OTRA VEZ ESCRIBIR
DEL SÁHARA
SATO DÍAZ
Jefe de Política en 'Público'
El delegado estatal del Frente Polisario en España, Abdulah Arabi,
participa junto a un grupo de personas en una manifestación contra la violación
de derechos en el Sáhara Occidental. Imagen de archivo. Carlos Luján / Europa
Press
Otra vez escribir del Sáhara, cuando los focos mediáticos están situados en cualquier lugar menos en el Sáhara, puede sonar algo impropio. Mientras València o Letur, escribir del Sáhara puede sonar extravagante. Mientras en Washington DC se consuma un apacible traspaso de poder que tendrá como consecuencia el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, un hecho de consecuencias inevitables para el devenir de la sociedad mundial, puede parecer algo estrambótico. Mientras en Palestina se sigue perpetuando un genocidio, esta semana calificado por la organización Human Rights Watch como una "limpieza étnica", escribir del Sáhara puede asemejarse a un capricho... Pero no es así.
Escribir
del Sáhara hoy tiene sentido porque, como todos los años, miles de personas volverán
a recorrer las calles de Madrid denunciando que un 14 de noviembre de 1975 se
firmaban, precisamente en Madrid, unos acuerdos tripartitos por los cuales se
intentó ceder la soberanía del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania. Unos
acuerdos que han sido calificados como ilegales por cualquier instancia
judicial internacional en el recorrido de este casi medio siglo que ha sucedido
desde entonces. Medio siglo en el que el pueblo saharaui ha sido condenado al
exilio o a la ocupación, a las violaciones de los derechos humanos más
elementales (desapariciones forzosas, asesinatos, violaciones, encarcelamientos
arbitrarios, hambrunas, apartheid, violaciones a mujeres, negación del derecho
a la educación o a la sanidad...) y al olvido. Porque aquellos acuerdos son
ilegales, hoy España sigue siendo la potencia administradora de este proceso de
descolonización.
Escribir
del Sáhara hoy tiene sentido, es más, es una obligación, porque el presidente
del Gobierno actual, Pedro Sánchez, hace ya más de tres años y medio,
decidió de manera unilateral, a espaldas del Parlamento, reconocer en una carta
enviada al rey de Marruecos, Mohamed VI, la marroquinidad del Sáhara. Y esto se
ha normalizado con la izquierda alternativa, primero Unidas Podemos y después
Sumar, en la coalición gubernamental. Y el Sáhara no es Marruecos, en eso está
de acuerdo toda instancia internacional.
Escribir
del Sáhara hoy es, por tanto, un imperativo porque, de mantenernos en silencio,
estaríamos validando una falsa diplomacia de acuerdos de salón que reduciría el
Derecho Internacional, ese valor tan preciado del que nos dotamos
después de la catástrofe, cuando la humanidad se dio cuenta de que sin un
árbitro imparcial respetado por todo el mundo, estamos destinados a la guerra y
el exterminio.
Escribir
del Sáhara hoy es imprescindible porque hace tan solo unas semanas el Tribunal
de Justicia de la Unión Europea tumbaba los acuerdos de pesca de la UE con
Marruecos, precisamente porque estos incluían las aguas del Sáhara Occidental.
La sentencia volvía a aclarar que el Sáhara Occidental y Marruecos son dos
entes independientes. Y, desde entonces, las manipulaciones torticeras se han
encaminado a perpetuar esos acuerdos bajo manga, a seguir expoliando los
recursos naturales que pertenecen al pueblo saharaui, cuyo legítimo
representante ante la comunidad internacional es el Frente Polisario. Es
con él con quien hay que negociar cualquier compraventa que incumba a los
bienes de este pueblo.
Escribir
hoy del Sáhara es urgente porque vuelve a gobernar la primera potencia mundial
Donald Trump, quien marchó de su anterior mandato al frente de la Casa Blanca,
poco antes de incendiar el Capitolio, reconociendo a través de un tuit que el
Sáhara es Marruecos. Como repetimos, esto es ajeno a la legalidad internacional
y en negarnos a asumirlo está en juego el propio sistema de contrapoderes del
mundo. Ahora que vuelve Trump, habrá que escribir más del Sáhara si cabe,
porque las tentaciones espurias de acordar con el monarca alauí desde el otro
lado del Atlántico están a la vuelta de la esquina.
Escribir
hoy del Sáhara, precisamente hoy que vemos Paiporta anegada, tiene sentido para
recordar que hay un pueblo al que le entra la arena y el barro a diario en sus
casas, sus resistentes haimas, para llenarlas de desolación. Escribir hoy del
Sáhara, con el genocidio en Gaza en marcha, es necesario porque lo que ocurre
en Oriente Próximo, en Oriente Medio, no está garantizado que no se pueda
repetir en otras longitudes geográficas. Porque la guerra llegó a la antigua provincia
española hace décadas, aunque hayamos mirado, cómplices, para otro lado. Porque
quién sabe cuántos genocidios hay en marcha.
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