LA ALEGRÍA DE LOS PUEBLOS DIGNOS
ILKA OLIVA CORADO
Llega un momento en el que el
abuso y la injusticia cansan a los pueblos y los hacen despertar en
indignación, así es como salen a buscar la libertad y la democracia. Unos
tardan más que otros, cada uno con sus procesos y su historia pero logran si se
unen, vencer la impunidad y toda forma de dictadura. Son rarezas eso sí, pero
por eso son hermosas estas alboradas que como campos florecidos llenan de
ilusión y contagian la alegría de la gran fiesta popular.
Para unirse hay que tener sentido común y una sed inmensa por vivir en un territorio libre de neoliberalismo: sin abuso gubernamental, sin saqueos de los recursos naturales, sin censura, sin estados de sitio y con la plena libertad de la emisión del pensamiento. Para luchar hay que tener agallas, porque no es solo cosa de despotricar cualquier palabrería en redes sociales o manifestar en las plazas los sábados de ir a broncearse e ir por la tarde a tomarse las cervezas con los amigos para celebrar la hazaña de la nueva foto de perfil.
Porque mucha ha sido la sangre
derramada en este continente para que nosotros ahora, de grandes atracadores de
la moral vengamos con pretensiones de chambones y hagamos chapuces cuando lo
que se necesita es valor y dignidad. Lo que sucedió en Ecuador y la forma en
que la policía y el ejército dispararon contra su propio pueblo, es similar a
lo de Colombia haciendo lo mismo, por las mismas razones. Las mismas razones
que movilizaron al pueblo chileno a volcarse a las calles y dar un ejemplo al
mundo de cómo se lucha cuando un pueblo está indignado. Indignado estaba el
pueblo boliviano cuando salió a votar para recuperar la democracia. El pueblo
haitiano ha vivido en indignación permanente pero, ¿quién lo escucha?
¿Cómo le hizo Bolivia? Eso es
apoteósico, que pasarán generaciones y esa hazaña será una especie de relato
mítico, tan mítico y grandioso como Túpac Katari y Bartolina Sisa. Como
fabulosa fue la primera línea de jóvenes chilenos al frente de las
manifestaciones, poniendo el pecho en defensa de los que venían atrás
acuerpándolos. Esa primera línea en Guatemala y los que los acuerpan siempre
han sido de los pueblos originarios, ellos solos al frente y ellos mismos
cubriéndose las espaldas porque entre el Estado y la sociedad racista y
clasista, saben que la puñalada vendrá por cualquier lugar. No por gusto en
tiempos de dictadura se ensañaron contra ellos, tanto que los querían
exterminar para darles las tierras a los ladronazos de siempre. A excepciones,
claro está, de los mestizos que dieron la vida en la lucha por una sociedad más
justa y los que sobrevivieron a ese
tiempo de tortura colectiva.
En Colombia, los pueblos que
deben salir huyendo de sus territorios se apuñuscan en cualquier lugar,
convirtiéndose en desplazados que no importan al Estado porque el mismo Estado
y su sistema de paramilitarismo los violentan hasta hacerlos renunciar a sus
tierras. La minga los dignifica, la minga es dignidad, resistencia, es voz de
lucha, es palabra de pueblo presente y firme en la búsqueda de sus derechos.
Cuando la minga toma la carretera y va en busca de los tiranos, los tiranos se
esconden porque es tan grande la dignidad de los pueblos originarios que
ninguna impunidad puede con su luz.
Latinoamérica está herida de
muerte, nos han secado los ríos, nos han talado las selvas y quemaron el
follaje, un ecocidio tras otro. Los minerales salen de nuestros territorios
para ser utilizados en otros, lejos, muy lejos y a nosotros nos dejan la burla.
La limosna se la llevan los ladronazos de siempre que cuando llega el tiempo reciben
su patada en el culo. Educación, salud, privatizadas porque un pueblo enfermo e
ignorante es necesario para que la impunidad ejerza su mando territorial.
Desapariciones forzadas, limpiezas sociales, tierra arrasada y líderes
asesinados porque los pueblos temerosos y angustiados son necesarios para que
un Estado saqueador y abusador funcione. Brasil de los últimos cuatro años es
un ejemplo claro.
Celebramos el coraje de la minga
colombiana, como la hazaña del pueblo boliviano y la dignidad del pueblo
chileno, pero también nos preguntamos, ¿cuándo se cansarán los otros pueblos
latinoamericanos que viven de rodillas en sistemas de impunidad y neoliberales?
¿Cuándo el valor y la indignación tomarán las calles y dirán basta al saqueo?
¿Cuándo honrarán la memoria de los que lucharon por liberar sus territorios?
¿Cuándo pensarán en el legado que les dejarán a las generaciones que vienen
naciendo? Ese legado es decir; el país, ¿qué país quieren que vivan los que
vienen? ¿El mismo país que recibimos o un país con sociedades más justas, con
salud y educación públicas? ¿Un país donde se pueda caminar libremente sin
temor a desaparecer? ¿Un país donde no sea castigado ser mujer, homosexual,
indígena o negro? Un país donde el desarrollo para una vida integral no sea solamente un texto de
planificación magisterial.
Un país donde la belleza del
rocío sobre el pétalo de una flor no sea una quimera.
Un país donde la alegría de los
pueblos dignos sea permanente. ¿Quién sueña con eso? Yo, sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario