domingo, 17 de noviembre de 2024

EL DESPERTAR DE LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS

 

EL DESPERTAR DE LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS

MIGUEL ÁNGEL LLAMAS 

 

Estudiantes reunidos en asamblea contra el genocidio en Gaza — Fer Capdepon Arroyo / Zuma Press / ContactoPhoto

Necesitamos de forma perentoria politizar la universidad en un sentido democratizador y ofrecer una respuesta cívica para combatir la ola reaccionaria y privatizadora

El negacionismo científico, el exhibicionismo de la ignorancia, la desinformación, el conspiracionismo, el belicismo, la xenofobia, el machismo o el mero malismo (véase el último libro de Mauro Entralgo) son fenómenos de creciente aceptación en nuestras sociedades. Al mismo tiempo, en el marco de tendencias consolidadas de privatización de los servicios públicos, asistimos en España al incremento vertiginoso de las universidades privadas.

¿La comunidad universitaria no va a movilizarse frente a la proliferación del odio y la mentira en un contexto de emergencia climática?

¿De verdad vamos a permanecer callados en las universidades públicas ante una ofensiva reaccionaria y privatizadora que atenta contra los valores democráticos y humanistas? ¿La comunidad universitaria no va a movilizarse frente a la proliferación del odio y la mentira en un contexto de emergencia climática?

En los últimos años, los grandes medios de comunicación y las redes sociales, en defensa de los intereses oligárquicos, han contribuido de manera decisiva a alimentar la ola reaccionaria, a deteriorar la calidad del debate público, a expandir el negacionismo climático y a cuestionar el valor de la ciencia y la cultura como bienes comunes. Aunque no debería idealizarse el pasado, es evidente que nuestras sociedades caminan en un sentido contrario al de la razón y el pensamiento crítico.

La tendencia privatizadora no puede desligarse de la ola reaccionaria

El silencio universitario ante esta deriva reaccionaria resulta insoportable. ¿Es posible que las universidades públicas hayan perdido la masa crítica requerida para impulsar una respuesta democrática? Además de la precariedad, una de las principales razones de la atonía del profesorado universitario es la preponderancia de los valores neoliberales. Más allá de los incentivos que generan los procesos de acreditación, se está instaurando una lógica narcisista de competición en el ámbito investigador. La virtud se reduce al rendimiento individual y a una productividad mal entendida. No hay tiempo para nada que no sea engrosar el curriculum vitae. Se ha propuesto, con buen tino, desafiar la cultura de la rapidez (Maggie Berg y Barbara K. Seeber en su libro The Slow Professor). Cabe añadir ahora la necesidad de que la academia se comprometa activamente en la defensa de los valores democráticos y la difusión del pensamiento crítico.

La tendencia privatizadora no puede desligarse de la ola reaccionaria. Para quienes apuestan por el embrutecimiento colectivo y el sálvese quien pueda, la universidad no es más que un nicho de negocio que permite perpetuar o incluso agravar la desigualdad. En España, el número de universidades privadas crece de manera exponencial, lo que constituye un proceso de privatización material de la educación superior. En el último cuarto de siglo se han creado más de tres decenas de universidades privadas, mientras que las públicas permanecen estancadas. La Comunidad de Madrid es un caso paradigmático, pues las universidades públicas están siendo deliberadamente asfixiadas por el Gobierno del Partido Popular mientras se ultima la creación de una nueva universidad privada (solo en Madrid capital serían ya catorce universidades privadas frente a seis públicas).

Los fenómenos de la privatización y la mercantilización fueron impulsados de forma decisiva con el proceso de Bolonia, como bien advirtió el movimiento estudiantil. Es verdad que la LOSU, aprobada en 2023, fue una oportunidad perdida para blindar el carácter púbico de la universidad. En algún momento habrá que hacer balance de mal desempeño del extinto Ministerio de Universidades. Se trata de un buen ejemplo de que gobernar sin transformar no sirve para nada, salvo para allanar el terreno a las derechas. Pero no deberíamos caer en la melancolía.

¿Qué podemos hacer? Existe una profusa tradición de lucha en las universidades españolas. Recientemente, el estudiantado ha marcado el camino con las acampadas por Palestina. El profesorado universitario debe recoger el testigo y liderar, junto al PTGAS y el estudiantado, la creación de un movimiento político plural, sin siglas partidistas, de defensa de la universidad pública y de los principios democráticos. ¿Por qué no una plataforma o colectivo para poner en valor la universidad pública en cada institución universitaria española? Necesitamos de forma perentoria politizar la universidad en un sentido democratizador y ofrecer una respuesta cívica para combatir la ola reaccionaria y privatizadora. Es ahora.

 

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