TÉCNICA AL CAPONE
PARA TUMBAR GOBIERNOS
ROSA MARÍA ARTAL
Ni los 7.291 ancianos o el Zendal
interesan a la justicia, pero sí los emails que confirmaban o negaban pactos
para los delitos fiscales del novio de Ayuso. Y ahí tienen a los brazos del
poder descuartizando a un fiscal general por si tirando de ese hilo tumban al
gobierno. Un Al Capone inverso de libro
Y aquí llega el director de operaciones de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, y envía a varios medios la historia al revés: en su versión es la Fiscalía la que le ofrece un pacto. La Fiscalía lo desmiente. Y el novio de la novia del PP siente vulnerada su intimidad. Y un juez del Supremo manda a la Guardia Civil a hacer un registro de 11 horas en la sede de ese órgano que vela por los derechos de todos y confisca ordenadores y móviles. Han dejado a la intemperie incluso asuntos que afectan a la Seguridad Nacional de España, como han advertido la Asociación de Fiscales, y varios juristas. Eso sí que es vulnerar intimidades a lo grande. Y con todo ello no han temblado los cimientos de este país. Es el novio de Ayuso, está dicho todo.
Es tan absolutamente desmesurado que la
técnica merece tener un nombre propio. Recuerda, solo que al revés, lo sucedido
con el capo de la Mafia Al Capone, en el Chicago de los años 30, cuando –tras
incontables delitos– fue condenado únicamente por evasión de impuestos. En la
técnica inversa, es la mafia la que consigue ejecutar legalmente por
algo nimio. Fuente de inspiración similar al Robin Hood inverso, lo que
concretamente Díaz Ayuso, entre otros, utiliza para dar a los ricos los
recursos que detrae de los pobres. Llámenlo si quieren desproporción, flagrante
desproporción.
El partido más corrupto de Europa, el que acusa de corrupción
desde su sede en la calle Génova pagada con dinero sucio de su caja B, el que
salda tantos de sus fiascos hasta con trágicos balances mortales, intenta
tumbar al Gobierno por la sospecha de que los emails que
han perturbado la intimidad del novio de Ayuso se hicieron públicos desde la
Fiscalía y ni siquiera por la mano derecha de Ayuso: Rodríguez.
Los delincuentes –presuntos y convictos– tienen derechos, sin
duda. Pero también los tenían los 7.291 ancianos muertos sin asistencia médica
por el protocolo de la Comunidad de Madrid en pandemia: derecho al cuidado de
su salud y sobre todo a la vida. Y ese tema no se toca. Ni siquiera la Fiscalía
ha promovido la investigación judicial a pesar de las contundentes pruebas
recogidas, los continuos llamamientos de las familias, de las Mareas de
Residencias, de la sociedad civil que no aguanta tanta impunidad. Esa parte de
la sociedad, porque a grandes sectores de la otra parece que le están
convenciendo de que estos ataques bestiales están justificados. Y que no ha
ocurrido nada más grave en el planeta Tierra desde su creación. Sin darse
cuenta de lo que se juegan en democracia.
En la picota el fiscal general del Estado y cuantos deciden
poner en las infames portadas y hasta en los telediarios de RTVE. No es
proporcional abrir con la creencia sin pruebas de la culpabilidad –por favor,
culpabilidad– del fiscal general y soltarnos a las Ayuso y las Cuca bramando y
hasta a alguien de Vox. No, no, así no es.
Cada día es más evidente que son otros poderes los que mandan
sobre los que elige la ciudadanía en las urnas, en una de las épocas más crudas
en ese sentido. Miembros del Partido Judicial están
operando sin la menor intención de ocultarse. No salimos del pasmo ante la
serie de actuaciones alarmantes que se producen, incluida desde luego la
investigación exhaustiva al fiscal general. Y el Consejo General del Poder
Judicial, elegido tras casi seis años de secuestro del PP, no parece compartir
esa alarma.
No sorprende, pues, que un juez como Eloy Velasco, que fuera
magistrado de la Audiencia Nacional y director general de Justicia de los
gobiernos de la Generalitat Valenciana bajo las presidencias de Eduardo Zaplana
y Francisco Camps, se permita una declaración política para cuestionar la legitimidad del Gobierno y con un repugnante clasismo hacia
Irene Montero, y todas las cajeras de supermercado.
Cómo una persona así puede impartir justicia ofrece grandes dudas.
Lo que sí está a la vista de todos es el papel que ostenta
Isabel Díaz Ayuso en este tinglado. Ni los ancianos muertos de las residencias,
ni el escandaloso costo del Hospital Zendal que no sirve ni sirvió
prácticamente para nada y sigue generando gastos y cobros, ni sus
privatizaciones, ni la curiosa relación triangular con Quirón, entre otros
muchos asuntos, han hecho mover un dedo a la justicia. Y si algo se ha movido
ha sido para exculparla a gran velocidad. Ya ni entramos en su tijera para los
museos que dan prestigio mundial a Madrid y su pasión por fomentar la
tauromaquia, Vamos, hasta hacer una corrida de toros benéfica para paliar los
desastres de su colega Mazón en Valencia. Ayuso parece ser la figura que mejor
sirve a los intereses de los otros poderes. Desde luego muestra una absoluta
falta de escrúpulos e incluso de empatía cuando su Robin Hood interno se
excede.
A cualquiera le llamaría la atención que ni los 7.291 ancianos o
el Zendal interesen a la justicia, pero sí los emails que
confirmaban o negaban pactos para los delitos fiscales de su novio.
Francamente, hasta cuesta escribirlo y, sin embargo, ahí tienen a los brazos
esenciales del poder descuartizando a un fiscal general por si tirando de ese
hilo tumban al gobierno.
Es un Al Capone inverso de libro. Las propias mafias, no la
justicia, consiguen dejar fuera de juego a sus víctimas por unos emails
divulgados, como aquellos impuestos que tumbaron al legendario Al Capone en
unos Estados Unidos que parecen renacer. Porque no me digan ustedes que, si
Ayuso considera una persecución que se reclame a su novio el dinero defraudado
a la Hacienda Pública y se castigue -en su caso- los delitos, todavía le queda
un cierto trecho para asaltar el Congreso, sola o con la peña. Es lo que hizo
Trump exactamente con el norteamericano y, como ya va a ser el presidente de la
nueva autocracia le han cancelado el juicio. Nos está dando demasiadas
lecciones la realidad para no escucharla ¿no les parece?
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