EL PCE(ML) Y LOS ATRIBUTOS POLÍTICOS
DE RAÚL MARCO
La verdad siempre es
revolucionaria, o eso debería ser, ya que a la mentira se la coge más pronto
que tarde.
POR MAITÉ CAMPILLO
Ante el fallecimiento de Raúl Marco que durante su vida ocupó varios cargos en la dirección del PCE(ml) tengo que puntualizar o aclarar a los que de él han escrito o leído, sobre los misteriosos e intencionados atributos políticos, que le han otorgado en su vida. Esto es algo tan básico, como de principios inalienables fundamentales, caracteriza a los verdaderos revolucionarios defensores del marxismo-leninismo. No cambiar la historia ni el significado de las palabras, la mentira nunca es revolucionaria, forma parte de una atmósfera extraña filtrada en nuestras filas, se detecta, se huele, es ajena a la militancia, con esto quiero decir que (Julio Manuel Fernández López) conocido como, Raúl Marco, nunca fue el proveedor personal del FRAP, mucho menos “fundador y líder” del PCE (ml) ¿Si un ser humano está convencido que la causa que defiende es justa significaría realmente serlo con una conducta antagónica, o si para él, la justicia radica en esa causa, estarían de más, los principios marxistas-leninistas y hasta la opinión de grandes y dignos camaradas consagrados a ellos? Un verdadero revolucionario tiene, y debe amar la verdad siempre, como tiene y debe ser antimperialista y antifascista convencido, como tiene y debe, considerar el socialismo no sólo como motor de avance y salvación del proletariado, sino como la única fuerza real de la historia capaz de conseguirlo.
Mucho se ha escrito
sobre un “pequeño” partido que desde su nacimiento (1964) tuvo en vilo a las
fuerzas policiales del Estado fascista de Franco. Lo que pasa es que de lo
escrito y hablado, gran parte proviene de los servicios secretos, del enjambre
anticomunista y mediático que pulula entre los medios y círculos de
desinformación. Por supuesto, otra parte lógicamente de antiguos militantes honestos,
algunos renegados y otros (aún) muy “oficialistas” que surgen de los últimos
años dentro de una organización agonizante que muy poco o nada tiene ya que ver
con el auténtico PCE (ml). Deformada su trayectoria y descomposición sin haber
cruzado siquiera el umbral de los fusilamientos de 1975. Pronto sonaría la
campana en llamamiento a los pajes, a la sombra de sus propias sombras ya
enraizadas dentro. “La chispa”, encendida, se propaga entre refriegas verbales
y enfrentamientos en malestar amargo como la hiel. Las disputas toman un cariz
antagónico frontal. El desajuste era total, fomentando un ambiente y oxígeno
enfermizo impropio de un partido marxista-leninista, desarmando sus filas;
vence la razón de la sinrazón fogueando la columna vertebral del equilibrio
interno. Se impone el mazo del lado oscuro. El cerco se amplía, desaparecen
camaradas y organizaciones históricas, ensalzan otras siglas y otros
protagonistas agarrados al cordón umbilical del poder oculto, porque el poder
oculto les abalaba, más allá de su propia formación y entrega, de su presencia
real y su apoyo de las bases justificando todo en la clandestinidad,
“clandestinidad”, que les sirvió para manejar a antojo los intereses ocultos a
sus anchas.
Solo la conciencia
se impone cuando se tiene, y miles de personas se levantarían dispuestas a
apoyar la bandera de la dignidad como pájaro que anuncia su libertad. No te
rindas, son tiempos de lucha, habla contra los que ensucian la palabra para
tergiversar su significado. No hace falta cerrar los ojos para ver, ni ves
mejor por tenerlos abiertos si miras para otro lado o te recreas en tu ombligo
como la voz de Dios. No. No hace falta cerrarlos para descubrir el deambular
del puñal de la justicia contra la libertad. No dejes que te vayan destruyendo,
encuadra la historia en el punto de mira, recuerda que a otros están matando, y
que en las cárceles sigue habiendo decenas de presos políticos. No confundas
tus aliados, todo el campo no es orégano. (Si más de un político portavoz “de
las capas populares” no mirara en primer plano con saña y obsesión la
elasticidad de su estómago y la amplitud de sus bolsillos otro gallo cantaría).
La historia no solo la escriben los vencedores, también la escribimos nosotrxs,
pero no solo basta documentarse sino haberla vivido sin mentir sobre ella, para
no aplastarla como el fascismo y sus serviles aplastan la verdad. Y eso parece
que cada vez lo hacemos menos: si Lenin fue el líder de la revolución
bolchevique, no puedes decir que fue Troski, por mucho que te guste Troski; si
la URSS con Stalin al frente fue la que derrotó a los nazis, no puedes decir
por mal que te caiga, que fueron los yanquis por muchas películas de Hollywood
que hayas visto; frente a la escena el revolucionario no titubea aunque la
suerte no acompañe y a veces se encuentre como a la deriva, no te confundan con
la palabra “patria”, ego y ombligo de las “españas”, donde el trono del más
tonto reina en el país de los ciegos.
La pregunta sería,
¿siempre fue leal el “secretario general”, aunque participara en acciones que
pudieron y pueden considerarse contrarias, o acaso para él, “como líder
absoluto” -eso no tiene importancia aunque no sea así para la verdad objetiva-
cómo justificarlo, ya que si uno cree que lo infamante radica en lo que uno
combate, entonces, uno estaría en contra de la infamia aunque desde el punto de
vista objetivo sea todo lo contrario? Raúl Marco era un simple militante más.
Y, con esto no quiero decir que los militantes sean simples, todo lo contrario,
son la esencia, el motor del partido, o eso debería ser. Llegó con uno de los
grupos que fundaron el PCE (ml), “La Chispa”, cuyo líder indiscutible era Suré,
un ex-combatiente comunista en la guerra contra el fascismo, marido oficial de
Elena Odena, con la que tuvo dos hijas, una de ellas adoptada si ésto significa
algo, y que en su separación matrimonial Elena-Suré, elige irse con el padre.
(Ni Elena Odena) ni Raúl Marco nunca en su vida fue Secretario General del
Partido. Por la sencilla razón de que en el PCE (ml), nunca, hubo Secretario
General -tuvo secretariado- o sea, tres secretarios como órgano máximo de
dirección dentro del Comité Ejecutivo y Comité Central.
Otra cosa es que
sus afines, que fueron colocando a base de destituciones por otro lado, sus
escuderos, en la etapa de la llamada “transición” vía a la descomposición y
disolución no solo del FRAP, sino del propio Partido, aunque aparentemente le
tuvieran un corto tiempo como tal, porque al poco lo expulsaron, como él
expulsó a otros para el hueco de éstos. Pero más que a él, “a la que adoraban”,
era a su compañera, o sea, a Benita Ganuza (Elena Odena), ya que ésta, desde la
sospechosa detención y encarcelamiento de Ángel Campillo en el 1969, maniobra
con muchas garras tras los bastidores, haciéndose con el control absoluto de
los órganos de dirección, acomodando súbditos al cerco en sustitución de
Campillo (Edu), elevando al Secretariado a su “oficial compañero” (tras la
separación de Suré), Raúl Marco, obteniendo así la mayoría, quedándose solo,
frente a los dos, Lorenzo Peña en la dirección. A partir de ahí todo el
proyecto de partido que tenían los grupos fundadores de Campillo y Peña, se
vino abajo. El PCE (ml) inicia una falsa deriva “ultraizquierdista” fomentando
la estampida de cuadros y militantes que no aguantan el clima asfixiante ni el
rumbo ideológico que estaba tomando la nueva dirección, ajena a los principios
fundacionistas del partido, entre ellas una aceptación ciega, de Odena y Raúl,
de la nueva deriva del Partido Comunista Chino reconociendo al PCE de Carrillo
y a los jefes del imperialismo yanqui Nixon y Kissinger. No hay que olvidar
que, en el mismo momento que Mao, alagaba y agasajaba en una reunión a Nixon,
los yanquis estaban bombardeando el norte de Vietnam. Cuando sale Ángel
Campillo de la cárcel, el Partido ya era otro. No le reintegran al secretariado
lógicamente, aunque por su peso y formación no se atreven a quitarle del
Ejecutivo. Ángel aguantó la nueva situación no sin enfrentarse duramente en
varias ocasiones a Elena Odena y “sus escuderos”. Llegó a levantar toda la
organización de Euskadi que tras los fusilamientos del 75, estaba hundida,
organización que la nuevas directrices destruye como tantas otras
organizaciones (Nueva detención de Ángel Campillo en Euskadi).
Veamos lo que dice
Lorenzo Peña en su prólogo a la 3º edición ampliada del libro “Incomunicado” de
Ángel Campillo: <<Reflexionando sobre el asunto años después (se refiere
a la fundación del PCE (ml), pienso que Ángel Campillo y yo fuimos los únicos
que aportamos militancia (salvo casos aislados) a las filas
marxistas-leninistas; él aportó esas organizaciones obreras de la emigración;
yo, la mayoría de la organización estudiantil madrileña (…). En el Pleno
Ampliado de Bruselas de diciembre de 1964 Ángel Campillo jugó un gran papel; ya
allí y entonces quedó destacada para mí su figura (…). En algún momento el
camarada Ángel Campillo fue cooptado al comité ejecutivo (se refiere Peña tras
el Pleno Ampliado). En cambio, Elena sólo era miembro del central (nadie había
propuesto su candidatura para el ejecutivo); su nuevo compañero, Raúl Marco
era, él sí miembro del ejecutivo; pero Paulino desconfiaba profundamente de
ambos, de quienes tenía mala opinión; por lo cual en la práctica esa “pareja”
estuvo apartada de la toma de decisiones y de las labores directivas la mayor
parte de aquel periodo de quince meses (Paulino García Moya en esos momentos se
le consideraba al menos “moralmente” el secretario general, se le respetaba por
ser el que tenía más experiencia)>>
Deja muy claro como
estaban en los primeros años los “fundadores y dirigentes” del PCE (ml), Raúl
Marco y Elena Odena. Solo, tras la caída misteriosamente extraña, como la de
Ángel Campillo, de Paulino y otros cuadros de Madrid, fueron rehabilitados
(cosa que yo personalmente nunca he podido entender). Fue precisamente Ángel
Campillo junto a Lorenzo Peña los que los contactaron para intentar tirar hacia
adelante tras las caídas de los camaradas (Decisión que Campillo, años más
tarde asumió como un gran error que nunca se perdonaría). Y Elena pasó al
ejecutivo, y al secretariado junto a Lorenzo y Campillo; Raúl se mantuvo en el
ejecutivo, todavía no tenían el poder. Fueron Campillo y Lorenzo, trabajando
codo con codo los que hicieron una labor titánica para que el PCE (ml) fuera
avanzando en militancia y en ideas como partido revolucionario: <<Se
formó un nuevo consejo de redacción de nuestro periódico Vanguardia Obrera y
sacamos también una publicación teórica, Revolución Española (escribe Lorenzo
Peña) Gracias principalmente al trabajo de Ángel Campillo, se llevó a cabo, en
la medida de lo posible, una reorganización de comités locales en el interior y
en la emigración, tratando de darles impulso renovando. Celebramos en París
unos cursos de cuadros. Parecía un milagro que, cuando habíamos quedado
destrozados y desbaratados, pudiéramos seguir adelante. Ángel Campillo era el
secretario de organización, yo era oficiosamente el ideólogo y principal
propagandista del partido. Me confió varias tareas de organización. P.ej.,
teníamos en Bélgica una organización de base díscola, soliviantada, que andaba
agitada en disensiones internas y se manifestaba en pronunciamientos hostiles a
la dirección. (En especial no tragaban ni a Raúl ni a Elena.). Ángel se las
veía y se las deseaba para poner orden en ese avispero y me mandaba a
mí…>>
(Sigue narrando
Lorenzo Peña en “Incomunicado): <<La caída del camarada Ángel Campillo, a
comienzos de 1969, fue la segunda gran tragedia del PCE (ml), después de la que
había sufrido Paulino en abril de 1966. En realidad fue mucho más grave. Tras
la caída de Paulino, ciertamente, se produjo el ascenso fulgurante de Elena al
ejecutivo y al secretariado. Pienso que fue un hecho muy lamentable en la
historia del PCE (ml) ¿Qué aportaba Elena? Nunca oí hablar de que hubiera
realizado antes trabajo alguno como organizadora, ni en el PCE ni en el grupo
‘La Chispa’; o sea, nunca tuve noticia de que poseyera una experiencia de
proselitismo, distribución de propaganda o trabajo entre las masas. Llevaba
