Por Eduardo Sanguinetti,
Filósofo
Filósofo
Mauricio Macri, que
coincide con el “hombre-masa” de Ortega, despreocupado de todo aquello que no
afecta directamente su vida privada, blindada, “por si las moscas”, que se
siente con el derecho de disfrutar de todos los privilegios, pero se muestra
tremendamente ingrato ante todo aquello que los ha hecho posibles. Con
psicología del infante, para quien todos son derechos y ninguna obligación…
este presidente, un “mesías-masa” que se somete al sacrificio de su
consagración, que adquiere legitimación en el éxito, mientras el éxito se
legitima en él… frívolo en sus formas y dogmático en sus actitudes.
No escribiré de los
desaciertos en su vacua y confrontativa gestión de ¿gobierno?, con libreto
cocinado en usina de inteligencia vernácula, ni hablaré de su labor como
Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, tampoco de su pasado fraguado en
pasquines semanales de la prensa amarilla. Ahora bien, el ciudadano incauto
frente a promesas de campaña electoral, debería haber adivinado en qué le
mentía, había demasiado archivo para revisar e investigar, acerca de la vida de
este presidente y sus negocios con dictaduras y personajes espantosos de la
fauna financiera local… un delirio megalómano e insano, a los ojos de quienes
escribimos acerca de la historia del presente, tan desgastada en su relación
con la verdad.
El argentino no
tiene en el presente, ni siquiera un espacio para imaginar su identidad, ante
el desparpajo de quienes dictan sobre nuestras existencias, y logran rescribir
por decreto, nuevamente una historia de la cultura argentina, hecha y deshecha
en infinidad de intentos, de encontrar la medida, un lugar donde instalar a los
innombrables, elevados a categoría de dioses del Olimpo de Chatarra.
No es cuestión de
embellecer lo abominable, de ocultar la miseria en que se debate este gobierno,
de desodorizar el hedor y olor pestilente de este tiempo: “No se trata de
purificar este sistema sino de transformarlo”… no tengo dudas: Mauricio Macri,
no lo hará.
Nunca hubo tantos
informantes, simulando operar como periodistas, devenidos en practicantes de
investigadores de “causas difusas”… nunca, hubo tan poco periodismo, en acto de
informar lo que realmente debe publicarse o denunciar.
Lanzar un
trascendido, que toma carácter de evidencia en clero secular de los medios corporativistas
y fabuladores, con línea editorial, bajada desde el gobierno, es norma y regla,
de este periodismo “amarillo cadmio”… realmente da “asco”, es “grosero”,
“difamante” para lo que en la historia ha significado el periodismo, hoy
ausente en su carácter de informar, en su esencia de decir la verdad, de
comunicar… el miedo y el afán de llenar los bolsillos profundos, hacen soportar
a estos Judas, modelo tercer milenio, en negociados fáusticos… tanto que
esconder, tanto que ocultar, por miedo, por cobardía, por traición.
Sin dudas el más
inmenso y potente de los sentimientos, el más degradante y destructivo, el que
ha generado más desastres a lo largo de la historia de la humanidad: el miedo.
En el espacio de la
política, el miedo, no es propiedad de las dictaduras, sino parte de cualquier
relación de dominación, incluso de una democrática… saber articular el miedo,
es un poderoso recurso del poder.
La construcción de
la historia, escrita con “miedo”, desdibujará lo realmente acontecido y lo por
acontecer en el devenir de la humanidad… el “miedo” es la proyección de todas
las miserias que se prolongan a lo largo de siglos… el “miedo” en calidad de
deidad supremaanima los actos de los pueblos… el “miedo” hacia lo conocido, lo
desconocido, fuera de espacio y tiempo: una ficción… el “miedo”, que hace que
los peores dicten en nuestras vidas: un genocidio…
Los poderes, políticos, empresariales,
mediáticos, con la consigna de instalar “miedo” en el espacio de nuestras
naciones, apelan al estado de “inseguridad” en que vivimos: ¿Inseguridad?
Espectáculo ultramediático, instalado por el poder para potencializar el
“miedo” que convive con el ciudadano, en una existencia humillante y
degradante…
Al ciudadano argentino, que transita hoy un
tiempo de sojuzgamiento, hambreado y con la libertad de expresión acotada, sólo
puedo decirle, que se levante encima de la media y haga valer todos sus
derechos de los que debe gozar, no sufrir, y los ponga en acto, pues estamos en
Estado de Derecho, ¿o no es así?… ¿Qué esperamos para instalar el debate en
nuestra comunidad? Y lo hago extensivo a todas las naciones de nuestra
Latinoamérica, donde los derechos humanos tan proclamados y tan poco aplicados,
se lucen por su ausencia.
La vida en Latinoamérica tan limitada en sus
fines e ideales, solo sigue fórmulas ya perimidas, huyendo de la confrontación
de ideas; pareciera condenada a políticas neocoloniales, de sumisión y entrega…
destruyendo vidas y rutinas, de pueblos, con “miedo”.
No nos engañemos, repensar, Argentina, o toda
Latinoamérica, y porque no, el mundo, significa establecer un diálogo con la
“falsa modestia”, en fin, los pueblos, con su “miedo” a cuestas, no aprenden a
juzgarse ni tan ruda nitan duramente, sólo su cobardía… es “miedo” al “miedo”,
los que llevan a las personas a entregar su libertad, por un cautiverio en
¿seguridad?
No nos convirtamos en víctimas, fracasados,
cobardes, en la economía de nuestros propios recursos en acción y discursos,
marcando el trayecto de una historia, la de nuestro tiempo, que se debate entre
utopías y derrotas, entre voces, silencio y “miedo”.
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