EL CORDERO RIVERA
ANTÓN LOSADA
Seguramente Mariano
Rajoy se ha reunido antes con Pedro Sánchez para poder sentarse después con
Albert Rivera y ponerle aún más contra las cuerdas alegando el no del
secretario general socialista. El líder de Ciudadanos probablemente aún no lo
sabe, o si lo sabe cree realmente que puede evitarlo, pero lo cierto es que va
camino de convertirse en el cordero del sacrificio necesario para evitar las
terceras elecciones. El tiempo juega a favor de todos los demás y ninguno tiene
tanto que perder si acudimos de nuevo a las urnas.
Rivera fue el
primero en moverse. Se pasó a la abstención convencido de que esa jugada
defensiva anticipada le blindaría frente a cualquier presión y traspasaría las
urgencias a los demás. La reunión entre Sanchez y Rajoy ha puesto de relieve
hasta qué punto, a día de hoy, los naranjas ofrecen una abstención que cuesta
poco pero resulta perfectamente inútil. Ciudadanos intenta vender algo que
carece de valor en el mercado político y esa siempre es una mala estrategia.
El aspirante Rajoy
no ha podido dejarle más claro que la opción de investirse gracias a las
abstenciones de socialistas y naranjas ni le vale, ni le parece suficiente. El
presidente en funciones no quiere pasarse la legislatura negociando acuerdos al
límite del tiempo y la paciencia. Con buen criterio exige disponer de una
mayoría que le asegure la gobernabilidad y si no, prefiere elecciones.
La salida que más
defiende Rivera, un gobierno basado en un acuerdo entre PP, Ciudadanos y PSOE es
una gran idea y un gran negocio pero sólo para el. Ni los populares ni los
socialistas le necesitan en caso de que fueran capaces de llegar a un acuerdo.
En una hipotética "gran coalición" Ciudadanos sólo parece un estorbo.
El encargo real
convierte en un brindis al sol el empeño de Ciudadanos en seguir reclamando que
Rajoy dé un paso atrás y el PP proponga otro candidato. Rivera se ha metido por
su propio pie en un laberinto donde sólo le queda una salida: sentarse a
negociar con Rajoy e intentar sacarle un buen acuerdo. Quería resultar decisivo
y lo es. Ahora solo le falta asumirlo. Decidir y abstenerse suelen resultar
incompatibles.
Convergencia ya
sabe cómo se las gasta Mariano Rajoy cuando se pone firme. Si en algún momento
pensaron que iban a sacar un grupo parlamentario propio a cambio de unos votos
clandestinos para la Mesa del Congreso ya habrán comprobado que era a cambio de
facilitar la investidura. No sólo se han quedado sin el dinero y el
protagonismo prometidos, sino que han servido de trofeo para que Rivera pueda
sacar pecho y presumir de lo mucho que le va a dejar mandar Rajoy. La buena
política es como el buen cerdo. Se aprovecha todo.
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