"EL MINISTRO YA HA GANADO"
MARTA NEBOT
Muchos ya
pensábamos que "no hay ningún riesgo de insubordinación en la guardia
civil" antes de que la ministra de defensa apareciera en la portada de El
País, declarándolo como gran declaración. Lo pensamos incluso cuando el
vicepresidente del Gobierno, el día antes, se marcó la chulería en la Comisión
de reconstrucción poscovid, en el Congreso de los diputados, de confesarle al
portavoz de Vox que cree que a ellos "les gustaría dar un golpe de estado
pero que no se atreven".
A mí me lo había
contado mi confidente en la Guardia Civil. No es ningún general, no está en la
pomada, nunca será el DAO, pero lleva muchos años en el cuerpo, muchos destinos
y muchos jefes distintos en su largo currículum. Es un buen compañero que cuida
de la institución, le gusta estar bien informado y conoce a mucha, mucha, gente.
"Aquí lo que
ha pasado es que Marlaska ha terminado con eso de que la Guardia Civil fuera
como Andorra, un país independiente", me dice como resumen y me cuenta que
en este cuerpo militarizado siempre fue su élite la que eligió a los que
prosperaban. "Hacían eso, como en Roma cuando eligen Papa, ¿cómo se
llama?", me pregunta buscando la palabra.
"Eso, concilios, con fumata negra o blanca", exclama cuando le
recuerdo el término. "Ni Rubalcaba
se atrevió a cambiar eso", subraya. Y es que aquí hemos tenido "mucho
sinvergüenza", afirma, y la Guardia Civil es la que maneja "toda la
información sensible" para la política nacional, añade. "Los
políticos de este país que están en la cárcel, lo están por informaciones de
esta guardia", me suelta con deje orgulloso.
Confirmando lo que
me cuenta, confirmo que los nuevos nombramientos que ha hecho Marlaska son
perfectamente legales, aunque no hayan tenido en cuenta "la
antigüedad", como era "tradición" en el cuerpo, según
declaraciones que hablan de "las molestias internas" que ha generado
el ministro con sus nombramientos desde que llegó al cargo.
"Lo de
ocultarle el informe no ha sido", concluye rotundo sobre el motivo del
cese de Pérez de los Cobos (el coronel jefe de la comandancia de Madrid), que
ha generado el terremoto entre los del tricornio de esta semana. "Hasta yo
lo tenía antes de que se publicara", confiesa. "Esas cosas circulan;
se las pides a algún compañero por la puerta de atrás", cuenta sin darle importancia.
"Si el ministro lo quería no le hacía falta pedirlo de esa manera",
afirma malicioso y rotundo. "Lo que pasa es que Pérez de los Cobos va y lo
filtra, como hizo Manuel Sánchez Corbí", el exjefe de la UCO, la unidad
central operativa, fulminado en agosto de 2018, recuerda.
"Son guerras
de poder; nadie está pensando en golpe de estado", certifica como colofón
a su relato. "Y luego, [a Marlaska] se le han ido dos más por cosas muy
distintas: el DAO [el número 2,
Laurentino Ceña], porque le faltaban tres días para jubilarse y ha querido irse
haciendo ruido, entre sus cojones o los del otro, pues los míos, ha
dicho"; "y el número 3 [el
General Fernando Santafé] se va porque se veía, por antigüedad (subraya con
retintín) como el proximo Papa, el nuevo DAO, y el ministro le ha dicho que de
eso nada", cuenta divertido.
"A mí me han
dicho que hay otros dos tenientes generales dispuestos a irse pero que
Marlaska, de momento, ha conseguido convencerles de alguna manera", y ahí
deja la frase.
"Pero esto se
ha terminado", concluye. "¿No ves que son 104 coroneles y que solo
treinta y tantos suben a general?". "Los coroneles son gente muy
agradecida", declara con sorna. "Muchos estarán rezando por ser los
elegidos en una nueva terna que no se esperaban", especula; "guerras
de poder", vuelve a decir, "y nada más".
Ahora "una
cosa te digo", me dice bajando el tono, poniéndose interesante, "hay
dos guardias civiles, la de la cúpula y la de los que patrullan y echan horas.
En la de la calle, el ministro ya ha ganado".
"¿Sabes que es
lo que más circulaba en los chats de los compañeros estos días?", me
interroga. Cachondeos varios sobre todos esos jefes, chistes sobre si se
achantaría o no el ministro, pero, sobre todo, frases como esta: "Ojalá
haya otra guerra de poder todos los días". Con la subida del tercer tramo,
que faltaba, de la equiparación salarial de los cuerpos y fuerzas de seguridad
del estado, "el ministro se ha ganado a la tropa, digáis lo que digáis en
los periódicos".
Buscando más
confirmaciones de su relato, me encontré con esta entrevista a Juan Fernández, al nuevo secretario general
del sindicato mayoritario del cuerpo, la Asociación Unificada de Guardias
Civiles, que tiene más de 30.000
afiliados entre sus 70.000 efectivos. Todos los demás sindicatos, que han
estado haciendo mucho ruido estos días, no suman ni la mitad de su
representación. Fernández se pone firme pero muy de perfil con todo lo
ocurrido: no liga ni un poco estos acontecimientos con la subida salarial y,
simplemente, la celebra; y, sobre el
malestar interno, declara "la dedocracia es lo que tiene, cuando te
nombran estás muy contento y cuando te cesan pues no te gusta". "La
Guardia civil se debe a las decisiones que adopten los poderes públicos y la
obediencia a la cadena de mando nos afecta a todos por muy alto en el
organigrama que se esté, el uniforme nos afecta a todos por igual",
sentencia para los descontentos.
Dicho todo esto,
según mi confidente, es que si a Vox le diera la ventolera de imitar a sus
ídolos –algunos miembros del partido se han declarado seguidores de José
Antonio Primo de Rivera, el hijo de un dictador que dio otro golpe de estado y
fundó Falange Española en 1933– le iban a seguir "cuatro gatos".
Así que, quizás,
vicepresidente, no es que no se atrevan, es que saben que para eso están muy
solos.
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