viernes, 5 de junio de 2020

TRAS LEER LA RENDIJA


TRAS LEER LA RENDIJA 
(REFLEXIONES PERIODÍSTICAS)
POR JUAN MANUEL TORRES VERA
En este efecto de retroceder en el tiempo con el cielo de la memoria, presencio el primer encuentro con Víctor Ramírez hace ahora veinte años en la plaza central del pueblo de Vallehermoso, y como testigo mudo el Roque Cano, allí arriba. Con motivo de la presentación de la primera edición del libro "El Fogueo", por el que muchos paisanos dijeron que ya podían morir tranquilos, recuperaban la verdad histórica del golpe de Estado del general Franco contra la II República.

         En ese hilo conductor entre reflexiones recuerdo a mi abuela materna, siempre vestida de luto desde que la conocí muchachito llegado de la patria de Bolívar. Constantemente me insistía, ya en sus últimos días, con ochenta y seis años, que lo más que había visto en abundancia en su vida era la maldad y en el corto espacio del territorio de la isla de la Gomera, y por tanto desconfiaba de todo, menos de sus vecinos casi hermanos con quienes compartía los frutos de su trabajo agrícola, desde las papitas recién cavadas para que las probaran a las dulces peras del Barranco de los Guanches. "La persona biófiIa" acaba sintiéndose solitaria, incomprendida, luchando tenazmente contra el desánimo y el miedo a practicar lo más digno de su naturaleza, la solidaridad emancipadora.

         Con ese cariño inmenso habla Víctor de su abuela Constancita que en paz descanse también: bueno es, mi niño, quien da a la sociedad más bien del que recibe, y malo lo contrario, por eso casi todos los que mandan son malos, desde reyes a papas. En los ratos de las tardecitas azocados junto a la entrada de la antigua cocina de leña, se prolongaban los silencios interrumpidos por algún cernícalo haciendo penino en retirada y alguna ráfaga de viento estremecía las ramas del duraznero mollar del patio de tierra y le observaba disimuladamente los surcos de las arrugas de la piel curtida por tantos trabajitos para ganar el sustento con el sudor de su frente.
         Ella, sin saberlo, partía también del principio de rebeldía ante tanta mentira impuesta de los señoritos que le tocó soportar después de la resistencia de su pueblo que terminó en rendición con el pacto de honor de palabra que los fascistas nunca respetan si están en juego sus privilegios. Así pude comprobar la existencia de la maldad con mis propios ojos en la escuela de los últimos años del franquismo en el pueblo de mi abuela y de mis raíces cuando un maestro llamado José Antonio, como el ideólogo de la falange, ayudado por dos alumnos que obedecían sus órdenes, hacía pasar por encima de unas bostas de burro a un chico tremendamente noble para humillarlo ante todos los compañeros; hoy éste es un extraordinario profesor universitario y uno de aquéllos, como refleja en muchos artículos Víctor el destino de estos personajes, ocupa un alto cargo en las finanzas de una entidad bancaria, dañino en otras labores sociales, amparado en la confianza que le da el olvido que -piensa- tiene a sus expensas.

Tampoco podré olvidar nunca la pistola que me apuntó el pecho, en la puerta del mismo cuartel acribillado a balazos en 1936 y símbolo de la resistencia, durante la investigación de la historia del libro del "Fogueo" a principio de los años ochenta. Allí supe hasta dónde puede llegar el valor de decir la verdad cuando percibí la fría mirada de un cacique justificándome el fusilamiento de gente buena con la Biblia en las manos.
         Sí, uno escribe como recibiendo un dictado interior misterioso, aparece ese estado indómito de prevención hacía todo lo español ofIcializado, pues ellos en el nombre de España justificaban todas sus acciones. Que hacía pensar a una persona de la burguesía, como al gomero Guillermo Ascanio en sus artículos de prensa en 1933 cuando afirmaba con rotundidad que: "no se diga que los canarios somos españoles y tenemos el derecho de intervenir y hasta de formar parte del gobierno español, ya que cuando son ministros en Madrid, tienen que gobernar para España y no para Canarias".
         Y esto una vez más lo tenemos a prueba muy reciente cuando el ministro canario en España, López Aguilar, para hacer méritos suelta con toda soltura el disparate de "construir" nuevas figuras legales para encerrar de por vida a los vascos que se niegan a ser españoles.

Ningún tema es ajeno al pensamiento de Víctor; así nos habla de la atosigante invasión de nuestras islas por españoles, y de otros europeos y no europeos, pero no podemos sentir xenofobia porque vivimos asustado en nuestra propia tierra, la fragmentación del territorio nos imposibilita la concienciación de pueblo sometido y ni tan siquiera ante tanta opresión aboga por la violencia contra quien oprime sino defiende una valentía pacífIca antes que la guerrera.
         Y en lo social no puede abandonar el mensaje que pone en boca de la abuela Constancita: "los hombre buenos trabajan decentemente y no quieren ser ricos, porque ser rico significa hacer pobres y desgraciados a los demás".
         El tiempo exaltará estas reflexiones con el canto de su admirado José Alfredo Jiménez de fondo, pues a pesar de la adversidad para lograr los objetivos del bien colectivo y convivir con menor injusticia, la causa no está perdida porque Víctor Ramírez está en pie y asegurado su mensaje para encender la dignidad en los soles de la Independencia.

Vallehermoso, Gomera, Mayo de 2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario