sábado, 16 de noviembre de 2024

ENTRE LA ESPERANZA Y UN 15M FACHA

 

ENTRE LA ESPERANZA Y UN 15M FACHA

ANDER JIMÉNEZ 

No debemos obviar la posibilidad de un 15M facha al servicio de los ricos: ultraderechista y ultraliberal.

“No somos mercancía en manos de políticos y banqueros” rezaban los carteles de la plataforma Democracia Real Ya días previos al 15M; los de Juventud Sin Futuro decían “Sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo”. Ambas proclaman recogían perfectamente el espíritu del estallido social expresado en las plazas en 2011 que, a la postre, transformaría el sistema de partidos en España

Estábamos en plena crisis económica y el hartazgo tenía dos causantes y dos destinatarios, entrelazados en su accionar: el poder político y el financiero.

Por un lado, la crisis de representación, el agotamiento de un bipartidismo que había gobernado España desde la transición y que ya no concitaba el asentimiento de gran parte de la población. Se estaba dando una ruptura entre representantes y representados y se expresaba en las calles una evidente falta de legitimidad democrática. En las elecciones posteriores, noviembre de 2011, ganó el PP gracias a un leve aumento de los votos respecto a las anteriores generales (alrededor de medio millón), pero sobre todo a la estrepitosa caída del PSOE (que perdió más de 4 millones de votos). Este dato es importante. No fue hasta 2015 cuando el sistema de partidos quedó dinamitado, tras la irrupción de Podemos en el Congreso de los Diputados con alrededor de 5 millones de votos.

Por otro lado, la crisis del modelo económico. Los manifestantes denunciaban el papel del gobierno del PSOE, por actuar como títere de la troika (BCE, FMI, CE) a la hora de implementar una serie de reformas antisociales. Los recortes en los servicios públicos, la pauperización de las condiciones laborales, la precarización de grandes capas de la población (en especial los jóvenes), el encarecimiento de los bienes de primera necesidad, etc. eran decisiones políticas que estaban tomadas por organismos absolutamente ajenos a la democracia, y ejecutados por los representantes gubernamentales a su servicio. Entre el 15M y las elecciones de noviembre, se dio el gran pacto entre PSOE y PP para reformar el artículo 135 de la Constitución, lo que subordinaría la vigencia del estado social al pago de la deuda, a través de los recortes en el gasto público, en obediencia vasalla a las autoridades europeas.

Enunciado brevemente: teníamos una crítica al capitalismo y a la democracia liberal por ser la mera ejecutora de decisiones tomadas por operadores especulativos y financieros, absolutamente al margen de la voluntad popular.

El motor propagandístico del 15M, lo que provocó, en parte, que las plazas se fueran llenando exponencialmente, fue la extensión de los SMS y la masificación incipiente de unas redes sociales capitaneadas por Facebook

Hasta aquí una aproximación política a las causas que motivaron el estallido social del 15 de mayo de 2011. Hoy, 13 años después, hay analistas que afirman que estamos en un momento pre-15M, hay una serie de indicadores que así lo señalan. Existen factores de movilización concretos como la situación de la vivienda, el aumento en el precio de los alimentos básicos o el propio descrédito de los partidos políticos. Pero la pregunta que debemos hacernos más allá de las causas objetivas es: ¿cuál es el espíritu ideológico que insuflará a la emergencia de una hipotética protesta masiva? Y aquí es donde hay verdaderas razones para la preocupación.

El motor propagandístico del 15M, lo que provocó, en parte, que las plazas se fueran llenando exponencialmente, fue la extensión de los SMS y la masificación incipiente de unas redes sociales capitaneadas por Facebook. Pero ¿quién domina hoy los medios de propaganda? y ¿qué mensajes políticos consume hoy la juventud?

