T A C H A
Escrito
Londres 2009
José Rivero Vivas
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RÓSULA
BELLA – Obra: NL.11 (a.33) –
Ilustración
de la cubierta: Marzella, 1909-1910.
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN 978-84-8382-093-3) D.L. TF -1347 – 2007 –
Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2007)
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Del volumen:
DE
MIS LIBROS
Comenta el autor
Obra: E.20 (a.108)
José
Rivero Vivas
Diversas fechas
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José
Rivero Vivas
DE
RÓSULA BELLA
Bosquejo
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Sobre un fondo
opaco de nubes grises que se desgajan de la atmósfera luminosa del cielo azul
de Santa Cruz, aparece en la distancia la imagen de Rósula: erecta y gallarda,
coqueta y solemne, airosa y atrayente, positiva y digna, sandunguera y
graciosa. Parsimoniosa, y aun displicente, avanza por la avenida de Anaga, sin
precisar su paso, su movimiento y destino, su solución y acierto.
(Fragmento:
Cap. 3; Pág. 35)
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Escucha. En su película
Citizen Kane, al principio, que viene siendo el final, Orson Welles pronuncia: Rosebud.
Si en el instante de acabar, este hombre, protagonista del filme, es cuanto
tiene presente, significa que en ello resume el deseo de retorno al inicio de
su vida, en aquel pequeño lugar de su niñez, idealizado, en silencio, a lo largo
de su carrera de éxito, de riqueza y progreso. Pues bien: elegí Rósula, para
llamarte, por su similitud sonora con Rosebud, revelando al mismo tiempo
mi deseo de volver al pequeño tramo de vida comprendido en nuestro trato
primero, que a tu lado me sentí colmado de felicidad y sonrisa.
(Fragmento: Cap. 10;
Págs.100, 101)
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José Rivero Vivas
TACHA
Londres 2009
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La autriz de la
curiosa novela, escrita por Josefina M. Pulido, cuyo fondo halló en el
manuscrito de Ciro Fragoso, según confesión de una persona cuya identidad no
descubre, trató en principio de hacer un ensayo al estilo de TIEMPOS
POSMODERNOS, de Pedro Fernaud, nuestro filósofo desviado en márgenes profusos
de televisión y otros cauces.
Luego se embebeció
en aquellos pasajes, un tanto líricos, que Ciro describía desde su voluntario
exilio, y sintió la necesidad de recurrir a cuanto libro pudo hallar sobre esta
ciudad, quedando prendada de SANTA CRUZ “LA NUIT”, de Francisco Pimentel, fino
escritor, inadvertido tras meandros pretéritos del sutil vespertino La Tarde.
Pero
es el caso, seguía el reportero, que a mí no me gusta escribir ya; eso era
antes, cuando trabajaba en la redacción, enfrascado en la composición de textos
para llenar infinitas páginas del periódico. Luego me dijeron que no era aquel
mi deber, sino descifrar las cartas y las features procedentes de la
agencia de noticias en el Reino Unido, y contestarlas con una corta misiva de
recepción, no sé si para confirmar o atestiguar, sin más detalles al respecto,
para explicar que allá, en el departamento a donde iba destinada, tenía que
existir alguien, con suficiente conocimiento de español, en su modalidad
canaria, para que entendiera mi inglés agofiado, que no macarrónico, como suele
decirse en otras latitudes.
(Fragmento:
Cap. 1; Págs. 9,10)
Miren por dónde,
decía a Demetrio y Eusebio Afonso, la objeción que se le hacía a este autor,
por sus crónicas impregnadas de poético lenguaje, al cabo del tiempo pone de
relieve sus artículos de entonces, lo que enlaza perfectamente con la propuesta
de Pedro Fernaud acerca del retorno a la expresión literaria con que se ha de
distinguir el periodismo.
*
Ciro, en su
arrebato, no fue capaz de entender su combinación entre aquellos términos
orientales, sacados de entre sus libros de cabecera.
Rósula no deja de
aludir a su origen patricio y su cuna señorial. Con frecuencia menciona el
apellido, perdido ya en su madre, del noble caballero, procedente de
Vascongadas o Valencia, General de Infantería, quien, a finales del siglo XIX
vino a ocupar su plaza en Almeyda, para hacerse cargo de la defensa de Santa
Cruz de Tenerife, temiendo sus habitantes que se produjera un desembarco por
parte de italianos o franceses, un almirante inglés o una flotilla del Islam.
(Fragmento:
Cap. 12; Págs. 117)
Sin duda, Rósula,
además de bella, era de exquisita sensibilidad para un quehacer monótono y
rutinario; por ello
precisaba de evasión, la cual conseguía a través de cuantas conjeturas
desarrolla a lo largo de los textos que escribía, preocupada exclusivamente de
dar tersura y son a su contenido.
Siempre atenta a su
voz, Rósula se permitía formular preguntas que a Ciro inquietaban en su fondo
de alarma imprecisa y personificada falta de cordura. No obstante, logró
adaptarse a las circunstancias que ella creaba y, paulatinamente, fue entrando
en el proceso de renuncia de su inmarcesible pasión.
