EL ACANTILADO DEL
OLVIDO...
DUNIA SÁNCHEZ
Hace tiempo que se
sumergió. Se hundió entre las olas balanceadas por un viento feroz. Sí, hace
tiempo. No me acuerdo cuanto. No sé si años o meses y aún no ha aparecido.
Supongo que seguirá esperando con sus ojos capturados por el ensueño de un
amor. El ha regresado, ha ido hasta el acantilado más alto y se ha arrodillado
bajo el árbol de la vida. Ha bebido de su savia y no halla respuesta. Mira el vacío que le separa de la marea
espesa en blancor y no ve nada, no la encuentra. Una cierta desaprobación de
sus actos lo acosa ¡Cómo pude dejarla sola tanto tiempo¡ Aquí, ahora solo en el
acantilado del olvido. Los ancianos del lugar dicen que hace tiempo…Sí, hace
tiempo que se largó sobre las olas cuando cenizas nubes daban un aliento gris
al océano ¡Qué hacer¡ Yo he vuelto, esperaba encontrarla ahí en el mismo rincón
de su casa de puertas verdes, de buganvillas dando sombra a sus ojos lagrimosos
cuando me fui. No. No. No es culpa mía. Considero mi ida por el devenir de esas
brisas en barcas al hallazgo de otra oportunidad. No tenía nada que ofrecerle.
Ahora llego con mis bolsillos rebosados de anillos que me condenan, que me rajan.
Ella no está ¿Dime acantilado del olvido que ha sido de su ser? Aún la amo y
esa dejadez de su existencia me transforma el alma habitada por tenebrosas
brumas. De nuevo me iré. Aquí no tengo nada que hacer. Los ancianos me miran
extraños, tantos años han sido. No le tome nota. Pero sí, muchas estaciones en
que la soledad y la desesperación ahogaron su creer…su creer en mí. Solo queda
la nada, la nada que envuelve este sagrado acantilado del olvido. Aquí la
vieron por última vez. Dime amor, regresa sino yo iré a por ti. Juntos,
abrazados dormiremos bajo el oleaje que azota estas rocas deformadas. Gaviotas
cenizas sobrevuelan sobre mí y me llaman, me dicen que vaya contigo. Y cae sobre una mar donde la oscuridad es eterna.
Danza solo con ella en el balanceo agreste, usurero del oleaje. El árbol de la
vida mira el mundo de los ahogados, de aquellos que se hacen invisibles ante la
violencia implacable de la marea. En el pueblo se canta, se canta por esa
pasión más allá del temor.
Se han ido
Bajo las aguas
oscuras
Del silencio
¡Ay el amor¡
La espera
Es eterna lucha
Que enloquece,
Que deshabita los
cuerpos
En uno solo.
Se han ido,
Adiós enamorados
De la espera
larga.
Nosotros aquí
Cantaremos al beso
De los espíritus
flotantes
Bajo el árbol de
la vida,
Sobre el acantilado
del olvido.
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