jueves, 14 de noviembre de 2024

“COMIDA BASURA” PARA LOS POBRES: LA DESIGUALDAD SE COBRA LA SALUD DE LAS CLASES TRABAJADORAS

 

“COMIDA BASURA” PARA LOS POBRES: LA DESIGUALDAD SE COBRA LA SALUD DE LAS CLASES TRABAJADORAS

Las dietas saludables, con productos frescos, comienzan a convertirse en un lujo.

EUGENIO FERNÁNDEZ

PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

En Canarias, como en el conjunto del Estado español la escalada de precios en productos básicos está dejando a las familias trabajadoras sin alternativas saludables para su alimentación. La realidad que viven estos hogares, donde los ingresos anuales no superan los 12.000 euros, se convierte en una verdadera emergencia alimentaria que afecta la calidad de vida y salud  de las clases populares. El alto costo de los alimentos frescos, junto al impacto de la colonización cultural norteamericana,  han modificado drásticamente los hábitos alimenticios, llevando a la población más vulnerable a depender de la “comida basura”.

Canarias: alimentos fuera del alcance popular

Advirtiendo sobre este fenómeno, la Plataforma Canaria Frente a la Emergencia Alimentaria ha denunciado que el acceso a una alimentación de calidad es un derecho cada vez más difícil de ejercer en el Archipiélago.

  “Ante la constante subida de precios -afirman- productos básicos como zanahorias o habichuelas se han convertido en alimentos de lujo.

La plataforma sostiene que el aumento de precios en los mercados está obligando a las familias a optar por alternativas menos nutritivas y económicas, como los ultraprocesados y las conservas, que son calóricos y poco saludables.

Los datos dej ISTAC (Instituto Canario de Estadística) revelan que los alimentos y bebidas en el archipiélago canario son un 1,03% más caros que en el resto del Estado, encarecimiento que agrava la situación en una región donde los sueldos promedio están entre los más bajos del país y las tasas de desempleo se mantienen elevadas.

Este fenómeno no se limita al precio de la comida, sino que se extiende a otros sectores esenciales como la vivienda, cuyo costo es también de los más altos en el territorio español, dejando a las familias con menos recursos económicos para acceder a una alimentación saludable.

La Plataforma Canaria Frente a la Emergencia Alimentaria denuncia también la inacción gubernamental, destacando la falta de medidas concretas para frenar la inflación alimentaria en las islas.

A pesar de que se han lanzado peticiones y se han planteado propuestas en el Parlamento, el gobierno regional sigue sin ofrecer respuestas efectivas para aliviar esta carga en la economía doméstica.

 

Un problema que se replica en el Estado español

El caso de Canarias, con todo, se replica también  en el resto del Estado español, donde la situación no es menos preocupante.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas en el conjunto de España subió un 7,4% en el último año.

Productos de la dieta mediterránea como el aceite de oliva, las frutas frescas, las legumbres y los pescados, han registrado incrementos de hasta un 15,7%, empobreciendo aún más a la clase trabajadora y limitando el acceso a una alimentación variada y equilibrada.

Este incremento de precios ha obligado a un número creciente de familias a sustituir estos alimentos frescos por productos ultraprocesados, ricos en calorías pero pobres en nutrientes.

Según la organización de consumidores FACUA, ocho de cada diez familias en España han tenido que disminuir la calidad de su dieta, sustituyendo productos frescos por alimentos más baratos como carnes procesadas, conservas o preparados congelados.

Esta tendencia hacia una “dieta chatarra” no solo afecta el bienestar inmediato, sino que acarrea problemas de salud a largo plazo, como la obesidad, que ha alcanzado proporciones alarmantes.

Desde la década de los 60 del pasado siglo XX, los estudios del antropólogo estadounidense Marvin Harris habían revelado que la pobreza alimentaria suele ir acompañada de un aumento en los índices de obesidad en las clases más vulnerables, que se ven forzadas a consumir alimentos de baja calidad y alto contenido calórico.

Este problema, ya presente en su época, se ha acentuado hoy en día debido a la presión económica que padecen millones de familias y la profundización de la brecha social entre clases sociales.

 

Cambios culturales y pérdida de la cocina tradicional

Más allá del incremento de los precios, otro factor que ha afectado la dieta de las clases populares en España es el cambio cultural y social en torno a la alimentación.

En este sentido, el doctor José A. Medina subraya que, con la reorganización de los roles domésticos y la falta de tiempo, muchas personas han dejado de preparar sus alimentos, optando por platos preparados y productos precocinados, que contienen altos niveles de azúcares, grasas y conservantes.

Se trata de un “cambio cultural” que tampoco  es inocente, ya que representa un beneficio directo para las grandes corporaciones de la industria alimentaria, que han promovido la conveniencia de estos alimentos listos para consumir.

Esta transición ha traído consigo efectos negativos para la salud, al alejar a la población de una dieta equilibrada y rica en nutrientes, como la dieta mediterránea, reconocida por su potencial para reducir enfermedades cardiovasculares y mejorar la esperanza de vida.

El doctor Medina destaca que la desconexión de las prácticas alimenticias tradicionales también se ha visto reforzada por el marketing engañoso de etiquetas como “eco”, “fitness” o “integral”, que promueven productos con baja calidad nutricional a precios elevados

 

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