Estupidizado por el
intenso sentimiento que trastocó su tino, Ciro se rindió esclavo de Rósula y a
sus pies se postró, clamando amor sin cesar, el amor que ella, avara de sí
misma, constante le negaba.
-No deseo amar,
Ciro: quiero ser amada.
(Fragmento:
Cap. 7; Pág. 67)
De modo que, el
caso en su planteamiento, se sintió involucrada en la averiguación metódica
acerca de si el famoso detective pudo alguna vez haber residido en el número
tres de Richardson’s Mews. Hubo entonces de consultar el trabajo a comisión que
encargara a Manolo Arias el Presidente de la Sociedad Forofos del Espacio, con
sede en Santa Cruz de Tenerife, que culmina en excelente resultado la
exhaustiva investigación realizada por el agudo y curtido periodista de lance.
…Así, de lustro en lustro, los más
fugaces soldadores de la mirra de Oriente, cruzaron el Helesponto y se
hundieron junto a la nave de Ulises, sin que pudieran arribar a Ítaca, ni
tampoco a ninguna isla afortunada de la antigua Hélade, siempre de moda,
después que Lord Byron quisiera inspirarse en las del mar Egeo para perfilar
tal vez los versos del Niño Haroldo.
(Fragmento:
Cap. 2; Pág 21)
A este respecto,
considera John Wilde que Sherlock Holmes, sin que sufriera secuestro, ni mucho
menos llegara a ser abducido, en el decir de Dictino Vero Símil, siguiendo
pauta de algún paisano suyo, o simplemente de otro sudamericano, no fue en
absoluto objeto de trato violento, aun cuando pudiera haber contactado con
seres extraterrestres, quienes le pasaron aquel don perspicaz, merced al cual
llegaba a nivel impensable de especulación.
Al principio anduve
incansable de Cleveland a Baker Street. Luego, hice el camino de Great Portland
Street a King’s Cross y Saint Pancras. Paso el día entero en The British
Library, sentado en la Reading Room. He leído y mirado más de quinientos
libros, modernos, antiguos y raros, en la esperanza de encontrar algún texto
esclarecedor sobre la insinuación de John Wilde acerca del posible contacto
experimentado por Sherlock Holmes, merced al cual pudo usar su método deductivo
ante el enigma presentado por cualquier crimen, y, a partir de ahí, descubrir
su autor.
(Fragmento:
Cap. 14; Pág. 143)
Ello despertó en él
cierta suspicacia, y, ante la conciencia de sentirse observado, llegó a sospechar
cerrada vigilancia sobre su persona, por cuanto hubo de hallar ocultamiento en
escondida residencia, con el fin de burlar tanta asechanza rondando su recta
identidad. De lo cual se desprende que, en repetidas ocasiones, hubo de
pernoctar en Richardson’s Mews y permanecer varios días sin salir a la calle,
so pena de encontrarse a bocajarro con especial Constable haciendo
su habitual recorrido nocturno del sector.
El caso es que, un
amigo, a quien veo a menudo en el pub de Cleveland Street, cerca de
donde vivo, junto a la tienda de reparaciones de utensilios eléctricos, me dijo
conocer al periodista, con quien ha tomado más de una copa en repetida ocasión;
me aclaró asimismo que había leído su ensayo acerca de Sherlock Holmes, y que
sabía por qué área suele moverse este hombre, además de frecuentar el pub
en Albany Street, lindando con Chester Terrace, donde reside, junto a la Nash
House, blanco entorno que limita por este lado con Regent’s Park, creado en su
inicio por el arquitecto cuyo nombre lleva la casa.
(Fragmento:
Cap. 27; Pág. 270)
*
Al cabo de los días
se pudo saber que Manolo Arias nunca hizo pesquisas para la solución del caso.
Todo resultó ser un fraude, propiciado por una mala traducción de la Agencia de
Noticias, que presta sus servicios al DIARIO DE LA MAÑANA de Tenerife.
Ello le hizo pensar
en Werther y se propuso estudiar la ópera de Massenet, luego de haber leído
repetidamente la novela de Goethe, y a punto estuvo de irse a Weimar; al tiempo
hizo lo propio con la versión cantada por Alfredo Kraus, y, finalmente, con el
alma transida por la pena de amor que lo embargaba, se decidió por Londres, el
mejor sitio para esconderse y pasar desapercibido, aunque todo el mundo, en la
populosa ciudad, lo viera.
(Fragmento:
Cap. 18; Pág. 186)
En su revoltura
anónima, no obstante, Manolo Arias conoció que un español, originario de las
Islas Canarias, vivió en el número tres de Richardson’s Mews, con expresa
misión, destinada al cuidado de recepción y partida de gente importante,
procedente, en múltiples ocasiones, de Extremo Oriente.
Me colmó el alma de
tristeza, escribe Ciro en su diario, y, al final, no vino Rósula conmigo a
París.
