PROCURE NO BESAR AL SANTO
ANA SHARIFE
El pasado 2 de
marzo, el vocalista mexicano Eduin Caz daba un beso en los labios a su hijo
pequeño durante un concierto y se desataba la furia en las redes. Contemplé el
desarrollo del suceso con enorme tristeza. Todo niño necesita a un adulto que
esté loco por él, y sus besos serán siempre el mejor remedio para sus lágrimas,
para sus terrores nocturnos, para las pupas en las rodillas.
Durante el
franquismo el control emocional fue uno de los costos que los niños varones
pagaron al exigirles ser ejemplo de virilidad. España sufrió una importante
devaluación de los afectos. Bajo una permanente represión sentimental, toda una
generación creció sin besos, en hogares inflexibles y con maestros severos.
Todo eran golpes en la mesa, insultos, desprecios, palizas: maltratadores que a
su vez eran víctimas de la postguerra y de la pobreza.
España sufrió una
importante devaluación de los afectos. Bajo una permanente represión
sentimental, toda una generación creció sin besos
Es posible que el
beso del cantante mexicano sea la expresión de afecto más pretérita de una
madre o un padre a su hijo, que se ha mantenido en el tiempo como una forma de
manifestar cariño tiernamente. Un beso tan auténtico que no se necesita más. El
beso en los labios fue “frecuente entre padres e hijos en la antigua Grecia,”,
también “en la cultura en India y la Asiria”, y “en el Renacimiento, donde
llegó a convertirse en una forma de saludar muy común en sociedad”, explica
Sheril Kirshenbaum en La ciencia de los besos (2011).
La liturgia de los
besos
Cada cultura ha
creado su propia liturgia acerca del beso. El beso árabe en el hombro es una
muestra de respeto. Un gesto que hace el moro Abengalbón, rey de la taifa de
Molina y amigo del Cid Campeador en el Cantar de mio Cid, al encontrarse con
Álvar Fáñez, capitán del rey Alfonso VI. Los cristianos han besado en la mano,
en los pies, en los cordones del hábito o incluso en las joyas de todos los
reyes, nobles y eclesiásticos. También en las reliquias, de ahí que la amenaza
del coronavirus esté poniendo a prueba tradiciones seculares muy arraigadas,
como los besamanos religiosos, y en las iglesias se cuelguen carteles que
rezan: “Procure no besar al Santo”.
Los romanos, tan
elegantes, se autobesaban la mano y luego la extendían hacia la persona que
querían honrar. El primer país que implantó ese tipo de saludo no fue la Italia
fascista o la Alemania nazi, sino EE.UU. para saludar a la bandera. Luego se
suprimiría durante la Segunda Guerra Mundial para distanciarse del enemigo: el
Tercer Reich eliminó el beso y elevó el brazo en rígida tensión.
Los besos también
nos cuentan historias de amor y desamor. El Kiss V, de Roy Lichtenstein
representa al amor culpable, el beso entre Los amantes, de René Magritte al
amor negado, y El Beso de Gustav Klimt, así como toda la obra del pintor
austriaco para el que todas las modelos querían desnudarse, sufrió la censura
nazi y puritana, que viene a ser lo mismo.
Con Franco el beso
en la calle no estaba conceptuado como delito, pero sí subsumido implícitamente
en la categoría delictiva de escándalo público como ofensa al pudor y las
buenas costumbres. Así, la contención de los sentimientos mutiló a toda una
generación, a ellos y a sus hijos. Una ausencia de afectos que aún arrastran
muchas familias españolas.
Con Franco el beso
en la calle no estaba conceptuado como delito, pero sí subsumido implícitamente
en la categoría delictiva de escándalo público como ofensa al pudor y las
buenas costumbres
En las guerras los
fotoperiodistas nos narran con los besos historias de sufrimiento y separación.
Hay países donde los besos en público no son bien vistos y se convierten en
signo de protesta y revolución. En Irán las normas islámicas se han dulcificado
tras el presidente Hassan Rohani asumir el poder en agosto del 2013, y se
vuelven a ver en la calle parejas de la mano besándose.
