POR. EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Los años
transcurridos de este tercer milenio, muy definitivo en los fines impuestos por
los poderes imperiales, ha tomado por asalto a una degradada humanidad en su
mayoría anestesiada y paralizada ante el devenir de una realidad. Realidad ya
anunciada desde la literatura, la filosofía, incluso el cine, a modo de una
ficción que se ha cristalizado y se ha instalado en el planeta. Marchas y
protestas, con razón y sentimiento de indignación y hartazgo, por la injusticia
imperante, instalada por un gobierno espantoso como el de Macri.
Hijo de
empresario “todo terreno”, Macri G20, aplaudido por genocidas de fuste como
Obama, premio nobel a la paz de los cementerios, encabeza en Argentina un
gobierno de hambre y represión, de censura e indigencia, apoyado por medios
esclavos, empresarios explotadores, sindicatos infectos, que no da espacio a la
solidaridad, igualdad y fraternidad, en paz para el pueblo argentino.
No solo el
poder estatal o el económico merecen desconfianza, sino todas las formas de
poder ejercidas por un grupo sobre otro y deberían ser de inmediato sustituidas
por un grupo colegiado que ejerza en representación la administración del
Estado, al menos mientras se conforma el modo más afín con el que las
comunidades autorreplicantes y autónomas puedan crear un mundo a vivir, sin
abusos, sin exclusiones, sin discriminaciones y sobre todo en seguridad de
transitar en “alegría” y “plenitud” lo que se denomina vida.
Debemos
elevarnos más allá del común denominador del “yo”, ser libres, no hay espacio
para tibios cobardes… están atentando contra los que poseemos ideas e ideales,
un crimen de lesa humanidad, que elimina la democracia. Y medito, todo
enriquecimiento en bienes materiales, es ilícito por definición… todo anónimo
es mentira por definición… no peco de atrevimiento, camino, no me arrastro, no
escucho las mentiras de quien vuela a lo gallina.
Cada cual tiene
su modo, la rebelión es mi ciencia, contra los buitres que sobrevuelan la
región.Atroz realidad
la de Latinoamérica, ayer, hoy y pareciera por siempre, Cóndor II en acto,
sarna genocida imperial, viene por nuestra libertad, sin piedad, de la mano de
presidentes de Brasil, Argentina, México y Paraguay, con algunos cómplices
silenciosos, como Chile, Uruguay, que pareciera solo miden con vara financiera
del debe y haber, en la vida de los pueblos, sojuzgados, temerosos y con pocos
ánimos libertarios.
Estamos dotados
naturalmente de la capacidad para dar lugar a este mundo, donde todos seamos
partícipes y dueños de nuestros destinos, sin imperios que dicten derroteros de
naciones sojuzgadas por tendencias que le son ajenas, ni medios de
comunicación, que fabriquen realidades obstinadas, mostrando violencia y malos
augurios, ni mandatarios rentados que gobiernen en detrimento de una humanidad
amancebada.
Ante nuestra
capacidad natural de llegar a ser dueños de nosotros mismos, cuestiono el
sometimiento de las comunidades a ideologías oportunistas y en desuso,
enquistadas en nuestros pueblos.
Afirmo que sin
una confianza en el individuo, no tiene absolutamente ningún sentido hablar de
autonomía y de libre albedrío. El nuevo ideal de comunidad se funda sobre el
concepto de que el individuo posee una reserva que es irreductible a los
ordenamientos sociales del poder tradicional.
Pero si no se
tiene confianza en una reserva en el ámbito del sujeto que constituye la fuente
del cambio, ¿cómo devendrá el cambio? Ciertamente no en un agente externo
(ideología) que rotundamente rechazo.
La renuncia al
individuo o al sujeto autónomo como lugar de resistencia y su sustitución por
“otro algo” constituye el paso decisivo de un concepto de resistencia radicado
en el siglo XIX a concepciones adecuadas a un presente muy definido. Mi ideal
no busca definir un sujeto oprimido -al cual liberar- y se dirige en cambio a
favorecer las luchas de los diversos grupos ofreciendo análisis, estrategias,
así como crí- ticas políticas y teóricas de las diferentes opresiones y
desviaciones que malversan el accionar político.
En mi rol de
intelectual, puedo aportar algunos instrumentos de análisis y dejar la decisión
de cómo liberarse a los explotados por este sistema neoliberal en su cenit.
Ansío encontrar una comunidad -o mejor, una serie de comunidades- en la cual a
las personas no se les diga quié- nes son, qué quieren y cómo vivirán, puesto
que ellas están en condiciones de decidir estas cosas por sí mismas, en
capacidad y autodeterminación.
Estas
comunidades constituyen un ideal y cómo no reconocer un ideal probablemente
posible si la dignidad y el dominio de cada uno sobre cada uno lo dan como un
camino a transitar. Pero es en los tipos de aná- lisis y en las luchas que tal
ideal promueve, tendientes a abrir espacios concretos de libertad en el campo
social y político, donde reside el valor de un nuevo ideal postcontemporáneo,
acorde a las necesidades del presente, que debe ser tratadas con las urgencias
de un recién nacido
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