¿TODAS LAS “LINDAS”
SON “TONTAS”?
FERNANDO BUEN ABAD
Mascaradas de la
“belleza” burguesa. Por si fuese poca la avalancha represora que la ideología
de la clase dominante descargó, históricamente, contra las mujeres, llegó el
capitalismo con su creatividad y rápidamente las convirtió en masa explotada
con carácter decorativo y estigma de “cabeza hueca”. La burguesía tardó siglos
en confiar el voto político a las mujeres, por ejemplo. “En el comportamiento
hacia la mujer, botín y esclava de la voluptuosidad común, se manifiesta la
infinita degradación en que el hombre existe para sí mismo… Del carácter de
esta relación se desprende en qué medida el hombre ha llegado a ser y se
concibe como ser genérico, como ser humano: la relación entre hombre y mujer es
la más natural de las relaciones entre uno y otro ser humano”. Marx
¿Todas las “Lindas”
son “Tontas”?
Convertidas en
seres superfluos, serviles y dóciles las mujeres del ideal burgués debieron
asumir, además, un mandato mercantil útil para reforzar el consumismo. Se las
habilitó culturalmente para hacer las compras de las cosas menores. Jamás lo
“caro”, jamás los “electrodomésticos” de “alta gama”, jamás las cosas que el
hombre compra. Los publicistas saben bastante de esas trastadas ideológicas. Esa
“capacidad” de compra establece el grado de éxito que las mujeres deben
conquistar en el torneo burgués del éxito social, la aceptación y la admiración
de otras mujeres. Especialmente. Para la burguesía la mujer (que se vuelve,
también, propiedad privada) depende -su ontología- de la cantidad de dinero que
el marido le da para gastar en las cosas “del día a día” y en la ropa que se
pone para decorar bien a su personaje. Les llaman “señoras”.
Pero hay un reducto
ideológico (de falsa conciencia) en el que se producen y reproducen las
patologías más humillantes del capitalismo. Es un reducto histriónico en el que
las mujeres se ven obligadas a ser “tontas” rentables. Eso se ve en la “tele”,
en los “diarios”… en todos los medios y en todos los horarios. Es el reino del
individualismo y de la egolatría de mercado que busca en las mujeres “lindas” a
su presa predilecta porque, según reza la moral mercenaria de la publicidad,
“lo lindo vende”. A eso se debe la profusión histérica de estereotipos que la
burguesía impone a las mujeres para derrotarlas en una prisión ideológica
invisible alambrada con anti-valores de mercado y conductas convenencieras para
poner a salvo las instituciones de la familia, las iglesia y el estado burgués.
El fetichismo de la belleza femenina y su valor de mercado. Vestidas o
desnudas.
Se trata de un
reducto ideológico en el que se amasan convicciones y conductas que, por colmo,
cuentan con la complicidad de algunas mujeres y muchos hombres. Las más
colonizadas tienen tendencia a hacerse famosas en la farándula mediática
burguesa. Con o sin éxito, en las artes de exhibicionismo de las “lindas” los
principios de mercado predominan, más allá de lo imaginable, en el centro mismo
de la vida diaria. Incluso en el cuarto de baño donde recalan cientos de los
productos “indispensables” para dar mantenimiento al modelo de “belleza”
ordenado por los “medios”. Pero se trata de una “tontería” impostada que
envuelve una gran astucia mercenaria y una moral de vendedor que, para venderse
a sí mismo, cuenta con muchos clichés y muy poco tiempo. La “lindura” de
mercado dura poco por que la velocidad del consumismo es una maquina productora
de desechos humanos a destajo.
Las “lindas”
“tontas” son ese cliché que ha tenido éxitos mercantiles resonantes. Dicen
algunos que es una forma del “sex appeal” que condimenta magníficamente la
imposición de los valores burgueses y todas esas aplicaciones, decadentes y
humillantes, que uno mira por las calles en la apariencia más cruel que la
realidad impone. Hay personas que transitan su vida entera sin percatarse del
rol impuesto por una sistema económico enfermo, también, de “mercancías
humanas”. Desde su mascarada, aquellas mujeres que juegan (con su voluntad o
sin ella) el papel de “tontas” “lindas” van midiendo con una vara burguesa la
cantidad y la calidad de sus victorias seductoras más rentables. Suele haber
detrás de la apariencia de “tontas”, inteligencias mercenarias muy brillantes
agazapadas entre los pliegues efímeros de su “lindura”. Garantizadas las reglas
del negocio, algunas se contentan con la “fama”, otras aspiran a ser “divas”
bajo el supuesto de que se puede ser “bella”, “tonta” y además “madura”.
“Vieja”, es un término que la burguesía usa casi exclusivamente para las
mujeres proletarias.
Por todo eso es que
las luchas de género (que son realmente de clase) en el mundo revisten, con
grados diversos, un carácter revolucionario fundamental. Especialmente esas
luchas, no exclusivas de mujeres, en las que se demuele sistemática y
profundamente la ideología de la clase dominante y todas sus trampas opresoras.
Por más sutiles o seductoras que se presenten. A pesar de eso no contamos aun
con una corriente crítica internacionalista capaz de generar repudios
contundentes contra el modelo de humillación con que la burguesía somete a no
pocos millones de mujeres. En todo el mundo y en pleno siglo XXI. Es necesario
ser concientes, sensibles, solidarios y proactivos en las luchas emancipadoras
que no son sólo de “género” porque son fundamentalmente de clase. Es necesario
el desarrollo de una praxis revolucionaria que deplore y combata todo modelo de
opresión por más “lindo” que parezca y siempre abrazando -con fuerzas amorosas
y fuerzas científicas- a toda víctima. Aunque lo “lindo” y lo “tonto” haga
creer a esas víctmas intocables, reverenciables o superiores.
Una larga lista de
luchas, luchadoras y luchadores sociales enriquece la perspectiva
revolucionaria que nos acerca a un mundo liberado, por fin, del capitalismo y
de toda la parafernalia grotesca que nos ha impuesto, también, con sus
mercancías humanas y sus mercancías ideológicas. En esa larga lista de frentes
para la lucha se desarrolla, de manera desigual y combinada, un repertorio de
crítica que se impulsa científicamente porque aprendió a no ser víctima de los
chantajes morales, éticos o estéticos que la ideología burguesa despliega,
fundamentalmente, para inmovilizarnos y dominarnos. Un buen día los pueblos
dejarán de ser vulnerables a la guerra psicológica que usa “lo lindo” y lo
“tonto”(entre miles de subterfugios) como estrategias de ablandamiento, como
trampas para generar solidaridades que, tarde o temprano, operarán en contra de
las víctimas. Nada más anti-cristiano, por cierto. Un día aprenderemos a dejar
de ser usados por la lógica del mercado aunque se presente en “paños menores”,
con gestos sugerentes o con “hermosa” “tontería” impostada, de esa que tanta
chatarra ha ayudado a vender en mundo ahogado con mercancías que buscan
millones de compradores
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