.
Aceptada la “inteligencia sensorial”, los políticos comienzan a
valorar la gestión de los sentidos y la intuición como vehículo decisivo para
generar los sentimientos que les permitirán transmitir de manera que se
perciba un determinado mensaje en las mejores condiciones. Hay una nueva
mirada hacia la importancia de la comunicación no verbal (gestos, movimientos,
tono, detalles…), responsable determinante de la percepción pública. Ya no se
juzga a los políticos solamente por sus palabras y sus promesas, sino que su
aspecto y su actitud también juegan un papel decisivo. Un gesto fuera de lugar
o un comportamiento equívoco pueden minar la confianza de los ciudadanos. Sentir
e intuir. Esta es la clave. Intuir y luego pensar dicha intuición como
expresión de final de ciclo para de ese modo producir el cambio social, para
todos, anteponiendo nuestros sentidos a un razonamiento que burocratiza el
pensamiento, atándolo a viejos esquemas de procesos mentales que todo lo vuelve
incierto y demasiado razonable, oportunidad para los simuladores de siempre que
bosquejan un horizonte político de riesgos calculados, dentro de un marco que
jamás dará lugar a la inserción del individuo capacitado que actúa desde el
llano, cual paria al margen de los grupos que se perpetúan en los poderes,
políticos, mediáticos y sociales, por las nuevas ideas y por los retos.
Los políticos uruguayos han asumido, tras el resultado electoral
de las presidenciales que llevó a José Mujica a la Presidencia de la República
Oriental del Uruguay, que no supieron cómo contrarrestar su “discurso dirigido
a los sentidos y al sentimiento” de un pueblo. Mujica sigue la estrategia de la
“triangulación” formulada por Dick Morris. Consiste en solucionar problemas que
animan y que motivan a los votantes de tu adversario con el objetivo de
desmovilizar a sus bases electorales o captarlas sin perder su apoyo.
Creo indispensable tender puentes sensoriales y emocionales
entre políticos y ciudadanos. El 80% de toda comunicación entre humanos es no
verbal y el 95% se realiza a través del subconsciente. De ahí, la importancia
de construir la relación política como una experiencia emocional que active
nuestros mecanismos internos y consiga la actitud y predisposición necesarias
para conseguir una acción concreta: la participación, el voto, la simpatía
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