EL DESASTRE DE 2021
FERNANDO LÓPEZ AGUDÍN
Casi cien años después del desastre de Annual, donde Ab-del-Krim derrotó implacablemente al general Silvestre, la sociedad española se encuentra en vísperas del desastre de 2021, provocado por los devastadores efectos de la pandemia. La fuga hacia delante del general derrotado, creyendo que tomaría Alhucemas, es similar a la escapada de Pablo Casado, votando la abstención en la votación sobre el estado de alarma, creyendo que de esa forma entrará en la Moncloa. Ni el militar tomó la ciudad marroquí, porque encontró la muerte, ni el segundo entrará en la sede del Gobierno, porque es bastante probable que encuentre su muerte política con su insensata aventura. Tras el desastre de 1921 llegó la dictablanda de Primo de Rivera, tras el desastre de 2021, se vislumbra igualmente una posible salida autoritaria.
Mientras que la
derecha europea apuesta por medidas rigurosas para hacer frente a la amenaza
creciente del coronavirus, cerrando filas con
toda la izquierda, la española parece apostar por el desastre de 2021.
Después de su derrota política en la pasada primavera, en la que su ofensiva
para derribar al gobierno de Pedro Sánchez fracasó, apuesta en otoño por una
nueva escalada de la tensión. Casado no escucha a Merkel, ni tampoco a Macron.
No tiene más oídos que para Aznar y Abascal cuando contraponen demagógicamente
la libertad a la lucha contra la pandemia. España es hoy el único país de la
Unión Europea en que se combate al virus desde una Torre de Babel. Emulando a
Franco, Casado consagra otra vez el Spain is different.
El Partido Popular,
dado que ningún dirigente parece desmarcarse del aventurerismo de su líder, ha
optado claramente por la estrategia de la desestabilización social, apelando a
la calle contra las decisiones de la Moncloa aprobadas por el Congreso de los
Diputados. Alineados siempre con la eficaz agitación a pie de obra de los
activistas nacionalpopulistas de Vox, que recupera los eslóganes del anterior
populismo del 15–M, cuestionan la
gestión de Salvador Illa desde una fácil demagogia. Se trata de crear un doble
poder. El oficial del Gobierno y el real de la sociedad, para bien
instrumentalizar así la pandemia con una ideologizada política de comunicación
que desborda a los desideologizados publicistas de la Moncloa.
Cuentan de antemano
con lo que los expertos denominan la fatiga de la pandemia, bien visible en el
hartazgo social por el coronavirus y por la incapacidad de toda la clase
política de aunar sus esfuerzos en aras de combatirlo. La impotencia del
Gobierno Sánchez por hacerle frente, la misma que la de los demás países europeos, aparece
multiplicada por esta estrategia desestabilizadora de un Partido Popular que
continúa por la senda de Vox sin más diferencia que la competencia por el
liderazgo de la derecha. El lógico hastío de la política, más en un país sin
tradición democrática como España, se extiende a lo largo y a lo ancho de una
sociedad encabronada con todos sus políticos.
De cara a un
2021, donde las consecuencias
económicosociales de la pandemia van a superar a los efectos del mismo virus,
la explosión social que ya ha estallado en Italia corre el riesgo de extenderse
por el territorio español. Que duda cabe que, si es así y así lo parece, los
estrategas de la desestabilización van a trabajar con el viento de cola a su
favor para intentar crear una situación crítica que sitúe al Gobierno de
Sánchez entre la espada de la movilización social y la pared de una Alemania
revestida de Unión Europea, que impuso el desarme agrario e industrial de España en aras de convertirnos en la
Florida de Europa.Salvo que Tierno Galván tuviera razón cuando afirmaba que
Dios siempre ayuda a un buen marxista, enviando el Espíritu Santo en forma de
vacuna, el 2021 va a ser un 2020 triplemente empeorado.
La cita conjunta de
todas las contradicciones no resueltas junto a los efectos de la pandemia puede
generar que el 2021 provoque el mismo escenario crítico de 1921. Aunque ahora,
por supuesto, sin riesgo alguno de dictablanda, pero sí con la perspectiva de
una posible salida autoritaria, hoy peligrosamente subestimada, sobre todo si el
Gobierno de Sánchez no quiere, sabe o puede articular una respuesta eficaz a la
lucha contra la pandemia, a la cuestión catalana, agravada con las nuevas
redadas policiales justo antes de las urnas, a la renovación pactada del Poder Judicial, a unos Presupuestos
transversales, a la imparable crisis económica
y al pavoroso problema social. Dicho de otro modo, articular una salida
democrática que impida la salida autoritaria de quienes calculan rentabilizar
electoralmente el desastre de 2021.
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