Es frase que no se
cansa de repetir, aunque yo me la haya saltado en esta recopilación de su
cuaderno; sin embargo, se hallaba en Londres, apartado del auge y la
vocinglería, disimulando su estancia en esta ciudad cosmopolita, culta,
tranquila y agitada. ¿Cuál sería el motivo de su insistencia en el hecho de que
ella declinara su invitación al viaje ensoñador? Acaso los versos de Baudelaire
pudieran esclarecer el misterio.
(Fragmento:
Cap. 29; Pág. 287)
La housekeeper
le entregó un cofre lleno de papeles, que este hombre hubo reunido durante el
tiempo que estuvo hospedado en la casa de su gobierno. Tenía asimismo gran
cantidad de legajos, que ocupaba en conjunto abultado espacio, en un lugar de
reducidas dimensiones, lo que hacía difícil su conservación on the
mantelpiece, además del peligro
que entrañaba tanto trasto encima de la chimenea. Como además, libros y
cuadernos estaban escritos en español, idioma del que no entiende ni pizca,
pues, no veía la hora de deshacerse de ellos. Así que, cuando Manolo Arias le confesó
su interés por el diario, lo puso inmediatamente a su disposición, junto con
todo lo demás, que para ella suponía un tremendo estorbo además de excesiva nulidad.
-Una obra que
encontré en Richardson’s Mews.
-¿Qué hacías ahí?
-Buscaba material
para el seguimiento de la teoría de John Wilde acerca del posible contacto de
que fue objeto Sherlock Holmes.
(Fragmento:
Cap. 24; Pág. 237)
*
De ser verídica la
hipótesis que John Wilde expone en su libro, Ciro Fragoso pudo haberse
encontrado con Sherlock Holmes en el número tres de Richardson’s Mews, a horas
intempestivas de la madrugada, tendido el detective sobre su lecho, o quizá en
el sofá, mientras fumaba con deleite su pipa, dejándose transportar, por el
humo inhalado, a regiones fantásticas de ensueño y fábula.
Pero esto es lo de
menos. Lo cierto es que presume demasiado de su talento, heredado, según ella,
de su abuela, afín a Clara Eugenia, en quien destaca, cuando la menciona, su
similitud con Colombine, célebre periodista de otra época, excelente escritora
y gentil amante de algún poeta…
(Fragmento:
Cap. 31; Pág.310)
La interpretación
que Manolo Arias hace del manuscrito lo lleva a conclusiones erróneas respecto
de la posibilidad de residencia del afamado personaje en la zona. La duda,
empero, se impone, y el investigador busca afanoso un mapa de hechos probados
mediante el cual pueda corroborar la certeza del supuesto, lo cual propiciaría
susceptible clarificación del enigma, sin misterio ni sorpresa.
Si no estuviste,
Rósula, no te preocupes. Flavio es mejor califa que Abderramán, y un día
cualquiera, en hallándose lejos de Córdoba, puede que se acerque a la playa de
El Médano a contemplar la gloria de admirar tu cuerpo desnudo, cuando te
exhibes bajo la luna en noche canicular de agosto. Será él mismo quien te
explique las causas que frustraron la ansiada llegada de los astronautas,
después de acabado su viaje espacial, dirigido desde el Roque de los Muchachos,
por expertos informáticos, trabucados luego en su órbita por degeneración
electrónica de una mampara de cristal.
(Fragmento:
Cap. 26; Pág. 257)
Pese al envío de
una circular, en la que solicitaba docta colaboración en el modo de comprobar
fechas y datos, el autor no obtuvo siquiera una respuesta que compensara su
esfuerzo respecto de dedicación y premura.
Olvida
instrucciones de los ineptos: escribe como te apetece, como buenamente sabes, y
mantente fiel al espíritu de la propia historia que refieres. Quizá, al final
del cuento, se presente un flautista con la propuesta de tocar un concierto que
rubrique la confirmación de tu audaz andadura en las letras.
(Fragmento:
Cap. 31; Pág.314)
¿Cómo detectar el
quid de esta novela? ¿Es preciso recurrir a la magia de sus personajes? De entre
ellos, ¿quién sería el más indicado? ¿La propia Rósula, tal vez? Quién sabe. En
torno a ella gira la trama, aun cuando su figura se torne difusa en pasaje de
diverso tenor, interpretado por variopinta amalgama de seres a la deriva. De
ello se infiere la necesidad de enorme sencillez, ajena a cota de suma
relevancia, en perfil determinante de excelencia y encomio.
Lo cierto es que,
tanta palabra rondando el magín, con justeza de su proclama, deviene al cabo opción
de vehemente porfía, para no ser luego hallada en franco exordio, afín a su
traslúcida razón.
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José
Rivero Vivas
TACHA
Londres 2009
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RÓSULA
BELLA – Obra: NL.11 (a.33) – Novela –
Ilustración de la cubierta: Marzella, 1909-1910.
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN 978-84-8382-093-3) D.L. TF -1347 – 2007 –
Ediciones
IDEA,
Islas Canarias. (Año 2007)
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Del volumen:
DE
MIS LIBROS
Comenta el autor
Obra: E.20 (a.108)
José
Rivero Vivas
Diversas fechas
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Tenerife
Islas
Canarias
Noviembre
de 2021
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