LAS MUJERES, LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO: LECTURAS PARA
TRANSFORMARLO TODO
JOSEFINA L. MARTÍNEZ
Que la revolucionaria Clara Zetkin fue quien propuso la celebración del 8 de marzo como día internacional de las mujeres es algo bien conocido, aunque muchos quieran borrarlo de la memoria en estas fechas. Que Marx y Engels defendieron con pasión la participación de las mujeres trabajadoras en la Asociación Internacional de los Trabajadores, contra la resistencia de algunos de sus integrantes, seguramente se conoce menos. ¿Y por qué no se enseña en las escuelas que el derecho al aborto se consiguió en la Rusia revolucionaria hace más de un siglo, mientras que hoy seguimos luchando por este derecho elemental en gran parte del globo? Sin las mujeres, no habrá revolución. Y sin revolución, no hay emancipación para las oprimidas. ¿Qué puede significar todo esto en el siglo XXI? De esto trata Mujeres, revolución y socialismo (Ediciones IPS, 2023), un libro de próxima publicación.
El libro agrupa una
treintena de artículos, documentos y capítulos de libros. Escritos de Marx y
Engels, de Eleanor Marx, Clara Zetkin, Rosa Luxemburg, Inessa Armand, Aleksadra
Kollontai, Lenin y Trotsky. Seguramente muchos y muchas se sorprenderán de la
profusa elaboración sobre estos temas por parte del marxismo. La compilación y
el prólogo lo escribimos junto con Diana Assunção y la edición fue
internacionalista, con un grupo de editoras de Argentina y Brasil. Lo que más
disfruté en el proceso de edición fue volver a leer algunos textos y descubrir
otros nuevos. Entre ellos, un texto de Clara Zetkin, que, os confieso,
encontramos casi al final, cuando cerrábamos la edición y los tiempos apuraban.
Pero no podía faltar. Seguid leyendo y entenderéis por qué.
“La revolución vino como una poderosa tormenta”
En Mujeres,
revolución y socialismo recuperamos una crónica de Clara Zetkin acerca de su
visita al club de las mujeres de Tiflis en 1924. El artículo, muy poco
conocido, se titula: “En el club de mujeres musulmanas” y fue traducido
especialmente para esta compilación. Zetkin transmite allí el impacto profundo
que tuvo la Revolución rusa en la vida de las mujeres de las regiones del
Cáucaso. Y la audacia de las revolucionarias para organizar a las más oprimidas
entre las oprimidas. Podríamos decir que el texto anticipa casi en un siglo los
debates de la interseccionalidad, dado que aquellas mujeres enfrentaban
múltiples cadenas de opresión patriarcal, explotación, colonialismo y
prejuicios religiosos.
El texto anticipa casi en un siglo los debates de la
interseccionalidad
Para Zetkin, el
levantamiento de las mujeres más oprimidas tenía importancia histórica: “Las
más de abajo entre los de abajo, quienes habían sido empujadas a las
profundidades más profundas de la esclavitud social por tradiciones, leyes y
decretos religiosos, se están levantando”. Entre las mujeres llegadas a las
ciudades desde las Estepas y montañas transcaucásicas, el deseo de cambio era
muy profundo.
Así lo expresaba
una de ellas, en un discurso recordado por Zetkin: “¿Cómo era nuestra vida
antes de la revolución?, grita una de las oradoras. Nuestros padres nos
vendieron como corderitos cuando apenas teníamos 10 o 12 años, a veces incluso
más jóvenes. Nuestros maridos demandaban nuestro amor y afecto, incluso cuando
nos parecían repugnantes. Cuando a nuestros maridos les apetecía, nos pegaban
con palos o látigos. Teníamos que servirles día y noche como esclavas. Cuando
se hartaban de nosotras, nos mandaban al infierno. Nos alquilaban como
prostitutas para sus amigos. Nos mataban de hambre cuando se les antojaba”.
Y con palabras que
aún hoy emocionan, la joven continuaba: “Pero ahora, hermanas mías, ¡cómo ha
cambiado todo! La revolución vino como una poderosa tormenta. Ha aplastado la
injusticia y la esclavitud. Ha traído justicia y libertad a los pobres y
oprimidos. Nuestro padre ya no puede arrastrarnos y forzarnos a compartir cama
con un marido extraño. Somos capaces de elegir a nuestro marido y este ya no
podrá convertirse en nuestro amo; en cambio, deberá ser nuestro amigo y
camarada. Queremos trabajar y luchar a su lado y ayudar a construir una nueva
sociedad. Una nueva vida debe comenzar para todos”.
La clave se
encuentra en la autoorganización de las mujeres junto a la clase obrera, para
que, mediante la revolución, puedan abrir paso a una vida sin opresiones. Lo
contrario a los postulados del “feminismo civilizatorio” que justifica la
represión del Estado o las intervenciones imperialistas detrás de discursos de
“protección” de las mujeres.
Transformar el mundo, revolucionar la vida
La Revolución rusa
transformó de forma radical la vida de las mujeres. El gobierno de los soviets
otorgó la tierra a los campesinos y expropió a los capitalistas. Millones de
mujeres consiguieron derechos políticos por primera vez, la igualdad ante la
ley, el divorcio sin condiciones, el derecho al aborto y el reconocimiento de
los hijos nacidos fuera del matrimonio. Otras medidas apuntaban a la
socialización de los trabajos domésticos con la creación de comedores públicos,
guarderías, casas cuna, etc. El objetivo era arrancar esas tareas de los
hogares privados y permitir la inserción masiva de las mujeres en el mundo del
trabajo, la política y la cultura. En 1919 se creó el Zhenotdel (Departamento
para el trabajo entre las mujeres obreras y campesinas) y se implementaron
campañas educativas, destinadas a mujeres y a hombres, para contrarrestar los
prejuicios patriarcales y religiosos.
Entre 1920 y 1922,
se desarrollaron varias Conferencias internacionales de mujeres comunistas, con
la participación de decenas de delegadas de diferentes países. El objetivo era
organizar al movimiento de mujeres bajo una perspectiva socialista y
revolucionaria. Desarrollar la autoactividad de las mujeres, al mismo tiempo
que transformar sus condiciones sociales y culturales.
Años después, sin
embargo, la consolidación del estalinismo produjo una ruptura fundamental. El
compromiso radical con la emancipación de las mujeres y la “extinción” de la
familia patriarcal fue aplastado con la represión del Estado. Como señaló en un
libro reciente el escritor Tarik Alí, se impuso entonces un gran “Thermidor
sexual”. Aún así, la Revolución deja un enorme legado de intensos debates sobre
cómo revolucionar todos los aspectos de la vida cotidiana, las relaciones
personales, el amor, la educación y la cultura. Cuestiones que pueden
apreciarse en los escritos de Inessa Armand, Aleksandra Kollontai, Lenin y
Trotsky de aquellos años.
Años después, sin
embargo, la consolidación del estalinismo produjo una ruptura fundamental
Llegados a este punto,
alguien podría preguntarse por qué leer escritos de hace más de un siglo acerca
de la opresión de las mujeres. ¿Acaso el mundo no ha cambiado demasiado? Sin
embargo, si el gran triunfo del capitalismo en las últimas décadas es haber
impuesto esa idea distópica de que no hay opciones fuera de la miseria
existente, volver la mirada a la revolución amplía el horizonte de lo posible,
abriendo la posibilidad de futuros alternativos. Estos escritos proponen
imaginar las enormes posibilidades de una sociedad emancipada de la propiedad
privada, sin opresiones ni explotación. Un proyecto para revolucionar la vida,
las costumbres, la cultura y las relaciones personales en una sociedad de nuevo
tipo. En ese sentido, me parece que son profundamente actuales.
Mujeres, revolución
y socialismo se publica de forma simultánea en varios países. Es un proyecto
militante de Ediciones IPS y de Editorial Iskra. Las bellas ilustraciones en
color son obra de Leticia Parks, de Brasil. En el Estado español, se puede
adquirir y colaborar con el proyecto de crowdfunding.
Que la
revolucionaria Clara Zetkin fue quien propuso la celebración del 8 de marzo
como día internacional de las mujeres es algo bien conocido, aunque muchos
quieran borrarlo de la memoria en estas fechas. Que Marx y Engels defendieron
con pasión la participación de las mujeres trabajadoras en la Asociación...
No hay comentarios:
Publicar un comentario