¿PARA QUIÉN TRABAJA EL REY JUAN CARLOS?
JUAN TORRES LÓPEZ
Diversos medios de comunicación han publicado unas declaraciones
de la Casa Real afirmando que la popularidad del Rey crece gracias a los viajes
que está realizando por Oriente Medio después de haber estado varias semanas
inactivo.
En ningún caso se indica cuál es la fuente de ese conocimiento,
de modo que no se le puede conceder mucho fundamento a lo que dicen los
portavoces del monarca. Pero, en todo caso, que suba o baje su popularidad es
lo de menos, aunque bien es verdad que haberla dilapidado refleja que su modo
de vida y su comportamiento personal y político es rechazado por una parte
importante de los españoles. Lo que me parece más relevante es que apenas se
habla del tipo de actividad que realiza y de a quién benefician estos desvelos
que supuestamente le proporcionan renovado crédito popular.
A mi juicio, la actividad del Rey en Oriente Medio es
francamente censurable y debería exigirse que acabe con ella por varias
razones.
Su labor en aquellos países pasa por alto que los regímenes de
quien busca favores son posiblemente las dictaduras más crueles y sanguinarias
del mundo. Es una auténtica vergüenza y una inmoralidad que para conseguir que
unos cuantos grandes empresarios ganen dinero se convalide la falta de
democracia y el pisoteo de los derechos humanos que hay en las dictaduras del
Golfo. Si a los grandes empresarios les da igual que en los países donde hacen
negocio no haya la más mínima libertad es su problema, pero no se puede consentir
que nuestro Jefe del Estado se convierta en el principal defensor, amigo y
cómplice de los dictadores más corruptos del planeta. Y es particularmente
condenable que la promoción de esos negocios por parte del Rey se haga sin
ningún tipo de mención a las condiciones en las que trabajan y van a trabajar
miles de seres humanos en aquellos países.
El Rey no parece tener en cuenta tampoco que los intereses a los
que responden los negocios de esas empresas no se pueden confundir con los
intereses de toda España. Es más, los grandes empresarios a quienes abre camino
en esas dictaduras son el paradigma de la falta de patriotismo. Son los mayores
evasores y defraudadores del Reino, los que han destrozado nuestra economía y
el tejido productivo, los que no saben hacer dinero si no es a base de
privatizar beneficios y de socializar pérdidas. Son los que más empleo han
destruido en España y los generadores de daños ambientales que quizá ya nunca
podamos reparar. Coaligándose solo con ellos, el monarca hace un flaco servicio
a los intereses nacionales. Y es bastante improbable, además, que los negocios
que esas empresas hacen fuera de España reviertan en una mejor condición
económica de nuestro país o en mejores niveles de bienestar de la población en
su conjunto.
Incluso dando por bueno que los intereses de los grandes
empresarios merezcan también ser defendidos por un Rey que se presenta como de
todos los españoles, lo censurable es que los demás no cuentan nunca con la
cercanía y el esfuerzo que con los más ricos despliega el monarca.
No hemos visto nunca al Rey reunirse con plataformas de
desahuciados, y mucho menos ni siquiera mencionar que en España existe ese
problema; ni con grupos de desempleados; ni con los afectados por los fraudes
bancarios; ni con los manifestantes que reclaman que no se pierdan derechos.
¿No son todas estas personas también españoles que merecen el apoyo, la
comprensión, el afecto, la solidaridad y el trabajo del Rey?
¿Acaso solo son españoles y merecedores del apoyo del Rey los
grandes empresarios y banqueros o quienes simpatizan o defienden las ideas del
PP que los representa políticamente? ¿No somos españoles quienes criticamos las
políticas que se vienen aplicando, los que estamos indignados por todo lo que
pasa, los que luchan en las calles, en empresas, en sus oficinas o en sus
universidades para que España no empeore día a día?
Por muy fuerte que sea decirlo, lo cierto es que, actuando como
actúa, trabajando a favor de unos pocos y no de todos, el Rey traiciona a una
buena parte de los españoles, y por tanto a España en su conjunto,.
Da vergüenza e indigna el silencio de un Rey, además militar que
ha jurado defender la integridad de su Patria, cuando fuerzas y poderes
extranjeros pisotean nuestra soberanía y no permiten que el pueblo soberano
decida sobre sus destinos. ¿Qué entiende, entonces, el rey Juan Carlos que es
defender a la Patria? ¿Para qué sirve tanto ondear banderas si se calla cuando
se está condenando al paro y a la pobreza a millones de compatriotas, cuando se
está acabando con avances sociales que costaron tanto esfuerzo, si no importa
que unos pocos se lleven nuestra riqueza y destruyan nuestras fuentes de
ingresos a base de engaños y robos? ¿Como puede hablar el Rey de patriotismo y
sentirse patriota cuando ampara a quienes son responsables del 75% del fraude
fiscal, a quienes han engañado a cientos miles de españoles, o a los que
admiten sin rechistar que quien manda de verdad en España es Merkel y los
banqueros y no quienes han elegido los ciudadanos?
Si el Rey se empeña en seguir siendo así y estando solo con los
de arriba, es hora de pedir que se vaya. Y si quiere ser coherente con lo que
tanto dice, debería empezar a dar muestras de que se preocupa y de que trabaja
también por los de abajo.
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