VOX, JUSAPOL Y LA CRIMINALIZACIÓN DEL
TRABAJADOR
Policías cargan contra
los estudiantes que se han manifestado en apoyo al sector del metal a 23 de
noviembre 2021 en Cádiz (Andalucía).-
Si las manifestaciones de Cádiz se hubieran producido antes de la pandemia, los trabajadores del metal podían darse por jodidos: un contenedor quemado es una criminalización sin retorno. Pero que la huelga de varios días se desarrolle ahora, cuando la recuperación económica se ralentiza; una sexta ola de Covid amenaza, sobre todo, a Europa; los precios de la luz y el combustible siguen disparados y, en general, un profundo descontento social planea sobre el país que, pese a las medidas de emergencia sin precedentes desplegadas por el Gobierno progresista, como el Ingreso Mínimo Vital o el
mecanismo inédito de los ERTE, encadena una crisis tras otra sin resolver la anterior y donde, sobre todo, son los trabajadores y los pequeños empresarios los que pagan el pato de una década de recortes, pérdida de poder adquisitivo, precarización también de derechos (jornadas infinitas que no se cobran en su totalidad, ausencia de conciliación, cadenas de subcontrataciones sucesivas...) y el desempleo, siempre el desempleo, que en Cádiz alcanza el récord con cerca de un 25%.Lo
contábamos aquí: las protestas del metal han sido siempre muy potentes e incluyen una contundencia correspondiente al
incremento del ninguneo de la patronal a las reivindicaciones, un ninguneo que
en este caso es extrapolable a la mayoría de sectores obreros de España: los
trabajadores gaditanos quieren salarios y convenios dignos y estables,
respectivamente proporcionales al coste de la vida y el contexto de cambio, sea
tecnológico o social. No parece ningún disparate.
Leía
estos días un comentario en las redes sociales, apoyando la huelga mayoritaria
en Cádiz -a la que se han unido estudiantes o pensionistas entre aplausos de
ciudadanos y ciudadanas-, que cargaba duramente contra quienes criminalizan a
los que luchan por lo que es, al fin y al cabo, la justicia laboral universal.
Venía a decir que cuando se saltan tus derechos de trabajador
para obtener más beneficios, se llama "negocio", pero cuando peleas
por lo que te pertenece según la Constitución y las normas internacionales, se
llama "violencia". No se me ocurre, desde luego, mayor
violencia que la que se ejerce contra familias que no llegan a fin de mes, que
no pueden pagar hipotecas, la factura de la luz o la comida y la ropa de sus
hijos pese a tener trabajo; o algo a lo que llaman así.
Thank you for watching
A
los trabajadores del metal les ha salido estos días un adversario en esta
huelga, donde el sector cuenta, sin embargo, con una empatía social pocas veces
vista: Jusapol, un sindicato impulsado por Ciudadanos y que ha pasado a la órbita de Vox, radicalizándose del mismo modo que la
ultraderecha. No sé si Santiago Abascal es
consciente de que con el papel que están haciendo sus hombres armados de
Jusapol, la estrategia de la defensa del obrero por parte de su partido se
queda en pelotas. En Público hemos informado a fondo sobre
Jusapol, Ciudadanos, PP, Vox y todo este entorno experto en cánticos
pacíficos, como el "A por ellos".
Por
incomparecencia de Fernando Grande-Marlaska,
ministro del Interior que, para más inri, es diputado por Cádiz, los voceros de
Jusapol han ocupado las pantallas de las televisiones esta
semana larga de huelga en Cádiz y no las sueltan. Lo hacen para criminalizar
las protestas de los trabajadores del metal, cuyas reivindicaciones dicen
apoyar pero que, en realidad, les importan un higo y lo demuestran
torpemente mintiendo sobre la agresividad de las huelgas con la impunidad que dan el
casco, el chaleco antibalas y la pistola lanzapelotas, tan
cuestionada como elemento represivo en estas situaciones.
La
paradoja es que Jusapol también se va a manifestar próximamente, pero en este
caso, no para ampliar derechos, sino para limitarlos en nombre
de la seguridad y el orden, en nombre de un país en blanco y negro.
Jusapol pide que el Gobierno no derogue la ley mordaza que
da carta blanca a la Policía para cometer excesos y abusar tanto de la
presunción de veracidad como del uso legítimo de la fuerza que le vienen de
serie. Jusapol se manifiesta, en definitiva, por que se preserve su
"principio de autoridad", dicen, sobre la estricta vigilancia y
control de la libertad de expresión, el derecho a la información o de
manifestación. Mientras, el sector del metal pide derechos laborales dignos.
Es
un hecho casi indiscutido que la salida de una tanqueta militar reconvertida
en barremanifestantes -un bicho de metal con ruedas
ciertamente intimidante- fue un error del ministro Marlaska al que la
vicepresidenta Yolanda Díaz hubo de pedir contención y respeto
a los trabajadores, estudiantes o pensionistas, con éxito, porque
la bestia no volvió a verse por las calles gaditanas. La huelga sigue y el Gobierno se divide entre la
defensa de la institucionalidad, la que sea solo porque es, y la crítica a los
abusos de esa institucionalidad, esto es, entre el PSOE y Unidas Podemos. En
privado, no obstante, muchos dirigentes socialistas reconocen que las imágenes de las cargas policiales y el exceso de la
"dichosa tanqueta" no favorecen en absoluto a la imagen de un
Gobierno progresista en
un momento de reivindicación global de derechos laborales, empezando por EEUU y sus cuatro millones de trabajadores dimisionarios por
mes y siguiendo por los/as sanitarios
españoles que huyen de España por las condiciones infames en las que trabajan.
Las prioridades han cambiado y la exigencia del derecho a un trabajo
digno empieza a marcar un cambio de época. La criminalización de las
huelgas y de las manifestaciones, incluso de la quema de contenedores o
neumáticos, cuando de lo que se trata es de abolir la esclavitud moderna,
cotiza a la baja. Solo se trata de saber quién te representa, no quien finge
hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario