ENTRE LA ESPERANZA Y UN 15M
FACHA
No debemos obviar la posibilidad de un 15M facha al servicio de los ricos: ultraderechista y ultraliberal.
“No somos
mercancía en manos de políticos y banqueros” rezaban los carteles de la
plataforma Democracia Real Ya días previos al 15M; los de Juventud Sin Futuro
decían “Sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo”. Ambas proclaman recogían
perfectamente el espíritu del estallido social expresado en las plazas en 2011
que, a la postre, transformaría el sistema de partidos en España
Estábamos
en plena crisis económica y el hartazgo tenía dos causantes y dos
destinatarios, entrelazados en su accionar: el poder político y el financiero.
Por un lado, la crisis de representación, el agotamiento de un bipartidismo que había gobernado España desde la transición y que ya no concitaba el asentimiento de gran parte de la población. Se estaba dando una ruptura entre representantes y representados y se expresaba en las calles una evidente falta de legitimidad democrática. En las elecciones posteriores, noviembre de 2011, ganó el PP gracias a un leve aumento de los votos respecto a las anteriores generales (alrededor de medio millón), pero sobre todo a la estrepitosa caída del PSOE (que perdió más de 4 millones de votos). Este dato es importante. No fue hasta 2015 cuando el sistema de partidos quedó dinamitado, tras la irrupción de Podemos en el Congreso de los Diputados con alrededor de 5 millones de votos.
Por otro
lado, la crisis del modelo económico. Los manifestantes denunciaban el papel
del gobierno del PSOE, por actuar como títere de la troika (BCE, FMI, CE) a la
hora de implementar una serie de reformas antisociales. Los recortes en los
servicios públicos, la pauperización de las condiciones laborales, la
precarización de grandes capas de la población (en especial los jóvenes), el
encarecimiento de los bienes de primera necesidad, etc. eran decisiones
políticas que estaban tomadas por organismos absolutamente ajenos a la
democracia, y ejecutados por los representantes gubernamentales a su servicio.
Entre el 15M y las elecciones de noviembre, se dio el gran pacto entre PSOE y
PP para reformar el artículo 135 de la Constitución, lo que subordinaría la
vigencia del estado social al pago de la deuda, a través de los recortes en el
gasto público, en obediencia vasalla a las autoridades europeas.
Enunciado
brevemente: teníamos una crítica al capitalismo y a la democracia liberal por
ser la mera ejecutora de decisiones tomadas por operadores especulativos y
financieros, absolutamente al margen de la voluntad popular.
El motor propagandístico del
15M, lo que provocó, en parte, que las plazas se fueran llenando
exponencialmente, fue la extensión de los SMS y la masificación incipiente de
unas redes sociales capitaneadas por Facebook
Hasta
aquí una aproximación política a las causas que motivaron el estallido social
del 15 de mayo de 2011. Hoy, 13 años después, hay analistas que afirman que
estamos en un momento pre-15M, hay una serie de indicadores que así lo señalan.
Existen factores de movilización concretos como la situación de la vivienda, el
aumento en el precio de los alimentos básicos o el propio descrédito de los
partidos políticos. Pero la pregunta que debemos hacernos más allá de las
causas objetivas es: ¿cuál es el espíritu ideológico que insuflará a la
emergencia de una hipotética protesta masiva? Y aquí es donde hay verdaderas
razones para la preocupación.
El motor
propagandístico del 15M, lo que provocó, en parte, que las plazas se fueran
llenando exponencialmente, fue la extensión de los SMS y la masificación
incipiente de unas redes sociales capitaneadas por Facebook. Pero
¿quién domina hoy los medios de propaganda? y ¿qué mensajes políticos consume
hoy la juventud?
