EL ASESINATO SOCIAL DE UNA NIÑA
POR MUJERES DEL SUR
“Entre todos la
lanzaron. Ella sola se mató”
No lo hizo sola. Su entorno social la condujo y le proporcionó el empujoncito que necesitaba. En el salto, su gemela la acompañó. La única que entendió y sufrió como ella misma la desesperanza que las llevó a arrojarse al vacío en busca de escapar de su indefensión y desamparo.
Ahora la hermana está grave. Si sobrevive, tal vez conteste a preguntas, o tal vez ni siquiera se atreva a dar respuestas. Debe seguir sobreviviendo en un medio hostil. Ella y sus aterrados y devastados familiares.
Todos y cada uno de
los agentes implicados en que se precipitaran ambas por el balcón, siguen a su
alrededor. Impunes y dispuestos a actuar de nuevo, si las respuestas que
esperan no son las correctas, o políticamente correctas, para ocultar el
asesinato social.
Agentes de un
sistema dispuesto de nuevo a seguir diciéndoles a las menores, en la escuela,
en los medios, en las redes sociales dirigidas específicamente a las más
jóvenes, que en realidad sus problemas provienen de haber nacido en un cuerpo
equivocado. Que su alma se alojó en el sexo errado, en un cuerpo de tamaño y
proporciones imperfectas, sangrante, en continuo cambio, pero que ya despierta
las miradas sexuadas de algunos hombres del entorno.
Eran niñas con el
acento incorrecto, de una familia de migrantes que abandonaron su tierra
probablemente buscando una mejor vida para ellas, atendida por unos “servicios
sociales públicos” que ni les sirvieron ni las ayudaron y probablemente ya
privatizados y sin recursos.
El personal docente
aprovechará el incidente para denunciar, con todo derecho, ante “la
administración” o a quién corresponda, que no tienen medios adecuados ni
psicólogos suficientes, ni los conocimientos pertinentes para afrontar estas
situaciones, tan frecuentes, que se convierten en habituales, aunque no todas
acaben en muerte.
Otros agentes
reivindicarán la defensa del idioma catalán y otros la del castellano.
Aprovecharan la muerte para restablecer una disputa de adultos políticamente
abducidos por nacionalismos antagónicos potenciados desde el poder. Y esa
disputa, perfectamente justificada, pasará también por encima del cadáver de la
niña.
Muchos de los
agentes de un sistema que empuja a las mujeres adolescentes a tener un profundo
malestar con su cuerpo, a mutilarse, a drogarse, a hipersexualizarse, a que les
señalen la prostitución como una salida laboral, un buen trabajo “de cuidados”
para el futuro, de tener ya la conciencia de que serán seres de segunda, a
sentirse mal contra ellas mismas en lugar de saber, porque es imposible que lo
sepan, que es la sociedad y el propio sistema patriarcal la que las ha llevado
hasta ahí, les proporciona los modelos a seguir, las acosa y condena desde el
nacimiento.
Las menores no
nacen debajo de un repollo. Somos mamíferos que nos hacemos humanos gracias a
los adultos a los cuales imitamos. Las adolescentes empiezan a socializar en el
sistema y en el medio que los adultos hemos creado para ellas. Nacen en el
patriarcado y en un sistema económico que las obliga a dejar a sus amigos y su
tierra, que potencia la mercantilización y la sexualización de sus cuerpos,
siempre destinados a satisfacer expectativas de otros.
Muchos de los
ideólogos políticos que continúan reivindicando para su propia doctrina la
muerte de una niña, están en el poder y dictan leyes, para favorecer a los
lobbies económicos a los que sirven.
Cuando la ideología
de cada interviniente en el sistema, ignora o utiliza la muerte de un ser humano
que empezaba a vivir, o la reivindica para justificar o potenciar su propio
dogma, o evadir su propia responsabilidad, la banalización del mal está servida
en esa sociedad enferma.
No todos los
agentes son igualmente responsables. La Generalitat reconoce “un fallo en el
sistema”. Pero se trata en realidad de otro triunfo de los dos sistemas: el
patriarcal y el económico, que trabajan en conjunción contra la propia vida,
especialmente la de las mujeres.
Otra sociedad es
posible pero seguimos y seguiremos sin prestar atención a lo importante, a lo
fundamental que no es otra cosa que la educación en igualdad, la necesidad de
un cambio profundo en la sociedad, porque cada suicidio de un o una menor es un
fracaso colectivo.
SI, si que podemos
hacer mucho más, desde otro poder, desde otro sistema educativo, desde los
medios de comunicación y redes sociales, que tanto influyen en los
comportamientos.
La escuela debe ser
un agente socializador. Como institución de aprendizaje ha de jugar un rol
determinante contra todo tipo de discriminación. Ser educador también es eso y
dejar de lado la ideología del triunfo y la competencia que nos inculca el
sistema económico desde el nacimiento. Todos son necesarios/as, todos/as
aprenden aunque sea a diferentes ritmos. La belleza se manifiesta de múltiples
formas. Se ha de educar contra la discriminación y contra los estereotipos
sociales.Contra los mandatos patriarcales y los roles de género. A esto las
feministas le llamamos COEDUCACION
Y llevamos 300 años
revindicándola.
Mujeres del Sur es
un colectivo de mujeres de diferentes provincias andaluzas, que aprenden a
aplicar el pensamiento colectivo en la reflexión sobre el contexto político y
social que nos afecta como mujeres
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