POLÍTICOS DE BAJA ESTOFA
DAVID BOLLERO
Llevo
días conteniendo las teclas de mi ordenador porque uno vive de manera visceral
el destino de su país y éste no pinta bonito con los políticos de baja estofa
que tenemos. Esta nueva ronda de contactos para intentar conformar Gobierno
está sirviendo para retratar a la perfección a cada uno de los partidos. Si
miramos a los cuatro principales, sin duda lo más llamativo ha sido la
revelación que conocíamos hace dos días: de haber llegado a buen puerto la investidura
de Pedro Sánchez (PSOE) gracias al apoyo de Albert Rivera (Ciudadanos), éste
habría sido vicepresidente.
Se
me revuelve el estómago, no sólo por el modo en que nos toman el pelo, sino
también porque todavía hay fanáticos que defienden esta postura. En el caso de
Rivera, uno ya no sabe si es mentiroso compulsivo o que, simplemente, su
volatilidad mental sólo es comparable a la imagen de buen yerno que nos ha
querido transmitir. ¿Se imaginan un tipo
en el Gobierno como Rivera, capaz de decir una cosa y hacer al día siguiente la
contraria? Ehhh… mmm… Tienen razón, ha sido una mala pregunta… va a ser verdad
que Rajoy y él no son tan distintos.
El
caso es que, según las últimas informaciones, PSOE y Ciudadanos ocultaron a la
ciudadanía, incluso a su militancia, el cambalache de sillones que hubo detrás
del pacto. Quizás no se acordó Rivera, igual que se le olvidó que él nunca
pactaría sillones como abiertamente sí reclamó Pablo Iglesias (Podemos). Ya ni
siquiera podemos hablar de hipocresía, es falsedad y ausencia de honestidad
como la copa de un pino.
En
lo que a Sánchez se refiere, él y su cúpula actual de partido es posible que
pasen a la historia como los responsables de terminar de hundir al PSOE. Lo
único que podría impedir eso es el fanatismo de su electorado y, de ser así,
que se sientan salvados de la quema, pero en absoluto legitimados, porque para
el verdadero votante de izquierda los socialistas ya no son tal.
¿Alguien
que pacta con la derecha y elude hacerlo con la izquierda puede presumir de
izquierda? ¿De veras es de izquierdas alguien que con tal de llegar a La
Moncloa oculta que, incluso, cedería la vicepresidencia a quien acusó de querer
desmontar el Estado de bienestar? Ojo, no sólo él no es de izquierdas -y ha
conducido al PSOE cada vez más a la derecha- sino que el hincha político que
continúe defendiéndolo en lugar de criticarlo sigue su estela.
Al
otro lado vemos a Podemos, que con su vídeo casero de activación de los
Círculos ha mandado un recado claro: “he descuidado tanto a los que en realidad
me trajeron hasta aquí, que ahora no tengo ni puñetera idea de quiénes son”.
Podemos subió como la espuma gracias a los Círculos, a ese recuperación del
movimiento vecinal de los 70s y 80s que progresivamente la formación morada ha
ido dejando a un lado.
Se
trataba de una formación horizontal y, como tal, uno miraba a un lado y a otro
y sabía a quién tenía junto a él. A medida que Podemos y su estructura
organizativa se ha ido haciendo transversal, sus dirigentes miran a su mismo
nivel y sólo se ven a ellos. Para ver a los Círculos tendrían que haber echado
un vistazo abajo, donde los han abandonado, y no lo han hecho. Han mirado tanto
al asalto de los cielos que olvidaron que su espíritu ha de ser terrenal.
Por
eso ahora necesitan descubrir qué estructura activa tienen, cuáles son sus
cimientos para poder consolidarse como promesa de Gobierno en la próxima
legislatura. Descubrirla y, sabedores de la gran cantidad de voces críticas que
tienen en su seno, lidiar con ello. No diré “controlar” o “sofocar”, como dicen
otros, pero sí lidiar.
En
cuanto a Izquierda Unida y Alberto Garzón, lo cierto es que sus apariciones y
desapariciones cual Guadiana no hacen sino dar la razón a quienes auguraron que
la convergencia de Unidos Podemos terminaría fagotizando a IU. Personalmente no
creo que esto vaya a suceder; el alumno aventajado de Anguita, a pesar de mirar
con buenos ojos a los morados, no parece que vaya por ese camino.
Sin
embargo, tiene un ardua tarea por delante: volver a enamorar a los desencantados
con la convergencia y demostrar a los que le llevan a ser el político mejor
valorado que es una opción real de Gobierno. En esa línea, ha olvidado su papel
crucial en la anterior legislatura, cuando él -y no Sánchez o Iglesias- propicó
que se abriera una vía alternativa a un Gobierno de la derecha (el del PP o el
de PSOE/Ciudadanos).
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