FUERA TORRA Y VIVA EL REY
POR MARTÍ CAUSSA
Este ha sido el lema de la derecha y la extrema derecha durante los últimos días, pero quien lo escenificó y le dio visibilidad mediática fueron la cúpula judicial y el propio rey durante la entrega de despachos a la nueva promoción de jueces.
El profesor Joaquín Urías explica que: “La voluntad del poder judicial era que la sentencia [contra Torra] que ha salido este lunes saliera el viernes, coincidiendo con la presencia del rey en Barcelona. La irritación de Lesmes y la cúpula judicial viene porque querían que el rey apareciera apoyando una posición ultramontana del CGPJ”. Dado que el gobierno de Madrid no programó la presencia del rey en el acto, Lesmes atizó a la concurrencia y los asistentes terminaron gritando ¡Viva el Rey! Poco después el monarca llamó a Lesmes para decirle que le hubiera gustado estar en Barcelona y toda la prensa se hizo eco. Objetivo cubierto: Torra destituido como presidente de la Generalitat, el españolismo reaccionario agrupado en torno a la figura del rey y, de paso, un nuevo torpedo a la línea y flotación del gobierno PSOE/Unidas Podemos.
Un rey sospechoso
de corrupción y perdiendo popularidad a marchas forzadas parece buscar su
continuidad desplazándose hacia la derecha y la extrema derecha. La sospecha de
corrupción no viene sólo de la cobertura de los negocios de su padre, sino de
que él mismo ha sido beneficiario a través de algunas sociedades. El paso
decisivo hacia las posiciones derechistas y autoritarias fue su discurso del 3
de octubre del 2017, cuando animó la ofensiva represiva contra Catalunya. El
aval a Lesmes y el apoyo que significaba a la inhabilitación de Torra sólo es
el último episodio.
Una sentencia
desproporcionada y injusta, pero políticamente clarísima
El motivo de la
condena del presidente Torra es conocido: descolgar con retraso una pancarta
que pedía la libertad de los presos políticos y exiliados tal como le exigía la
Junta Electoral Central. Es decir, ni siquiera era una desobediencia, porque
terminó descolgando la pancarta.
La sentencia hay
que calificarla de profundamente desproporcionada sin necesidad de cuestionar
la legalidad española: a una obediencia retardada o una desobediencia de baja
intensidad se la castiga con la inhabilitación de un presidente de la
Generalitat elegido democráticamente. Precisamente por esta desproporción
brutal la sentencia es injusta.
Pero la lectura
política de la sentencia es clarísima. La cúpula judicial se ha convertido en
el brazo ejecutor de la derecha y la extrema derecha, tanto si están en el
poder, como si están en la oposición. El voto popular es irrelevante, tanto en
Catalunya como en España, cuando se trata de asegurar los intereses del Estado
profundo. No es una novedad absoluta, sino una tendencia que se ha ido
reforzando con el paso de los años. La sentencia del Tribunal Constitucional
del año 2010 ya recortó el Estatuto de Catalunya a pesar de haber cumplido
todos los requisitos legales, haber sido aprobado por el Parlamento, recortado
por las Cortes españolas y ratificado por referéndum de la ciudadanía de
Catalunya. La sentencia contra las personas consideradas responsables del 20-S
y el 1-O transformó el derecho de manifestación y la organización de un
referéndum, ejercidos de forma no violenta, en un delito de sedición castigado
con en decenas de años de prisión. Posteriormente ha habido 2.850 represaliados
en Catalunya por actividades similares: el mismo día que Torra fue inhabilitado
Tamara Carrasco tuvo que declarar ante un tribunal con una petición de siete
meses de prisión, después de meses de confinamiento en su pueblo y con la única
base de un informe de la Guardia Civil; y también el mismo día se supo que
Jordi Pesarrodona era condenado a un año y medio de inhabilitación por haberse
puesto una nariz de payaso junto a un guardia civil
El Estado profundo
considera que las demandas soberanistas o independentistas de la mayoría de la
ciudadanía de Catalunya deben ser derrotadas por medio de la represión, ya que
se ha demostrado que no pueden serlo a través de las urnas. Para ello se debe
retorcer la legalidad y recortar la democracia.
Paralelamente, este
ataque contra libertades fundamentales se utiliza para impedir las demandas
populares y para encubrir la corrupción y el expolio que practican una minoría
de poderosos. Esta es la otra cara de la moneda: el rey emérito ni siquiera es
investigado por corrupción, las cloacas del Ministerio del Interior continúan
funcionando, el ex ministro de la dictadura Rodolfo Martín Villa sigue sin ser
citado por los tribunales español por delitos de lesa humanidad, los
responsables de la estafa de Bankia son exculpados, pero la policía carga
contra los manifestantes ante la Asamblea de Madrid que protestaban contra la
gestión de la pandemia en los barrios populares.
La cuestión de
fondo no es Quim Torra, sino la democracia
Ninguna
movilización impedirá que el presidente Torra deje de estar inhabilitado. Él
mismo y su gobierno ya lo dan por hecho, a pesar de los recursos que
presentarán. Pero si no hay movilizaciones y protestas contra su sentencia
injusta habrá más, la democracia continuará retrocediendo y la consolidación de
los elementos autoritarios del Estado continuará avanzando.
Protestar y
movilizarse contra la sentencia judicial que ha inhabilitado a Quim Torra no
significa apoyar su política, con una buena parte de la cual discrepo desde el
momento de su nombramiento. Tampoco significa apoyar la independencia de
Catalunya, como tampoco lo significaba el hecho de votar en el referéndum del
1-O, como lo demostraron la cantidad importante de votos negativos que se
contabilizaron. Movilizarse contra la inhabilitación de Quim Torra es luchar
contra el retorcimiento de la ley para impedir el ejercicio de libertades
fundamentales, contra el secuestro de la democracia por parte de poderes no
elegidos, como la cúpula judicial y el rey, que se han puesto al servicio de la
derecha y la extrema derecha.
Hace tiempo que la
democracia retrocede en el Estado español y que se refuerzan las posiciones de
la derecha extrema y de la extrema derecha. No obstante es difícil que un
ataque profundo contra la democracia pueda venir exclusivamente del triunfo
electoral de estas posiciones. El apoyo de la cúpula judicial y del rey parece
casi imprescindible, por no hablar del del ejército. Para compensar la falta de
apoyo democrático la derecha y la extrema derecha buscan y seguirán buscando la
colaboración activa de los poderes no elegidos. Por eso es importante pararlos.
La lucha popular
por la democracia y las reivindicaciones sociales, a nivel de Catalunya y del
Estado, es la única manera de hacer frente a la ofensiva de los poderosos.
Democracia y reivindicaciones sociales sin aplazar ni recortar ninguna de las
dos. La democracia debe incluir el derecho de autodeterminación y de decidir
sobre monarquía o república. Los derechos sociales se deben reivindicar para
hoy, sin posponerlos al día después de la autodeterminación o de la
proclamación de la república.
Democracia,
República y Derechos sociales deberían ser los lemas de las clases populares.
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