muchos años viviendo entre el funcionariado internacional de Ginebra; sus
contactos con la base obrera debían haber sido escasos. Obviamente tampoco
había tenido jamás una actividad universitaria de ningún género (por mucho que
la encandilara el relumbrón de la gente con estudios superiores –que ella no
había tenido ocasión de cursar). Desde el punto de vista ideológico-político,
su formación era superficial, como una sarta de eslóganes y un cúmulo de
lecturas por encima, mal asimiladas. Su carácter personal era altivo, glacial
(De hecho su pertenencia a la dirección se convirtió en una rémora; ella
suscitaba el rechazo de muchos militantes y cuadros; varios de quienes
abandonaron nuestras filas y se sumaron a grupos disidentes adujeron, entre
otros motivos, su incompatibilidad con la camarada Elena)>>
(Seguimos con
Lorenzo Peña a la 3º edición de ‘Incomunicado’): <<Su ambición no conocía
límites. Su egolatría era una adicción que, a la postre, resultó nefasta para
todos, incluso para ella misma. Lo peor era su tendencia al ultraizquierdismo
rayano en el troskismo (Había rehusado leer nada de Troski para no caer en la
tentación). El camarada Ángel Campillo tenía mala opinión de Elena y de su
compañero Raúl. Dudaba de su probidad, de su integridad moral, de su adhesión
sincera a la causa proletaria, viendo en ellos, más bien, personas que
aspiraban a trepar y encaramarse. La caída de Ángel no sólo fue uno de los
acontecimientos más tristes de mis años de militancia (significando para mí
como la caída de un hermano) sino que, además perturbó el equilibrio hasta ese
momento existente en la dirección del partido. Raúl vino cooptado al
secretariado y nombrado secretario de organización del PCE (ml), cargo que
ocupaba Campillo antes de su detención. O sea, desde comienzos de 1969 Elena
tenía en sus manos la mayoría del secretariado y del ejecutivo, las relaciones
con los camaradas chinos (aunque no sirvieran de nada), la secretaría de
organización del partido y la voz cantante en Vanguardia Obrera. Aun así, no
dio un golpe de timón inmediato. El giro a la “ultraizquierda” lo va entonces a
planificar Elena para realizarlo por estadios consecutivos, consumándose en el
I Congreso del partido, en Italia, en 1973. Dudo que Ángel fuera informado del
viraje “ultraizquierdista de la política del Partido”, y de su alineamiento con
la nueva política china de acercamiento a USA (se refiere Peña al periodo en
que Ángel estuvo en la cárcel). Me imagino que, cuando pudo reincorporarse a
sus responsabilidades en el PCE (ml) a finales de 1973, o comienzos del 1974,
tuvo que encontrarse con un Partido que había cambiado mucho y con una
dirección bastante diferente de aquella de la cual él había formado
parte>>
Ricardo Gualino
(miembro del ejecutivo), fiel a la “pareja” Odena-Marco hasta su fallecimiento,
en su libro ‘FRAP: Una temporada en España’, hablando sobre el nacimiento de la
Convención Republicana declara: <<La convención Republicana nació en una
gran reunión en un pueblo entre París y Bruselas. Participaron numerosos
delegados y tuvo un gran éxito. Recuerdo que Matilde creó un grave incidente al
inicio de la conferencia (Matilde era su compañera además de militante). La
mesa de la presidencia estaba compuesta totalmente por hombres, a excepción de
Elena, y tras consultar con algunas camaradas, antes de la apertura de la
reunión, subió al estrado y denunció la situación, pidiendo que la mesa fuera
ampliada. Se creó una cierta confusión, la mesa quedó igual que antes, y Elena
y Raúl se enfurecieron. Elena, furibunda, echó a Matilde un tremendo rapapolvo
que la hizo llorar. (Otra cita de Gualino, ésta del libro ‘Incomunicado’,
hablado de Ángel Campillo): <<En la “transición” se responsabilizó del
País Vasco y entró en grave contradicción con Elena Odena. Nunca he entendido
exactamente la razón. Tengo un recuerdo muy desagradable de aquel episodio, de
