MUJERES AL PODER...
PERO MAÑANA
ANTÓN LOSADA
Las mujeres suman
mayoría entre la población española: el 51%, pero en el Parlamento que dice
representarnos apenas superan al 30%. Ayer mismo contaba este diario cómo, en
los puestos de responsabilidad y mejor pagados del Parlamento, las mujeres
deben conformarse con la cuarta parte. Esperemos que, al menos, a nadie se le
ocurra justificar semejantes cifras discriminatorias alegando que los estrictos
principios de mérito y capacidad rigen la selección de nuestra clase política.
Como en aquel
mítico episodio de Yes Minister (BBC 1980-84) donde los hombres no encontraban
un ministerio adecuado que pudiera ocupar la primera mujer que iba a ser
nombrada ministra, las mujeres sólo suman mayoría en un par de comisiones
relacionadas con asuntos sociales. En todas las demás son los hombres quienes
detentan una viril mayoría, especialmente en todo cuanto tenga que ver con
defensa, manejo de dinero y estatuto de sus señorías; temas para cuya
comprensión la naturaleza debe habernos dotado mejor.
En el mundo feliz
del mercado y la empresa privada las cosas van aún peor. Solo uno de cada
cuatro puestos directivos está ocupado por una mujer, mientras la brecha
salarial se ha cronificado en el entorno del 20% y ellas deben escalar varias
veces el Everest para ver reconocido su trabajo y su capacidad en equidad con
sus compañeros varones.
Las cifras pueden
ser torturadas hasta la extenuación, pero al final casi nunca mienten. No es
por la crisis que las políticas de igualdad han sufrido recortes de hasta un
setenta por ciento. No es porque sí que en las campañas electorales ya no se
hable de igualdad, o que a algún candidato solo le falte despachar el asunto
prometiendo que harán algo con "eso de las mujeres".
No resulta inocente
que en la agenda de la regeneración democrática ni siquiera figure la cuestión
de la igualdad en el acceso y en el ejercicio. No es por desgracia que la
violencia de género vuelva a tratarse como una problema de la víctima que no se
atreve a denunciar. No se debe a la casualidad que en materia de conciliación
hayamos vuelto al "que concilien ellas". No es por fidelidad a la
rabiosa actualidad que el machismo y la desigualdad se encuentren fuera de las
prioridades de unos medios y una agenda claramente dominada por los hombres.
No hemos dejado de
avanzar. Estamos dando marcha atrás. La pregunta es sencilla: ¿Es España un
país machista? ¿Los hombres nos repartimos el poder y el dinero y haremos todo
lo posible para mantener a las mujeres en una posición de inferioridad y
dependencia? La respuesta es aún clara:
rotundamente sí.
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