Con más
de 3.000 millones de usuarios, Facebook sigue siendo la mayor
red social, pero ahora otras le siguen a la zaga. Youtube con
2.500 millones, Instagram y WhatsApp con
2.000 millones cada una y TikTok con 1.500 millones. Facebook,
Instagram y WhatsApp pertenecen a Meta; Youtube a Google;
y TikTok de ByteDance. ¿Y quiénes son los
verdaderos dueños de estos gigantes tecnológicos y, por lo tanto, de la
información que poseen? Pues no os sorprenderá saber que en todas ellas se
repiten los mismos nombres: Vanguard, Blackrock, FMR, JP Morgan,
General Atlantic… Son los grupos de inversión más grandes del mundo,
dedicados a reunir dinero de inversores privados para su posterior reinversión
en todo tipo de instrumentos financieros. Ellos son quienes condicionan y
determinan la economía global al margen de cualquier control democrático. Ellos
son, de hecho, la economía global en esta fase del capitalismo: fondos de
inversión que persiguen el beneficio a través de la especulación. Pero cuidado.
Que sean ellos los que dominan los medios de propaganda y, por ende, los
productos ideológicos que se difunden a través de las redes, no significan que
ejerzan un control directo sobre el mensaje político. No, al menos, de un modo
dirigido, administrado y fiscalizado por comisarios políticos. Un fondo de
inversión no es una organización política que tenga conciencia sobre los
efectos sociales de sus operaciones en el mundo (lo cual también es
terrorífico).
Estos
gigantes tecnológicos, por su propia inercia, impulsan y refuerzan un tipo de
mensaje muy concreto, de consumo rápido, espectacular, irreflexivo, poco
argumentado. Y su soporte son, sobre todo, vídeos cortos, frases hechas,
propaganda vana, pura desinformación, y un método más viejo que el propio
Aristóteles: la demagogia.
Este es
un formato que propicia que grandes capas de la población, en especial la
juventud que es la principal consumidora, se politice a través de youtubers,
tiktokers, influencers, instagramers que apelan a los prejuicios, al
miedo, y la falta de certezas sobre el futuro. Emociones e incertidumbres muy
reales que son manipuladas, ahora sí, con el objetivo de implementar un
programa político concreto.
Enunciado
brevemente: tenemos una crítica al sector público, a los impuestos y al
funcionariado, una desconfianza hacia la población migrante, una ridiculización
del feminismo, un negacionismo del cambio climático y un auge de las teorías
conspiranoicas. Todo ello fomentado por bulos desde los medios de comunicación
de masas y multiplicado en las redes sociales. Existe un señalamiento a toda la
agenda izquierdista como el origen del mal.
No existe un cordón sanitario
contra esto. La respuesta a esta ofensiva reaccionaria no va a ser un “bloqueo
institucional”
Por eso,
no debemos obviar la posibilidad verdadera de la emergencia de un 15M facha al
servicio de los ricos: ultraderechista y ultraliberal.
No existe
un cordón sanitario contra esto. La respuesta a esta ofensiva reaccionaria no
va a ser un “bloqueo institucional”. Porque se trata de enfrentar un cambio en
el orden cultural e ideológico de toda la sociedad basado en la sustitución del
valor de lo colectivo por otro tipo de valores mucho más individualistas,
ligados al éxito personal, al dinero, al emprendimiento, y a una desconexión
absoluta de la realidad, alienante, en el sentido de que se está alimentando
una inconsciencia sobre aquellas cuestiones que realmente constituyen el
soporte vital de una sociedad: los mecanismos públicos de redistribución, de reconocimiento
y de protección social.
No
podemos rehuir ningún debate. Incluso aunque sean los propios fascistas los que
lo hayan colocado en la agenda. Si tenemos los argumentos, si el progreso de la
historia está de nuestra parte, no debemos tener miedo a exponer en la plaza
pública nuestras ideas, sin disculparnos. Nuestra tarea es politizar
constantemente el descontento, y hacerlo en el lenguaje del pueblo. No hemos
venido aquí a legitimar la inoperancia del progresismo liberal, que es parte
del problema. Como decía Miguel Hernández jamás renunciar ni al más
viejo de nuestros sueños. Esa es la clave.
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