HAY VIDA DESPUÉS DE RAJOY
JAVIER AROCA
Hay vida más allá
de Rajoy y más acá de la celebración de unas nuevas elecciones. Los resultados
electorales de los últimos comicios permiten que las derechas acuerden, entre
ellas, la investidura de un candidato propuesto por la lista más votada y,
unidos todos los afines ideológicos, conformar una mayoría parlamentaria acorde
con lo expresado por el cuerpo electoral.
Nada que objetar
-así lo han dicho los que han votado-, pero mucho que lamentar. Hubiera preferido
una mayoría clara alternativa, no recambio, a una forma de gobernar y una ética
y estética de la política que no comparto, que ha producido daños irreparables
a las instituciones, a la cohesión social y a la mayoría de las clases más
débiles.
Pero resulta que
Rajoy, no es que esté bloqueado por nadie, es que es incapaz de construir, de
sembrar el ambiente de confianza suficiente para que esto se produzca.
Fracasado, se concentra en atraer hacia sí al PSOE, en una fina estrategia de
desgaste pero, al mismo tiempo como exponente de la lógica de un estado de
cosas que, sin contar los despropósitos orgánicos, sitúa a los socialistas,
alejados de sus bases, en la línea de conjunción entre los intereses comunes de
la derecha de siempre y la derecha socialista, rica heredera del statu quo de
la Transición.
La ofensiva es
poderosísima. Su máxima es: o Rajoy o el caos, o unas terceras elecciones. Para
ello, se unen, se conciertan, se confabulan, todos los poderes del
establishment español. No es de extrañar la manera de interpretación que estos
poderes conjugados hacen del artículo 99 de la Constitución. Resulta curioso
que, declarándose todos ellos constitucionalistas, de la primera fe, la pura,
secuestren el sentido de dicho artículo, para darnos otro masticado según sus
intereses, sea mediante una dieta editorial, demoscópica, sagrada, académica o
políticamente aristocrática.
Rajoy se ha
erigido, confundido su gobierno en funciones y su partido, como intérprete
supremo de la Constitución. Ha decidido petrificar el citado artículo, en su
punto uno, a saber: el Rey propone. De momento, ahí se para, a la espera de que
den frutos sus alianzas bajo cuerda con la conjunción, la presión de la
poliarquía, la economía, la nobleza socialista, industria mediática, su España.
No se conforma, no crean, con ser investido, quiere techo de gasto, presupuesto
y una plácida legislatura. Y si no, la perdición.
En su ataque de
oportunidad, aceptará, aceptarán, en su momento, el punto dos, y, así, expondrá
su proyecto ante el Congreso, y, desde
luego, también aceptará el más querido: el 99.3, es decir, ser investido a la
primera o a la segunda. Para ello, es imprescindible amenazar con el 99.5, con
la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones.
Pasará así, don Mariano,
de estar petrificado en el artículo 99.2 de la Constitución, a un recorrido
triunfal hasta encabezar una nueva legislatura de cuatro años. Cuatro años para
hacer lo mismo; el tiempo necesario, no para que la oposición socialista se
recupere, sino para que, después de permitir que este PP gobierne, se esconda
en las alcantarillas del reproche de todos aquellos que han pensado que, en
efecto, los ciudadanos nos merecemos un cambio. Muchos más que ocho millones,
muy respetables, de votos .
Y habrán pasado de
la petrificación a la jibarización del precepto constitucional, porque no
quieren tener en consideración el artículo 99.4. No les interesa, les sobra.
Resumido, viene a decir que, si fracasa el candidato propuesto por el Rey, se
tramitarán sucesivas propuestas, es decir, que hay vida sin Rajoy, si no es
investido, y sin que acabemos abocados a unas nuevas elecciones.
¿Es políticamente
posible? Muy difícil, pero sería un auténtico revulsivo para la vida política
española, tanto que los de la conjunción de derechas están dispuestos a todo
para que no se produzca, porque aritméticamente sí es posible, e
higiénicamente, desde el punto de vista democrático, más que recomendable.
Rajoy está dispuesto a gobernar con 137 escaños, que todos se abstengan y que
no le molesten mientras se fuma, metafóricamente, - me alegro de que haya
dejado de fumar-, un puro. PSOE y Podemos, suman 156 escaños. Recuerdo a Jordi
Sevilla, que en buena interpretación de los principios que inspiran la
democracia parlamentaria, advertía que gobierna quien más apoyos parlamentarios
tenga.
Eran tiempos de
elecciones, pero ahora es otro, con un PSOE, bajo vigilancia, por sus baronías
territoriales y por los gurús de la derecha socialista; con Podemos, presa de
sus prisas e inmadurez; y un PP, representante del poder, de la conjunción,
venido a más. Y Ciudadanos, para servir a dios y a usted.
No hay comentarios:
Publicar un comentario