lunes, 18 de noviembre de 2024

VUELTA A LAS ANDADAS

 

VUELTA A LAS ANDADAS

JAVIER AROCA

No es de extrañar que ahora la derecha española de origen franquista sin redimir se sume con entusiasmo a esta nueva derecha europea dispuesta a abrirles todas las puertas a la extrema derecha

El aval del PP europeo a la ofensiva de Feijóo contra Ribera sume a la UE en una crisis política sin precedentes

Bien es cierto que el acoso vicario al gobierno que preside Pedro Sánchez en la persona de Teresa Ribera tiene mediocres aires de venganza –Weber no olvida la humillación a la que fue sometido por Sánchez–, también de expresión de impotencia y, desde luego, de aprovechamiento de la coyuntura por parte de Weber. Coinciden en un aspecto mundano, Feijóo sigue eternamente frustrado por no ser presidente, Weber por no ser presidente de la Comisión Europea.

Ambos juegan para lo suyo, pero, además, no tienen empacho en abrir las puertas a la extrema derecha en las instituciones –en eso también coinciden Feijóo y Weber– en Europa y en sus países respectivos, algo insólito en las derechas europeas hasta el momento. Su eventual voladura de los pactos afecta a la propia “reconstrucción” europea que si no progresa en su integración política acabará sumida en la contagiosa locura trumpista.  

No es de extrañar que ahora la derecha española de origen franquista sin redimir se sume con entusiasmo a esta nueva derecha europea dispuesta a abrirles todas las puertas a la extrema derecha

Si Adenauer, Schuman, Monnet, De Gasperi, todos políticos conservadores que sufrieron el totalitarismo –con alguna reserva alguno– estuvieran entre nosotros, no reconocerían a la nueva derecha europea, en particular a la alemana. Una cierta manera de ver aquel proyecto de unidad de los cincuenta del siglo pasado afirma que se trató, además, de una redención de las derechas que sobre todo en la Francia de Vichy, Italia y Alemania, no habían dado todo que pudieron en hacer frente al advenimiento de fascismo y el nazismo.

Construir una nueva Europa fue esa ocasión, fue una necesidad impuesta, además, para contener el avance del comunismo, y así ha venido funcionando en una especie de pacto entre derechas y socialdemocracia. Las derechas de la posguerra se quisieron redimir ante el pueblo y abominaron de las extremas derechas y de todo lo que les fuera próximo. Por supuesto que era un proyecto cerrado, no cabía entonces, por la misma razón, invitación a los regímenes de extrema derecha que quedaban en Europa, sea la España de Franco y su extrema derecha, o Portugal y la suya.

No es de extrañar, por tanto, que ahora la derecha española de origen franquista sin redimir se sume con entusiasmo a esta nueva derecha europea dispuesta a abrirles todas las puertas a la extrema derecha europea y ultramarina. Sin duda, se trata del suicidio de la Europa de sus conservadores padres fundadores.

No corren buenos tiempos para la democracia, de nuevo en peligro: el virus no se ha eliminado, seguía latente. En el juego del poder, la derecha no quiere nunca perder y cuando lo hace ni tiene paciencia –una virtud democrática– ni está dispuesta a aceptar las reglas. Tal vez estemos asistiendo a una nueva, como a principios del siglo pasado, revolución global de las derechas. Si es así, como parece demostrar la actitud de políticos como Feijóo o Weber, será que están volviendo a las andadas.  

 

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