UNA ESPAÑA, DOS
PARTIDOS
JOSÉ M.
BALBUENA
Uno no acaba de entender las historias que se montan los
políticos españoles en sus campañas electorales, sean europeas, nacionales,
regionales o municipales. Aparte de las sandeces que pregonan muchos de ellos, se
arman unos rifirrafes de insultos, descalificaciones, buenas intenciones, promesas, etc. que dejan
al ciudadano bastante desorientado y preguntándose si esas personas están en
sus cabales y si son dignos de regir los destinos de un país.
En estas elecciones para elegir representantes de España en
Europa resulta que se organizan debates públicos y sólo acuden dos partidos
políticos, el PSOE y el PP, como si fueran los únicos que existen en España. Es
como si quisieran eternizar e institucionalizar el bipartidismo, estilo yanqui
, y se olvidaran de la pluralidad política hispánica.
Uno de los debates que
seguí con cierto interés, para ver si descubría algo original y positivo para
esta nación, fue el que realizaron la señora Valenciano, del PSOE, y el señor
Arias Cañete, del PP. El ex-ministro pepero, ceñido a un discurso, que
probablemente le escribieron, ofreció una cara populista, poco imaginativa,
prepotente y, a veces, sin control y cierto titubeo, especialmente cuando se
salía del guión. Además, como es propio en este partido, recurrió a la consabida “herencia recibida” del PSOE,
pero obviando, claro está, la suicida política de austeridad impuesta por
Bruselas, que solo ha beneficiado a los poderosos de este país,y a los
políticos que tienen a sus órdenes.
La representante del PSOE le dio un buen repaso a Cañete y
venció por goleada, a pesar de los consabidos tópicos que sacó a relucir su
contrincante. Pero ella lo hizo más
reposada, más contundente, más puesta en su papel de defensa de las clases
trabajadoras y demás desencantados de esta España cupletera, que no cambia ni
avanza, para no variar.
Pero esto tiene otras lecturas. Los pesebreros y gente
conservadora de toda la vida, dieron la victoria a Arias Cañete, sin reconocer
que se había equivocado y de que no tenía razón. Y hablando de Razón, ahí
tenemos al omnipresente Maruenda, director del periódico de Ansón, que no debe
tener mucho que dirigir porque no falla a ninguna tertulia y debate de los
medios “desinformativos” de España. En ellos le vemos con su gesto de
contrariedad y nonista cuando habla un oponente, que parece que él y sólo él,
es el único que se lo sabe todo. La verdad es que simpático no es.
La otra lectura se refiere a la guinda puesta por el señor Arias
Cañete en su declaración posterior, alegando que no quiso machacar a la
Valenciano, intelectualmente hablando, para que no lo considerara un machista.
Palabras que han causado precisamente, el efecto contrario, poniendo en duda
que este personaje pueda defender a España y al feminismo en el Parlamento europeo. Por cierto, no se
está hablando mucho en los debates de esta embrollada Europa, que no nos da
sino disgustos y recortes. Se prevé que en las elecciones del 25 la abstención
será bastante notable y que el resultado será equilibrado para los dos
principales partidos. Sólo sus fans enfervorecidos y admiradoras masoquistas
pueden defender la actitud de este ministro venido a menos que quizás sepa
bastante de economía y de agricultura, pero de sicología, muy poco. El ex-ministro, lo único que ha
hecho con su barrabasada, es favorecer a la señora Valenciano y al PSOE. Creo
que el PP no está ya para cometer más equivocaciones de las cometidas, que no
tienen nada que ver con la “herencia recibida”, sino que es ya herencia propia.
Han creado un clima de inestabilidad laboral pavoroso y han favorecido a un banca voraz, con
nuestro propio dinero y eso la gente, el pueblo, no lo olvida. Salvo los que
solo tienen lagunas en su memoria, que también los hay...
Aparte de lo dicho, los españoles se percatan de que antes de
estas elecciones ha habido disidentes, o traidores, como les llaman algunos,
que han abandonado sus partidos para crear otros nuevos. La racha la inició
años atrás Rosa Díez, que abandonó el PSOE siguiéndole otros socialistas.
Después vinieron Vidal Quadras y otros más que se han montado sus chiringuitos
taifianos en diversas partes de España, para predicar su verdad y su mesianismo
salvado
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