José
Rivero Vivas
Puestos a computar la
serie de escritos a lo largo de la trayectoria del autor, hoy comprometido en
su plática, hemos de entender que no es cuestión de escribir menos o más, bien
o mejor; conviene, en realidad, abordar el tema acorde con la época y aplicarle
el desarrollo en boga. Todo lo que no sea oportunidad, en uno y otro sentido,
es errar su órbita para hallarse al margen de la demanda ciudadana, constreñida
en este punto a la lectura. Quien no se adapte a esta norma, puede dar por
seguro su fracaso, su privación de laurel y su olvido, envuelto
indefectiblemente en el silencio que genera en torno.
No valen, pues, esfuerzos ni logros, intentos, ensayos ni experimentación. Se ha de ir con el momento, que suele estar marcado por eventos propios de las naciones señeras, cuya moción creativa viene dada por las directrices suscitadas por vía de la nomenclatura que enlista las grandes fortunas, inclinados sus miembros a resaltar aquellos trabajos que de alguna forma disfrazan su procedimiento social, su ingreso a través de la esclavitud -hoy disimulada tras los dedos en signo evocador de la palabra freedom- y su código de conducta, rígido para los más y para sí versátil, cuando no etéreo por maleable, en su adaptación a los tiempos imperantes, de cuya tendencia se sienten partícipes en cómodo agasajo.
Es acontecer
extraordinario en un etapa de abuso y malas artes, relativo a la atención de la
justicia, escasamente equilibrada en este mundo lleno de ilusos, como aquellos
que creyeron en el cambio realizado, considerado transición paradigmática; al
cabo se llegó a comprender la nueva estrategia del mando, asesorado por agentes
foráneos, estimando que en este país habría tanto dócil individuo como allende
sus fronteras. De aquí que llamen civismo a la silente aceptación de la actitud
percudida, cuya grave consecuencia convierte el suceso en crimen de lesa concordia
en situación esporádica.
Vistas las cosas como aparecen en el
panorama general, el actor no se siente atraído por su oferta, ni proclive
tampoco a solventar el dato escondido en la comedia interpretada, lo cual le
impide abrir brecha entre la muchedumbre que forma cola para subir a la tribuna
y actuar, cada uno en nombre de sí mismo, con objeto de afianzar su aureola de óptimo
creador. En su particular avance, en cuanto figura estelar anacrónica, se opone
al jefe de la troupe y se desentiende
de quien ponga pie en la lucha desatada, aunque sean muchos los que buscan
adelantar por la senda accesoria, tratando de absorber con su mirada la orilla,
el resquicio, la hendija por donde introducir su producción, hasta ahora
inédita, de todos desconocida, aunque alguno manifieste su preponderancia en el
tremor de los ayes afligidos, los dejos quejumbrosos y los lamentos pusilánimes.
Este anonimato permite paso acomodaticio a los tipos relevantes, muchos
instalados sobre una peana falsa, ambiguo resultado de practicar lo más usual
en el seno de los que supuestamente abrigan entusiasmo para acoger esta clase
de autor, en su desfile de exhibición, cuando su rival arremete contra las
instituciones, sus dirigentes y aquellos artistas que defienden el mecenazgo
portentoso, destinado a gente privilegiada, que siempre obtiene subvención,
apoyo y calor para su persona y su obra, exigua o monumental.
No es
así en la mayoría de los casos, razón por la cual son pocos los que van a
mostrar su contradicción, por carecer de motivo moral, además de su desconfianza
al método de adhesión y cuanta espesura entraña en su extenso movimiento
oficial. En la actualidad, con las dificultades económicas en peculiar estado,
se conducen como aves rapaces, piando incesantes en su descubierta del indefenso
cervatillo, que yace al pie del árbol deshojado.
Contrario
al uso presente, la página abierta de este autor es un bloc de papel
cuadriculado, sin apenas sustancia, cual estipula su precio irrisorio. Como
instrumento práctico utiliza la pluma, que destila más tinta y el trazo aparece
grueso, lo que le facilita más tarde la lectura de las notas escritas, para ser
en su día modificadas, siguiendo estructura y medida propias del texto que
hayan de integrar. Respecto de su contenido, lo aconsejable, en asuntos
delicados, es dejar de pensar de modo que la autoridad pueda sentirse ofendida,
por directa o indirecta referencia a la clase por sí elevada, merced a la
abundancia de riqueza, nacida de la penuria y el estrangulamiento de tanta
pobreza persiguiendo externo alivio a su causa.
Pese a la dificultad extrema, padecida por reto impulsivo,
volverá consciente a exponer por escrito su pensamiento acerca del diario
acontecer, revelador de la desesperanza de tantos seres a la deriva, sometidos
al rigor establecido por el poder reinante, conforme la voluntad del magnate
que lo dispone. Otros autores, en cambio, mostrarán excedida lisonja, por cuya
razón, los componentes del jurado, a imperativo del prócer, concederán premio al
consumado creador, calificado de eximio por su leal y firme consagración en su
apología del Estado.
El autor relegado ha de reconocer que no le tocó destacar en el
rango de los elegidos. Alguien poderoso empuñó su batuta y lo señaló como no
ungido por dedos de la suerte; queda, por tanto, desposeído de gloria, la cual
es perspicazmente reservada para los minúsculos dioses de este efímero episodio.
Sumido, sin embargo, en la cruda adversidad, asume, en la prosecución austera
de su cometido, estar dotado de capacidad para crear una obra, no reconocida en
su naturaleza, por lo que habrá de esperar a que, en lo futuro, irrumpa en su
esencial espacio el ser preclaro que capte su enjundia y decida expandir su
enseña, que permanece todavía ajena a ecuánime aprobación y aplauso. Para
entonces no estará ya en activo y poco habrá de afectarle su pompa en el
mercado. Los valores son los de hoy; mañana, huelga el alza. Claro es que, la
continuidad creativa no viene dada por el triunfo, que en más de uno se ha
visto inexplicablemente interrumpido el curso de su proceso. Imbuido, no
obstante, de optimismo, piensa: quién sabe si, en torno a la hoguera, cuecen
nuevas esperanzas.
José
Rivero Vivas
San
Andrés, octubre de 2012
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