Con más de 3.000 millones de usuarios, Facebook sigue siendo la mayor red social, pero ahora otras le siguen a la zaga. Youtube con 2.500 millones, Instagram y WhatsApp con 2.000 millones cada una y TikTok con 1.500 millones. Facebook, Instagram y WhatsApp pertenecen a MetaYoutube Google; y TikTok de ByteDance. ¿Y quiénes son los verdaderos dueños de estos gigantes tecnológicos y, por lo tanto, de la información que poseen? Pues no os sorprenderá saber que en todas ellas se repiten los mismos nombres: Vanguard, Blackrock, FMR, JP Morgan, General Atlantic… Son los grupos de inversión más grandes del mundo, dedicados a reunir dinero de inversores privados para su posterior reinversión en todo tipo de instrumentos financieros. Ellos son quienes condicionan y determinan la economía global al margen de cualquier control democrático. Ellos son, de hecho, la economía global en esta fase del capitalismo: fondos de inversión que persiguen el beneficio a través de la especulación. Pero cuidado. Que sean ellos los que dominan los medios de propaganda y, por ende, los productos ideológicos que se difunden a través de las redes, no significan que ejerzan un control directo sobre el mensaje político. No, al menos, de un modo dirigido, administrado y fiscalizado por comisarios políticos. Un fondo de inversión no es una organización política que tenga conciencia sobre los efectos sociales de sus operaciones en el mundo (lo cual también es terrorífico).

Estos gigantes tecnológicos, por su propia inercia, impulsan y refuerzan un tipo de mensaje muy concreto, de consumo rápido, espectacular, irreflexivo, poco argumentado. Y su soporte son, sobre todo, vídeos cortos, frases hechas, propaganda vana, pura desinformación, y un método más viejo que el propio Aristóteles: la demagogia.

Este es un formato que propicia que grandes capas de la población, en especial la juventud que es la principal consumidora, se politice a través de youtubers, tiktokers, influencers, instagramers que apelan a los prejuicios, al miedo, y la falta de certezas sobre el futuro. Emociones e incertidumbres muy reales que son manipuladas, ahora sí, con el objetivo de implementar un programa político concreto.

Enunciado brevemente: tenemos una crítica al sector público, a los impuestos y al funcionariado, una desconfianza hacia la población migrante, una ridiculización del feminismo, un negacionismo del cambio climático y un auge de las teorías conspiranoicas. Todo ello fomentado por bulos desde los medios de comunicación de masas y multiplicado en las redes sociales. Existe un señalamiento a toda la agenda izquierdista como el origen del mal.

No existe un cordón sanitario contra esto. La respuesta a esta ofensiva reaccionaria no va a ser un “bloqueo institucional”

Por eso, no debemos obviar la posibilidad verdadera de la emergencia de un 15M facha al servicio de los ricos: ultraderechista y ultraliberal.

No existe un cordón sanitario contra esto. La respuesta a esta ofensiva reaccionaria no va a ser un “bloqueo institucional”. Porque se trata de enfrentar un cambio en el orden cultural e ideológico de toda la sociedad basado en la sustitución del valor de lo colectivo por otro tipo de valores mucho más individualistas, ligados al éxito personal, al dinero, al emprendimiento, y a una desconexión absoluta de la realidad, alienante, en el sentido de que se está alimentando una inconsciencia sobre aquellas cuestiones que realmente constituyen el soporte vital de una sociedad: los mecanismos públicos de redistribución, de reconocimiento y de protección social.  

No podemos rehuir ningún debate. Incluso aunque sean los propios fascistas los que lo hayan colocado en la agenda. Si tenemos los argumentos, si el progreso de la historia está de nuestra parte, no debemos tener miedo a exponer en la plaza pública nuestras ideas, sin disculparnos. Nuestra tarea es politizar constantemente el descontento, y hacerlo en el lenguaje del pueblo. No hemos venido aquí a legitimar la inoperancia del progresismo liberal, que es parte del problema. Como decía Miguel Hernández jamás renunciar ni al más viejo de nuestros sueños. Esa es la clave.

 

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