Pigmalión tardó en
entender que a las mujeres que esculpía en piedra y marfil solo un beso les
otorgaría la vida. La bella durmiente y todos sus antecedentes indios,
greco-latinos e islandeses, donde el beso del príncipe no es más que la
iniciación a la madurez retrasada por unos padres temerosos, forma parte del
hechizo y carácter mágico de la cultura celta donde el beso tiene poderes
curativos. Como el beso que vivió la ciudad brasileña de Amarante hace apenas
unos meses. Un ladrón entra en una farmacia para robar las ganancias del
comercio. Entre los clientes se encontraba una anciana que temerosa entrega su
bolso. La secuencia de la cámara de seguridad capta cómo el ladronzuelo,
conmovido ante el sufrimiento de la anciana, no sólo no lo acepta, sino que la
besa tiernamente en la frente.
Entre la mafia
italiana el capo besa en los labios para anunciar una muerte. Una antigua
tradición esotérica cuyo paso al nuevo mundo sólo se puede llegar con un beso.
Lo vemos en el episodio evangélico y también en la vida diaria, allí donde
Judas utiliza una falsa señal cuando besa a Jesús. “¿Con un beso entregas al
hijo del hombre?” (Lucas, 22).
El beso de la cobra
en Canarias
Pero, ¿de dónde
viene la costumbre del único beso? En Canarias un isleño da un beso a un peninsular,
y éste le devuelve dos. Dar dos besos no está mal. Es un saludo que muestra
afecto entre amigos, y si son desconocidos se recibe como un gesto de
amabilidad. Sin embargo, en las islas se retira la cabeza como hace la cobra
para evitar un segundo beso. Ese movimiento hacia atrás que hace el reptil
cuando se siente amenazado es lo que han hecho los canarios históricamente con
los godos, los celtíberos, los galos, los helvecios, los tigurinos y los
britanos cada vez que los han visitado.
Curiosamente, ese
único beso se da en Argentina, Panamá, Ecuador, Puerto Rico, República
Dominicana, Uruguay, México, Venezuela y Cuba (sobre todo en las grandes
urbes), países a los que los canarios emigraron entre los siglos XVI y XX.
La colonización de
América hizo que Canarias acampara cual ancha en la mente de los Reyes
Católicos, también cuando crean la Casa de Contratación de Sevilla en 1503 con
la que controlar y regular las mercancías que se enviaban y llegaban del Nuevo
Mundo.
Dar dos besos no
está mal. Sin embargo, en las islas se retira la cabeza como hace la cobra para
evitar un segundo beso
En el siglo XVII,
viendo la Corona peligrar las áreas del Imperio por potencias rivales como
Inglaterra, Francia y Portugal envía a América a numerosos colonos isleños a
los que se hace repartimiento de tierras. Allí se asientan familias enteras en
territorios prácticamente vacíos como los caribeños, y allí preservan su
cultura, el acento y la forma de saludar. El único beso.
Al derecho de
familia se le llamaba entonces Tributo de Sangre, una real Cédula de 1678 que
consistía en “enviar cincuenta familias canarias a América por cada mil
toneladas de mercancías que llevaran los barcos”, explica Manuel Hernández
González en La emigración canaria a América. “El número de familias canarias
emigradas a América superó tanto al número estipuladas, que, cuando en 1684
emigraron las primeras a través del tributo de sangre, sólo ese año ya había
partido un centenar de familias canarias hasta la República Dominicana”.
Sin embargo, la
propuesta no sólo partía de la monarquía sino también “de las propias élites
dirigentes canarias”, puntualiza el historiador, para “garantizar con ello la
continuidad de su régimen mercantil privilegiado, la única excepción al
monopolio sevillano”.
Los canarios fundan
Matanzas, Bayamón, Mayagüez, Sabana de la Mar, San Fernando de Montecristi,
Baní y Montevideo. En San Antonio Texas, Miami, Luisiana y Florida se da
también un único beso, y en São Paulo las mujeres ponen la mejilla y hacen la
cobra al segundo beso.
El investigador,
profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna, aclara en el
libro que “ningún emigrante fue obligado a trasladarse por la fuerza”. Es más,
la mayoría “fueron personas desarraigadas y pobres sin conexiones en América,
que vieron en el pasaje gratis y la concesión de tierras la consecución de su
sueño de acceder a ser hacendados. Por ello completaron las familias mujeres
solteras con hijos ilegítimos”.
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