VERANEO FISCAL EN BAHAMAS
DAVID
TORRES
Los paraísos
fiscales también suelen ser físicos, aunque no todos. Es mejor tener el
dinerito a salvo en lugares con clima seco, donde ni las zarpas de Hacienda ni
el mal tiempo puedan hacerle mella. De ahí que las Bahamas, esas islas
afortunadas, estén hinchadas a rebosar de billetes limpios de polvo y paja.
Allí los dólares toman el sol en una tumbona mientras los euros beben piña
colada a nuestra salud en un verano perpetuo. Es la paradoja capitalista de que
la libertad sea para las monedas en lugar de para las personas.
Por eso tampoco nos
ha extrañado tanto que, tras el escándalo de los papeles de Panamá, haya salido
a la luz que el Banco Santander tenía abiertas más de quinientas sociedades
pantalla para sus clientes más exclusivos en las Bahamas. Parafraseando al gran
García Márquez, se trata de la crónica de una mierda anunciada. Tanto que un
portavoz del Santander se ha apresurado a explicar que las actividades
realizadas en el archipiélago no sólo están dentro de la legalidad, sino que
las Bahamas también han sido el retrete común para otros grandes bancos suizos,
franceses y españoles. Por lo visto, Botín es sólo un apellido, no una patente
de corso. La legalidad resulta bastante dudosa porque, aunque las Bahamas dejó
de ser considerado paraíso fiscal en 2011, el año pasado la Comisión Europea ya
les dio un toque por falta de cooperación y nunca han respetado el acuerdo
global de intercambio de información impuesto por la OCDE.
A menudo las
metáforas, igual que el sistema financiero, funcionan según sus propias leyes.
Al escribir eso de “salir a la luz”, de inmediato uno piensa en esos pedruscos
del campo que, cuando los levantas, revelan un diminuto e hirviente mogollón de
lombrices y gusanos. Por eso tampoco suena extraño que, entre los nombres que
han emergido en esta nueva palada de estiércol, se encuentre el de Neelie
Kroes, nada menos que ex comisaria de
Competencia y vicepresidenta de la Comisión Europea. A estos megafuncionarios
no sólo les pagamos el sueldo, sino que además les pagamos para que nos roben
en nuestra propia cara. El refrán aquel de poner a un zorro guardando gallinas
se inventó para ella.
Como cualquier otra
religión, el capitalismo necesita no sólo de dioses intocables y de creyentes sordomudos
y ciegos, sino también de sacerdotes que vayan explicando a los fieles los
mandamientos de la marrullería. Con chanchullos tan bien montados se explica a
la perfección que el neoliberalismo marche viento en popa y que la creación de
riqueza consista, básicamente, en la creación de pobreza. Sin embargo, no todo
son malas noticias en la lucha contra el fraude fiscal. En España la justicia
ha caído duramente sobre una señora de Baleares que tendrá que devolver 17.000
euros que cobró en concepto de ayudas al desempleo porque la muy tunante había
ganado además un sueldo Nescafé. Eso le pasa por ganar un sueldo Nescafé en
lugar de hacer como tantos jerarcas del PP, que sólo ganan la lotería.
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