“COMIDA BASURA” PARA
LOS POBRES: LA DESIGUALDAD SE COBRA LA SALUD DE LAS CLASES TRABAJADORAS
Las dietas saludables, con
productos frescos, comienzan a convertirse en un lujo.
EUGENIO
FERNÁNDEZ
PARA
CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En Canarias, como en el conjunto del Estado español la escalada de precios en productos básicos está dejando a las familias trabajadoras sin alternativas saludables para su alimentación. La realidad que viven estos hogares, donde los ingresos anuales no superan los 12.000 euros, se convierte en una verdadera emergencia alimentaria que afecta la calidad de vida y salud de las clases populares. El alto costo de los alimentos frescos, junto al impacto de la colonización cultural norteamericana, han modificado drásticamente los hábitos alimenticios, llevando a la población más vulnerable a depender de la “comida basura”.
Canarias:
alimentos fuera del alcance popular
Advirtiendo
sobre este fenómeno, la Plataforma Canaria Frente a la Emergencia
Alimentaria ha denunciado que el acceso a una alimentación de calidad es
un derecho cada vez más difícil de ejercer en el Archipiélago.
“Ante la constante subida de precios -afirman- productos básicos como zanahorias o habichuelas se han convertido en alimentos de lujo.
La
plataforma sostiene que el aumento de precios en los mercados está obligando a
las familias a optar por alternativas menos nutritivas y económicas, como los
ultraprocesados y las conservas, que son calóricos y poco saludables.
Los
datos dej ISTAC (Instituto Canario de Estadística) revelan que los
alimentos y bebidas en el archipiélago canario son un 1,03% más caros que en el
resto del Estado, encarecimiento que agrava la situación en una región donde
los sueldos promedio están entre los más bajos del país y las tasas de
desempleo se mantienen elevadas.
Este
fenómeno no se limita al precio de la comida, sino que se extiende a otros
sectores esenciales como la vivienda, cuyo costo es también de los más altos en
el territorio español, dejando a las familias con menos recursos económicos
para acceder a una alimentación saludable.
La
Plataforma Canaria Frente a la Emergencia Alimentaria denuncia también la
inacción gubernamental, destacando la falta de medidas concretas para frenar la
inflación alimentaria en las islas.
A
pesar de que se han lanzado peticiones y se han planteado propuestas en el
Parlamento, el gobierno regional sigue sin ofrecer respuestas efectivas para
aliviar esta carga en la economía doméstica.
Un
problema que se replica en el Estado español
El
caso de Canarias, con todo, se replica también en el resto del Estado
español, donde la situación no es menos preocupante.
Según
el Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de los alimentos y
bebidas no alcohólicas en el conjunto de España subió un 7,4% en el último año.
Productos
de la dieta mediterránea como el aceite de oliva, las frutas frescas, las
legumbres y los pescados, han registrado incrementos de hasta un 15,7%,
empobreciendo aún más a la clase trabajadora y limitando el acceso a una alimentación
variada y equilibrada.
Este
incremento de precios ha obligado a un número creciente de familias a sustituir
estos alimentos frescos por productos ultraprocesados, ricos en calorías pero
pobres en nutrientes.
Según
la organización de consumidores FACUA, ocho de cada diez familias
en España han tenido que disminuir la calidad de su dieta, sustituyendo
productos frescos por alimentos más baratos como carnes procesadas, conservas o
preparados congelados.
Esta
tendencia hacia una “dieta chatarra” no solo afecta el bienestar
inmediato, sino que acarrea problemas de salud a largo plazo, como la obesidad,
que ha alcanzado proporciones alarmantes.
Desde
la década de los 60 del pasado siglo XX, los estudios del antropólogo
estadounidense Marvin Harris habían revelado que la pobreza
alimentaria suele ir acompañada de un aumento en los índices de obesidad en las
clases más vulnerables, que se ven forzadas a consumir alimentos de baja
calidad y alto contenido calórico.
Este
problema, ya presente en su época, se ha acentuado hoy en día debido a la
presión económica que padecen millones de familias y la profundización de la
brecha social entre clases sociales.
Cambios
culturales y pérdida de la cocina tradicional
Más
allá del incremento de los precios, otro factor que ha afectado la dieta de las
clases populares en España es el cambio cultural y social en torno a la
alimentación.
En
este sentido, el doctor José A. Medina subraya que, con la reorganización de
los roles domésticos y la falta de tiempo, muchas personas han dejado de
preparar sus alimentos, optando por platos preparados y productos precocinados,
que contienen altos niveles de azúcares, grasas y conservantes.
Se
trata de un “cambio cultural” que tampoco es inocente, ya que
representa un beneficio directo para las grandes corporaciones de la industria
alimentaria, que han promovido la conveniencia de estos alimentos listos para
consumir.
Esta
transición ha traído consigo efectos negativos para la salud, al alejar a la
población de una dieta equilibrada y rica en nutrientes, como la dieta
mediterránea, reconocida por su potencial para reducir enfermedades
cardiovasculares y mejorar la esperanza de vida.
El
doctor Medina destaca que la desconexión de las prácticas alimenticias
tradicionales también se ha visto reforzada por el marketing engañoso de
etiquetas como “eco”, “fitness” o “integral”, que promueven productos con baja
calidad nutricional a precios elevados
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