la discusión en el Comité Ejecutivo, muy fogosa, de las acusaciones en contra
de Ángel, intenté defenderlo y aún me acuerdo de la mirada asesina de Elena
frente a la cual me quedé fulminado>>
Indudablemente hubo
dos PCE (ml) bastante diferenciados, uno, el de su fundación hasta la detención
de Ángel Campillo (Edu), en el 1969; el otro, el que continuó bajo los
tentáculos Odena-Marco, ahora sí, líderes indiscutibles para hacer y deshacer a
su antojo, me refiero a Elena Odena, ya que Raúl solo fue un figurín una
especie de escudero personal de la “líder” (Siempre he pensado que ninguno de
estos dos personajes debieron estar en un partido comunista, se les debió haber
descubierto y expulsado). Muchos se preguntaron aunque ahora se callen -¿quién
entregó al camarada “Acero”, camarada de los grupos fundadores del Partido
salvajemente torturado que murió en condiciones deplorables? Es cuando menos
intrigante cómo estos dos llegaron a controlar el PCE(ml), en su totalidad. Primero
cae detenido el dirigente Paulino García Moya en el 1966 y en el 1969 cae
detenido el secretario de organización Ángel Campillo… ¿Cómo pudieron caer
tantos cientos de militantes en 1975, cómo la policía desmanteló todas las
imprentas clandestinas en tan poco tiempo, dónde está todo el archivo,
documentación reservada del Partido, las actas, el botín de expropiaciones por
el que muchos camaradas sufrieron represalias, etc.?
¿Quién dijo que la
revolución que se organizaba estaba perdida antes de finalizada?
Hubo resistencia,
saltos de lucha y cientos de llamamientos por las bases dispuestas. Pero todo
estaba atado y bien atado incluida la evasión de los “incondicionales de la
ultraizquierda”. Recojo el testigo, no hay tregua, la cobardía ya sea en nombre
de dios como del diablo no come en mesa de lucha, diferencia entre el ser y no
ser, lo real o simulacro, lo auténtico o lo mediático venga de donde venga. No
te dejes engañar con la mejor sonrisa ni te engatuse su mirada a forma de
“reconocimiento”, por el hecho de que los medios nombren y titulen las
organizaciones por las que has luchado, amado y dado la vida, cuando su
información asienta a sus serviles como “líderes” utilizando la historia de los
fusilados y asesinados entre interrogatorios de sádica tortura como “Acero” y
Cipriano Martos entre otros, como a decenas de revolucionarios vascos y demás
obreros del Estado.
Quienes han
sobrevivido a la dispersión y descomposición político ideológica, sería bueno
recordar, que aún andan deambulando en los alrededores los buitres. No
resultará fácil, por el hecho en sí de que nadie, absolutamente, ha ocupado el
hueco vacío, circulamos sin dirección organizada sobre el horizonte y eso lo
sabe el enemigo a las puertas, ni siquiera el hueco que dejaron los camaradas
caídos, no dieron tiempo a ocupar su trinchera, disolvieron todo lo que
conducía a su estela, empezaron en Euskadi, tremendo remolino en desajustes de
principios en momentos claves de lucha, de gran desarrollo organizativo y
dirección política. Es un mal síntoma para el futuro inmediato que se avecina,
los técnicos de la “transición” siguen sobre el timón, cuando se les antoja
carnaval pintan la dignidad lo mismo de rojo pasión que “ultraizquierdista”,
que vuelcan tras la consigna de lo que llamaron organización terrorista “FRAP,
FRAP, Guerra popular”, a corear a la Convención Republicana como parte de su
entraña en “España Mañana será Republicana”, asentando ‘democracia’. Amén, de
reivindicar hasta imponer el derecho de la rehabilitación de la II República,
criminalmente abolida, y es que la subversión no se ubica allí donde se
encuentra lo contrario del orden instituido sino allí donde no existe ningún
orden ni ninguna justificación.
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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