DORMIR CON UN GEYPERMAN (CUANDO ABASCAL NO SE ENCONTRÓ CON LAS 13
ROSAS EL 8M)
JUAN
CARLOS MONEDERO
Miles de
mujeres durante una manifestación convocada por la Comisión 8M, a 8 de
marzo de marzo de 2023, en Madrid Alberto Ortega / Europa Press
Pero ¿cuándo no han llamado locas a las mujeres respondonas?
Santiago Abascal es como esos niños que
después de burlarse de las niñas, se van a dormir con sus soldados de
juguete. Es gracioso que se escaqueara para no hacer el servicio militar.
Que el líder de la ultraderecha española -elogiado por Fernando Savater, el filósofo de la ética en España- llame "locas" a las ministras de Podemos no es una novedad. Por eso molestó poco. Tampoco cuando las ha llamado "perturbadas" o "corruptoras de menores". Por esas acusaciones hicieron beber cicuta a Sócrates. Y a las brujas. (Quizá Savater termine escribiendo Ética para Santiago, que será para la filosofía española de la post Transción lo que es para la economía que Ramón Tamames protagonice la moción de censura de VOX).
En el alcázar de descalificaciones de los
señores de la guerra a las mujeres de la política, el asunto de la presunta
enajenación es un clásico. La historiografía franquista también mantuvo el
adjetivo de "loca" a Juana I de Castilla, encerrada por los muy
católicos Fernando de Aragón y Carlos I en el convento de Tordesillas. Con
Juana I de Castilla, hija de los católicos reyes Isabel y Fernando, estaban los
Comuneros, que la rescataron cuando el levantamiento municipalista. Más tarde,
cuando Padilla, Bravo y Maldonado fueron ejecutados por orden del
compasivo y muy católico Carlos I de España y V de Alemania -que quiso obligar
a Juana a asumir los sacramentos incluso bajo tortura-, volvió a encarcelarla.
"España, demasiados retrocesos" que dijo el historiador
catalán Ramón Carande.
Santiago Abascal es como esos niños que
después de burlarse de las niñas, se van a dormir con sus soldados de juguete.
Es gracioso que se escaqueara para no hacer el servicio militar.
Una de las cosas que me llamó la atención
de la manifestación del 8M en Madrid, además de la numerosa afluencia, fue la
cantidad de mujeres jóvenes, su alegría, su ánimo combativo, su desparpajo, su
indiferencia ante cualquier RAE y su
originalidad. Una de las cosas más tristes de las manifestaciones de la
izquierda son los gastados lemas, repetidos hasta la saciedad, que demuestran
la escasa renovación del repertorio simbólico de la transformación. Parecía que
el 15M y las llamadas "marchas de la dignidad" habían innovado con
aquella referencia geográfica que enumeraba "De norte a sur, de este a
oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste", agitado por el monismo
activista del "la lucha es/ el único camino", que no rima pero anima
(perdonen el ripio).
Pero la cosa no duró. Si se sale del
"pueblo unido jamás será vencido" (que se basa en la ensoñación de
que pueblo, como el demos en la
Grecia clásica, sólo hay uno), del "España, mañana, será republicana"
(que aun siendo cierto difiere en exceso la recompensa por la acción colectiva
del presente) o del "a ti que estás mirando/ también te están
robando" (que se dirige, errando el regaño, a los que ya suelen estar en
la manifestación) o el socorrido "hacía falta ya una huelga una huelga,
hacía falta ya una huelga general" (a lo que los sindicatos suelen hacer
oídos sordos vista la distancia entre la consciencia de la necesidad y la
voluntad de arrimar salarialmente el hombro por parte de los convocados), el
ánimo poético reivindicativo es más bien escaso.
Una de las peleas que las mujeres han
peleado en solitario en casi todo el mundo ha sido la del aborto, del que la
derecha decía que era pecado y la izquierda que era una reclamación
pequeño-burguesa.
En cambio, las jóvenes feministas parecen menos deudoras de las herencias
coreantes, coreadoras o corísticas de sus mayores.
Abortar en Londres, romper placas de mujeres en Madrid
Junto a muestras admirables de capacidad contorsionista a que obligaba, con
flexiones extremas de rodilla el lema "el patriarcado se va a caer, se va
caer, arriba el feminismo que va a vencer", las manifestantes del 8M
identificaban bien sin contorsionismo alguno a sus adversarios, que son,
precisamente, los que las tratan a ellas como enemigas.
Una de las peleas que las mujeres han
peleado en solitario en casi todo el mundo ha sido la del aborto, del que la
derecha decía que era pecado y la izquierda que era una reclamación pequeño-burguesa. Primero Ruíz
Gallardón, del PP, y ahora Santiago Abascal, de VOX (que es la fracción que
expresa dentro del PP el cruce entre los neandertales y los sapiens) se han
significado, en su búsqueda de enemigos que fidelicen a sus huestes, por querer
acabar con este derecho. Uno, yerno de fascista, ya está en el basurero de la
historia donde puede cantar el Cara al sol entre detritus. El otro tiene aún un
recorrido incierto.
No es por lo tanto extraño que las mujeres a las que la vida se les
complicaría mucho, al menos en forma de angustia, por culpa de los políticos
que pretenden restarles derechos, disparen sus dardos dialécticos contra los
reaccionarios con capacidad de hacer daño.
Cuando unas jóvenes lamentan que la madre
de Abascal no abortara no están yendo más lejos que cuando Abascal llama
"locas" a las ministras que defienden los derechos de las mujeres. Incluso al revés.
Porque la locura que pretende Abascal a las ministras Irene Montero y Ione
Belarra es una petición directa o indirecta de inhabilitación, y no es
descartable que, visto el comportamiento de algunos jueces, en caso de
gobernarnos estos belicosos que no han hecho el servicio militar, se pusieran
en marcha procedimientos que pudieran terminar, con las mismas pruebas, como
terminó la pérdida del acta de Isa Serra o de Alberto Rodríguez.
Fue Ortega Smith, portavoz de VOX,
quien vejó e insultó a todas las mujeres blasfemando contra las 13 Rosas.
Y ahora lloriquean por un canto. Tienen que dejar de dormir con el madelman.
En cambio, lamentar que la madre de Abascal no abortara no cambia nada las
cosas. Porque "abortar" ahora a Abascal sería un asesinato y nadie
pretende esa barbaridad. Esa cancioncilla satírica, de esas que buscan molestar
tanto a los poderosos, trata simplemente de vincular la desgracia de la
existencia de la extrema derecha y del fascismo con los derechos feministas que
quieren anular. Los medios de la derecha lo han presentado como si se hubiera
mancillado el Santo Sepulcro. Los mismos que callaron cuando el PP de Madrid
destruyó la placa que recordaba a las 13 Rosas, jóvenes republicanas torturadas
y asesinadas por el franquismo y vueltas a fusilar por el PP y VOX en el
cementerio de la Almudena con su falta de respeto y sus insultos. Fue Ortega
Smith, portavoz de VOX, quien vejó e insultó a todas las mujeres
blasfemando contra las 13 Rosas. Y ahora lloriquean por un canto. Tienen que
dejar de dormir con el geyperman.
Si nunca hay violencia en el 8M igual hay que hacer alguna pregunta
Volviendo al día de la mujer trabajadora,
hacer escándalo es no entender la juventud irreverente del feminismo. La
manifestación del 8M claro que es transgresora. ¿Cómo podría no serlo? Las
batucadas son la señal más evidente de que las mujeres jóvenes quieren levantar
la voz a ver si se las escucha. Protestan, pero lo hacen con ritmo,
sincrónicamente, con belleza telúrica, jocosidad, absoluta irresponsabilidad,
un tono cañí y un punto de desafío . "Ni estoy histérica ni estoy
menstruando. Grito porque nos están asesinando". Para que
quien quiera oír, oiga, incluidos los duros de oído y de mollera de Hazte oír,
un grupúsculo medievalista que ha financiado a VOX y que oír, oír, en realidad
no oyen mucho, escuchan menos y razonan a la altura de su ensimismamiento
penitente.
El 8M tiene algo del día de los locos pero
con efectos mucho más virtuosos. Lejos de generar un desorden que convoca a los
poderes asentados, abre grandes alamedas llenas de esperanza: la política puede
ayudar a solventar problemas. ¿Por qué en las manifestaciones del 8M no hay
violencia, siendo las concentraciones más numerosas que ocurren en nuestras
democracias? Pues seguramente porque no hay mujeres policías dispuestas a
infiltrarse y liarla parda para que puedan cargar sus compañeros de
antidisturbios. En los países en donde hay jaleo, suele
coincidir con que hay señoros de azul con casco, porras y gas pimienta
calentito. Hacen falta más mujeres policía.
Thank
you for watching
Cuando en Madrid, sorpresivamente, empezaron a cantar "olla, olla,
olla, Almeida Cara Polla", en una rima claramente ofensiva, es
evidente que señalaban al Alcalde Almeida como adversario, igual que es
evidente que no se les ocurría ninguna rima decente y que les resbalaba
absolutamente el "qué dirán".
Cuando entendieron que se habían gastado
los "estoy hasta las tetas/ de hacerte las croquetas",
"Manolo, Manolito/ la cena tú solito" y "sola y borracha/ quiero
volver a casa" (sin tilde), expresiones todas de un cambio de tendencia
social, rimar "polla" con "olla", que no entrará en los anales
de la rima, no buscaba sino zaherir de manera directa al Alcalde madrileño, a
quien en los mentideros de la Villa se le buscan motes vinculados a su no
excesiva altura y al, según criterios, no agraciado rostro. Y es verdad que ese lema, con una expresión
fálica, podría ser contradictorio con otros muy coreados como "Con ropa o
sin ropa, mi cuerpo no se toca" o el más barrial "me aprieta el
chocho la talla treinta y ocho", pero las jóvenes feministas los cantaron
con expresión de alegría. ¿Es una contradicción? No lo creo. Hay algo que la
derecha ni huele y que al PSOE se le ha pasado: a esas jóvenes hay cosas que ya
les resbala absolutamente.
Que te la chupe Siri (el feminismo liberado y
la era digital)
Para las nuevas generaciones, los asuntos
sexuales están en otra dimensión. Si alguien les dijera que masturbarse
les produce acné, que tienen que llegar vírgenes al matrimonio o que acostarse
gentes del mismo sexo es pecado llamarían a los servicios sociales para que
internen a los Torquemadas en urgencias (bueno, donde las urgencias funcionen).
Lo cual es una señal de que la pelea de sus mayores ha tenido su utilidad y que
se ha dado un salto dialéctico -una aufhebung diría
Hegel- donde se ha ensanchado el espíritu, esto es, donde hay más gente que
puede decidir cosas acerca de su propia vida. Las mujeres que siguen gritando
"Tranquila hermana, aquí está tu manada" o "hermana, yo sí te
creo" son las que exigieron la ley del sólo sí es sí. Mujeres que obligaron a cambiar una ley
porque la vieja les parecía eso: anticuada y enmohecida. Están en otra pantalla
y hablan de la serie Last of us como sus
mayores hablaban de lo transgresora que era Médico de familia, Aquí no hay
quien viva o, si me apuran, Curro Jiménez.
La polémica acerca de si las mujeres trans
son o no mujeres, como defienden señoras desde posiciones muy ideologizadas y
cargadas de argumentos teóricos, a la gente joven les parece una discusión
marciana. Con o sin moho.
La polémica acerca de si las mujeres trans
son o no mujeres, como defienden señoras desde posiciones muy ideologizadas y
cargadas de argumentos teóricos -unos con sus razones y otros recubiertos con
filamentos de moho-, a la gente joven les parece una discusión marciana. Con o
sin moho. Por eso la llamada manifestación terf fue marginal en comparación con
la manifestación donde iba la izquierda y a donde, incluso, fue el PSOE, pese a
que Carmen Calvo se está convirtiendo en un icono de ese feminismo tan tan tan
veterano que termina votando con el PP la reforma de la ley del sólo sí es sí.
Una pancarta del 8 M decía "Que te la
chupe Siri", lo que demuestra una actualización de los mensajes a la era
digital, cosa impensable en las luchas tradicionales de la izquierda. Sería
como si Pepe Álvarez, el Secretario General de la UGT con tics
patronales, llevara una pancarta diciendo "Parados a currar/las descargas
gratis se van a acabar", algo a todas luces excesivo incluso para un
sindicato que se atreve a compartir fiesta, lemas y marcos con la derecha
periodística y política más retrógrada. "Tu misoginia me da
patriarcadas" parece más sincero que aquello de "Obrero despedido,
patrón ahorcado".
¿Alguien ha vuelto a engañar al PSOE con las encuestas?
La política es un ejercicio de equilibrios
donde puedes tener olfato y, cada vez más, encuestas y focus groups. El olfato del líder suele ser su
salvoconducto. (Sánchez es un crack esquivando balas). Eso que a veces se
llama baraka y que en verdad, más que suerte
es una capacidad de tomar decisiones en determinados momentos que no
solamente te salvan el cuello sino que te permiten sacarte del pantano tirando
de tus propios cabellos hacia afuera.
Sin embargo, otras veces, la sensación es
la contraria y gente que parece lista hace el canelo. ¿A quién se le
ocurrió aquella famosa moción de censura en Murcia? ¿Con qué análisis contaba
el que rompió con Podemos convencido de que le iban a entregar el anillo mágico
y la dirección de la izqueirda? ¿Qué análisis había detrás de la nueva
convocatoria de elecciones que llevó a que se gobernara con ocho millones de
votos cuando la izquierda podía haber gobernado con doce? ¿Qué lectura de las
encuestas ha hecho el que decidió entregarle al PP un triunfo la víspera del 8M
en vez de dar la batalla contra los reductos de la historia encerrados en el
cuarto sin ventilar del poder judicial?
El 8M ha sido un éxito extraordinario, igual que el 7M y su entorno fue un
fracaso estrepitoso. Tarde ha salido la Fiscalía a insistir en que no ha
lugar a la rebaja de penas cuando la horquilla de años de cárcel está
incorporada en la nueva ley. Tarde recogen las portadas de los medios que
hablar de cientos de rebajas de condenas es mentir porque las sentencias no son
firmes. Los medios han creado una situación de miedo y el PSOE ha querido
escuchar ese miedo (como esas voces tertulianas que se creen personas justas e
insisten en frases jesuíticas como "rectificar es de sabios" que
buscan más el perdón que el análisis).
El estruendoso silencio con el que se
cerró la votación que ganó el PSOE con los votos del PP y el PNV y la
abstención de VOX, Compromís y Más País (el tacticismo calculador de Errejón ya
no lo levanta ni Ferreras) fue la señal más clara de que esa reforma no iba
bien encaminada
Batucadas contra el silencio del Parlamento
El estruendoso silencio con el que se
cerró la votación que ganó el PSOE con los votos del PP y el PNV, y la abstención
de VOX, Compromís y Más País (el tacticismo calculador de Errejón ya no lo
levanta ni Ferreras) fue la señal más clara de que esa reforma no iba bien
encaminada. No ganas una votación en el Parlamento y luego no aplaudes a no ser
que te dé vergüenza la votación que acabas de ganar. Igual que le hubiera
gustado a mucha gente que vota a la izquierda ver a Yolanda Díaz sentada
al lado de Irene Montero y Ione Belarra durante la sesión. Esa comunión hubiera
convocado a toda la gente a la que que quiere convocar: "Yo soy quien
cuida a la familia de la izquierda, y esté más o menos de acuerdo con lo que se
vote, yo no dejo sola a mi gente". Una oportunidad sacrificada de lanzar
un mensaje que emocione a la izquierda que está buscando emocionarse. Hay
soledades que engrandecen y ausencias que achican. Ojalá todo pronto se
recomponga. Y vuelvan las batucadas en la izquierda.
Pasado el 7N y el 8N toca avanzar en todos
los N pendientes. Pensiones, alquileres, subida de las hipotecas, topes de la
cesta de la compra, la ley mordaza... Porque con estas leyes, es verdad que el
PSOE podría volver a recurrir en el Parlamento el voto de la derecha, pero se
tiraría por la borda el enorme esfuerzo que ha hecho España para tener un
gobierno de coalición y una mayoría de gobierno que destierre los viejos
fantasmas. Creo que es evidente que ni el PSOE ni Unidas
Podemos van a romper el Gobierno. Quien rompe, paga. Pero tampoco debiera romperse "de facto" no
sacándose adelante las leyes que terminen de dar la impresión
en la ciudadanía -que todavía no la tiene- de que éste ha sido uno de los
gobiernos más fructíferos, estables e innovadores de los que ha disfrutado
España desde hace mucho tiempo.
No lloremos por la leche derramada. El
PSOE tendrá que explicar lo que ha hecho y Podemos hará otro tanto. Intuyo que
el miedo desplegado por el PSOE con la ley del sólo sí
es sí -como ha hecho con los perros de caza, como está
intentando con la ley mordaza, como hizo con el Sahara como hizo inicialmente
con la subida del salario mínimo, el tope a los alquileres o al precio del gas-
es no entender que España está cambiando, al tiempo que ensancha las
justificaciones de la derecha. La actitud correcta es, como ha hecho Sánchez,
recordarle al PP que si habla de las infames fotos del Tito Berni le vas a
recordar las de Feijóo con un narco que era su amigo y con el que veraneaba en
un yate cuando ya había salido en todos los diarios gallegos que estaba
implicado en el tráfico de cocaína.
Conclusión: para cuajar la tortilla habrá antes que romper los huevos
¡Feministas, dejen de romper los huevos!,
grita Abascal agitando sus Geyperman en su despacho, como si fueran los
muñequitos los que hablaran. Sobre la mesa resalta el mismo bote
de pimentón español de hace un par de años, la ausencia de papeles y la
desaparición del rastro de cualquier libro cerca. Tienen 52 diputados.
La izquierda no ganará las elecciones si
no da la batalla cultural contra la derecha y si no hace políticas que
beneficien a las mayorías, aunque enfaden a los millonarios y sus mayordomos. Tiempo, pues, de
decir que hace falta justicia fiscal frente a los que sueñan con guaridas
fiscales; viviendas dignas contra los fondos buitres y los que sueñan en
rentista; precios justos frente a los comisionistas avaros; pensiones dignas
contra las patronales que nadan en dividendos; libertad en las calles frente a
jusapoles que quieren impunidad; transiciones ecológicas reales frente al
capitalismo verde; inspecciones de trabajo frente a empresarios rapaces que
contratan falsos autónomos o inmigrantes con condiciones de esclavitud...
Es decir, asumiendo que donde hay una
necesidad hay que construir un derecho y que cada vez que construimos un
derecho acabamos con un privilegio. Y que por eso los privilegiados
lo van a poner difícil. Los que duermen con el Madelman, los muy
espaloles que se llevan las sedes a las guaridas fiscales y los que duermen con
la pistola en la mesilla desde la noche en que se puso en marcha el gobierno de
coalición.
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