LA HUIDA PATRIÓTICA DE RAFAEL DEL PINO
ANÍBAL MALVAR
El presidente de Ferrovial,
Rafael del Pino, en la junta
de accionistas de la
constructora.
Los más patriotas de los españoles tienen un sorpresivo rasgo común con los porreros: su apasionado amor por Holanda, tierra de molinos de viento y amapolas. Por eso no sé a qué viene tanto estupor ante la decisión de Rafael del Pino de llevarse Ferrovial a cotizar en Países Bajos y a salir a bolsa en Wall Street. Nueva York y el paraíso fiscal de Delaware están a tiro de piedra en helicóptero privado, medio de transporte dilecto de nuestro millonario viajero.
Cuentan los
analistas del Banco de Sabadell que Ferrovial dejará de ingresar 40 millones en
las arcas públicas españolas de los 282 que cotizó el pasado año. No me parece
tanta pasta. José Luis Martínez Almeida lleva gastada una cuarentava de eso
solo en llenar Madrid de banderitas, mientras las calles son invadidas por
terrazas y desarboladas, y en los basureros desbordados ya se pueden ver ratas
muy bien alimentadas. Mientras en el resto de España la gente cuelga en las
redes vídeos de sus gatitos, los madrileños llenamos twitter con el correteo de
nuestras ratitas. Dentro de poco Isabel Díaz Ayuso tendrá que construirnos un
Zendal II para tratar las epidemias de peste bubónica.
Pero sospecho que
no son estas las razones de la espantá fiscal de nuestro héroe. Al fin y al
cabo, llevaba años ensayando este tránsito de los infiernos social-comunistas a
los paraísos fiscales. Parte de su fortuna la viene guardando desde 2008 en una
sociedad holandesa de su propiedad. Nos es que haya delito en ello, pero suena
escasamente rojigualda en un patriota que acumula un patrimonio cercano a los
4.000 millones de euros.
Lo que sí estuvo
más feo y fue pelín delictivo fue pactar con otros cinco gigantes del sector la
adjudicación de obras durante 25 años. La Comisión Nacional de los Mercados y
la Competencia les impuso una multa de 203 M€ a pagar a escote. El amaño de
concursos públicos sale en España más barato que protestar contra los
desahucios o pedir a un policía que se identifique. Desde su creación, la ley
mordaza ha recaudado unos 400 millones entre diversos colectivos sociales.
Otros 600 fueron por consumo de drogas en público. Una cosa en común más que
tienen los porreros y los patriotas, que reciben multas. Aunque unos parecemos
más multables que otros. Le ganamos por goleada a las grandes constructoras, y
en mucho menos tiempo, lo cual no es hazaña menor en una democracia plena.
Se nos va un
patriota, insisto, y un patriota de vieja estirpe, pues no hay que olvidar que
por las venas españolísimas de Rafael del Pino corre la sangre gloriosa de los
Miláns del Bosch (el golpista del 23-F era primo segundo de su padre). Y dio la
casualidad de que el mismo Rafael, en primeras nupcias, casó con una
descendiente del los Armada, cuyo vástago Alfonso también anduvo paseando las
pistolas en el gran día de Tejero. Debería avergonzarnos a los españoles de
bien este exilio inmerecido del dinero de este descendiente de tales héroes
nacionales. Duele tanto o más que los de Juancar o de Froilán, que tienen
temblando al sector del ocio nocturno y al de las complacientes cortesanas de
la high.
Se nos va por tanto
un gran hombre cuya empresa ya cotizaba el 80% lejos de España, como un Antonio
Machado del Íbex-35.
El rojerío del
Gobierno se ha dado por aludido con la espantá. Hasta la vicepresidenta Yolanda
Díaz le robó una banderita española a Almeida para agitarla mientras declaraba
a Europa Press: "Ser español, ser española, es defender la permanencia en
tu país. Esto no es compromiso con nuestro país. Muchos españoles hoy están
atónitos con esta noticia". Sobre todo los 5.000 trabajadores de la
empresa. Que son tan poco españoles que no tienen pasta para exiliarse con su
jefe. Felices porros holandeses, don Rafael.
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