JIMÉNEZ, TERRADILLOS
Y OTRAS MISERIAS DE LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA
PACO TOMÁS
Iker Jiménez durante la gala de
clausura de la XVI edición del FesTVal, en el Palacio de Congresos de Europa.
Iñaki Berasaluce / Europa Press.
Solo
hay ruido. Ruido indecente y perverso. Algunos llevamos mucho tiempo siendo
conscientes de la basura ideológica que terroristas de la talla de Alvise,
Gisbert, Negre y demás mercenarios del patriarcado, difunden. Pero aquí el
problema que ha llevado a España a apestar a guerra civil no son esa pandilla
de pseudo quinquis de barrio de Salamanca.
Que un 44% de los españoles se informe por redes sociales no es un logro de los gañanes de Tik Tok. Aquí hay un descrédito profesional motivado por el hecho de que grandes grupos mediáticos (Mediaset, Atresmedia, Vocento o Unidad Editorial) hayan decidido coquetear con la mentira, con la manipulación mediática, a cambio de audiencia o de intereses político-económicos. O sea, que ganen los míos para que todo esté en paz. El mismo chantaje despiadado de la derecha histórica española que puso sobre la mesa, hace décadas, la amnistía para todos los asesinos del franquismo porque, de lo contrario, podría llegar otra guerra. Si no mandamos nosotros, piensan, no habrá paz porque nosotros decidimos cuándo hay guerra.
Esos
chinches de las redes sociales no serían nadie si los medios generalistas, y
algunos periodistas que se habían ganado la confianza de la audiencia con años
de presencia mediática, no hubiesen comprado sus falacias y las hubieran
difundido. La mayoría de los españoles se sigue informando por televisión
(70%). Imaginad cuando programas como "El Hormiguero", "Espejo
Público", "Horizonte", "TardeAR", "En boca de todos",
"Al rojo vivo", "La mirada crítica", "Todo es
mentira",...se dedican a difundir y jalear los bulos y la desinformación
que unos creadores ultra de contenidos fabrican para redes. ¿Qué sucede? Que el
70% de los españoles ve el contenido adulterado que estaba viendo un 44%.
Total: 114%.
El
desastre de la Dana en Valencia y la segunda victoria de Trump han sido los dos
últimos ejemplos de todo lo que se está haciendo mal en el periodismo de las
grandes cadenas. Sinceramente, que Iker Jiménez siga teniendo un programa en
Mediaset, cuando lo que él ha hecho, para cualquier periodista, sería causa de
despido fulminante, señala directamente a la propia cadena. Un dato: dos de las
personas que más han contribuido a la gestación y difusión de bulos, y que más
han desprestigiado a los profesionales que trabajaban en el terreno de la
catástrofe y a las víctimas de la Dana, son colaboradores del programa de Iker
Jiménez en Cuatro. Uno es Rubén Gisbert y el otro, un tipo cuyo mérito es
reconocerse públicamente como facha. Nada podía salir mal. Todos veíamos la morralla
menos su jefe, lo cual le invalida para ser jefe. Y va el cazafantasmas y dice
que menos mal que sus fuentes se equivocaron y no había víctimas en el parking
de Bonaire. Hay que tenerlos cuadrados. Por no hablar del facha que hizo un
sorteo para ver a qué pueblo devastado por la Dana llevaba su ayuda. Anunció
que lo haría al pueblo que tuviera más likes. Esos son los colaboradores
de Iker Jiménez. Imposible acumular tanta mierda en un bote sifónico tan
pequeño.
Otro
ejemplo que demuestra el grave error en el que se ha instalado el periodismo
audiovisual generalista en España lo protagoniza Ana Terradillos, presentadora
de "La mirada crítica", en las mañanas de Telecinco. Monta una
tertulia para analizar la victoria de Trump en EEUU. Sienta, a esa mesa, a
Javier Rupérez, un señor del PP y ex embajador de España en EEUU, y a Roberto
Centeno, economista y ultra fanático defensor de Trump. Centeno dijo, en una
mesa de debate de un programa que pretende ser serio, que Trump ya había ganado
las elecciones de 2020 con una ventaja tremenda y que cuando Biden se dio
cuenta, organizó un pucherazo con unas furgonetas cargadas de papeletas
demócratas y bla bla bla. Según ese señor, como Elon Musk tiene el control de
X, los demócratas ya no han podido hacer trampas. Ante semejantes barbaridades,
fruto de la prepotencia indignante de la ignorancia, Rupérez -repito, un señor
del PP de toda la vida- acabó diciendo: "el hombre este es un gilipollas.
Se acabó. Ahí se lo quedan". Se levantó y abandonó la mesa.
¿Y
qué hace Ana Terradillos? Lamenta que Rupérez se marche, le da una regañina
infantil a Centeno y dice, y aquí está el grave error, que "cada uno opina
aquí como le da la gana, con diferentes opiniones, pero lo que siempre
intentamos es mantener la educación". No. El periodismo no es una escuela
de institutrices. El periodismo es un garante de la información. No se puede
opinar mentiras libremente solo por hacerlo con educación. No se puede salir en
un medio de comunicación diciendo que la tierra es plana solo porque se haga
con educación. El error reside en dar voz a gente como Centeno. Contribuir a
difundir bulos no es defender la libertad de expresión. Es cagarte en el código
deontológico de tu profesión. Si llevas a alguien así a tu tertulia es porque
estás dispuesta a desinformar, a bajar el debate al barro, obligando al experto
a abandonar toda posibilidad de ilustrar para bajar también al barro para
rebatir las estupideces enloquecidas del tarado de turno. El famoso principio
de asimetría de la estupidez. La cantidad de energía que es necesaria para
rebatir una estupidez es mucho mayor que la que se necesita para producirla.
Ahora
mismo, en España, hay personas que, si les dejaran, asesinarían a Pedro
Sánchez. Personas jaleadas por delincuentes disfrazados de tiktokers y
youtubers, personas legitimadas por medios de comunicación generalistas y
periodistas estrella. Esa es la puta realidad de España hoy. Las personas
LGTBI+ sabemos que el discurso de odio es la antesala del delito de odio. La
semilla del odio se plantó hace tiempo y Quintana, Vallés, Jiménez, Motos,
Griso, Del Val, De Prada, Pardo se han encargado de regarla hasta que luzca
como una higuera australiana. Ellos y ellas también son responsables de que un
chaval interrumpa a una periodista informando sobre las lluvias en Mallorca
para decir "Pedro Sánchez, hijo de puta, a la prisión, maricón".
Ellas y ellos también son responsables de que una turba intentase agredir al
presidente del Gobierno.
Porque
informar mal, tiene consecuencias. Y una es generar este clima bélico en el que
no me cuesta nada imaginar a una persona, en nuestro país, fantaseando con un
magnicidio. Contribuir al bulo, a difundir odio desde la atalaya de la sagrada
información, es muy mala praxis profesional. La desinformación siempre es
interesada. Es una herramienta de poder cuyo objetivo no es engañarte; es que
no creas en nada ni nadie. Sembrar el caos. Que la verdad sea irrelevante. Es
alimentar la célula cancerígena para que la democracia española comience a
tener síntomas de metástasis. Es ese mundo apocalíptico con el que sueña la
extrema derecha y que, algún día, os pasará factura a todos y todas los que
contribuisteis a hacerlo realidad.
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