sábado, 27 de noviembre de 2021

T A C H A, por José Rivero Vivas

 

T A C H A

Escrito

Londres 2009

 

José Rivero Vivas

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RÓSULA BELLA – Obra: NL.11 (a.33) –

Ilustración de la cubierta: Marzella, 1909-1910.

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN 978-84-8382-093-3) D.L. TF -1347 – 2007 –

Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2007)

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Del volumen:

DE MIS LIBROS

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Obra: E.20 (a.108)

José Rivero Vivas

Diversas fechas

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José Rivero Vivas

DE RÓSULA BELLA

Bosquejo

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Sobre un fondo opaco de nubes grises que se desgajan de la atmósfera luminosa del cielo azul de Santa Cruz, aparece en la distancia la imagen de Rósula: erecta y gallarda, coqueta y solemne, airosa y atrayente, positiva y digna, sandunguera y graciosa. Parsimoniosa, y aun displicente, avanza por la avenida de Anaga, sin precisar su paso, su movimiento y destino, su solución y acierto.

(Fragmento: Cap. 3; Pág. 35)

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           Escucha. En su película Citizen Kane, al principio, que viene siendo el final, Orson Welles pronuncia: Rosebud. Si en el instante de acabar, este hombre, protagonista del filme, es cuanto tiene presente, significa que en ello resume el deseo de retorno al inicio de su vida, en aquel pequeño lugar de su niñez, idealizado, en silencio, a lo largo de su carrera de éxito, de riqueza y progreso. Pues bien: elegí Rósula, para llamarte, por su similitud sonora con Rosebud, revelando al mismo tiempo mi deseo de volver al pequeño tramo de vida comprendido en nuestro trato primero, que a tu lado me sentí colmado de felicidad y sonrisa.

(Fragmento: Cap. 10; Págs.100, 101)

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José Rivero Vivas

TACHA

Londres 2009

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La autriz de la curiosa novela, escrita por Josefina M. Pulido, cuyo fondo halló en el manuscrito de Ciro Fragoso, según confesión de una persona cuya identidad no descubre, trató en principio de hacer un ensayo al estilo de TIEMPOS POSMODERNOS, de Pedro Fernaud, nuestro filósofo desviado en márgenes profusos de televisión y otros cauces.

Luego se embebeció en aquellos pasajes, un tanto líricos, que Ciro describía desde su voluntario exilio, y sintió la necesidad de recurrir a cuanto libro pudo hallar sobre esta ciudad, quedando prendada de SANTA CRUZ “LA NUIT”, de Francisco Pimentel, fino escritor, inadvertido tras meandros pretéritos del sutil vespertino La Tarde.

 

          Pero es el caso, seguía el reportero, que a mí no me gusta escribir ya; eso era antes, cuando trabajaba en la redacción, enfrascado en la composición de textos para llenar infinitas páginas del periódico. Luego me dijeron que no era aquel mi deber, sino descifrar las cartas y las features procedentes de la agencia de noticias en el Reino Unido, y contestarlas con una corta misiva de recepción, no sé si para confirmar o atestiguar, sin más detalles al respecto, para explicar que allá, en el departamento a donde iba destinada, tenía que existir alguien, con suficiente conocimiento de español, en su modalidad canaria, para que entendiera mi inglés agofiado, que no macarrónico, como suele decirse en otras latitudes.

(Fragmento: Cap. 1; Págs. 9,10)

 

Miren por dónde, decía a Demetrio y Eusebio Afonso, la objeción que se le hacía a este autor, por sus crónicas impregnadas de poético lenguaje, al cabo del tiempo pone de relieve sus artículos de entonces, lo que enlaza perfectamente con la propuesta de Pedro Fernaud acerca del retorno a la expresión literaria con que se ha de distinguir el periodismo.

*

Ciro, en su arrebato, no fue capaz de entender su combinación entre aquellos términos orientales, sacados de entre sus libros de cabecera.

 

Rósula no deja de aludir a su origen patricio y su cuna señorial. Con frecuencia menciona el apellido, perdido ya en su madre, del noble caballero, procedente de Vascongadas o Valencia, General de Infantería, quien, a finales del siglo XIX vino a ocupar su plaza en Almeyda, para hacerse cargo de la defensa de Santa Cruz de Tenerife, temiendo sus habitantes que se produjera un desembarco por parte de italianos o franceses, un almirante inglés o una flotilla del Islam.

(Fragmento: Cap. 12; Págs. 117)

 

Sin duda, Rósula, además de bella, era de exquisita sensibilidad para un quehacer monótono y rutinario; por                                                                                ello precisaba de evasión, la cual conseguía a través de cuantas conjeturas desarrolla a lo largo de los textos que escribía, preocupada exclusivamente de dar tersura y son a su contenido.

Siempre atenta a su voz, Rósula se permitía formular preguntas que a Ciro inquietaban en su fondo de alarma imprecisa y personificada falta de cordura. No obstante, logró adaptarse a las circunstancias que ella creaba y, paulatinamente, fue entrando en el proceso de renuncia de su inmarcesible pasión.

 

Estupidizado por el intenso sentimiento que trastocó su tino, Ciro se rindió esclavo de Rósula y a sus pies se postró, clamando amor sin cesar, el amor que ella, avara de sí misma, constante le negaba.

-No deseo amar, Ciro: quiero ser amada.

(Fragmento: Cap. 7; Pág. 67)

 

De modo que, el caso en su planteamiento, se sintió involucrada en la averiguación metódica acerca de si el famoso detective pudo alguna vez haber residido en el número tres de Richardson’s Mews. Hubo entonces de consultar el trabajo a comisión que encargara a Manolo Arias el Presidente de la Sociedad Forofos del Espacio, con sede en Santa Cruz de Tenerife, que culmina en excelente resultado la exhaustiva investigación realizada por el agudo y curtido periodista de lance.

 

…Así, de lustro en lustro, los más fugaces soldadores de la mirra de Oriente, cruzaron el Helesponto y se hundieron junto a la nave de Ulises, sin que pudieran arribar a Ítaca, ni tampoco a ninguna isla afortunada de la antigua Hélade, siempre de moda, después que Lord Byron quisiera inspirarse en las del mar Egeo para perfilar tal vez los versos del Niño Haroldo.

(Fragmento: Cap. 2; Pág 21)

 

A este respecto, considera John Wilde que Sherlock Holmes, sin que sufriera secuestro, ni mucho menos llegara a ser abducido, en el decir de Dictino Vero Símil, siguiendo pauta de algún paisano suyo, o simplemente de otro sudamericano, no fue en absoluto objeto de trato violento, aun cuando pudiera haber contactado con seres extraterrestres, quienes le pasaron aquel don perspicaz, merced al cual llegaba a nivel impensable de especulación.

 

Al principio anduve incansable de Cleveland a Baker Street. Luego, hice el camino de Great Portland Street a King’s Cross y Saint Pancras. Paso el día entero en The British Library, sentado en la Reading Room. He leído y mirado más de quinientos libros, modernos, antiguos y raros, en la esperanza de encontrar algún texto esclarecedor sobre la insinuación de John Wilde acerca del posible contacto experimentado por Sherlock Holmes, merced al cual pudo usar su método deductivo ante el enigma presentado por cualquier crimen, y, a partir de ahí, descubrir su autor.

(Fragmento: Cap. 14; Pág. 143)

 

Ello despertó en él cierta suspicacia, y, ante la conciencia de sentirse observado, llegó a sospechar cerrada vigilancia sobre su persona, por cuanto hubo de hallar ocultamiento en escondida residencia, con el fin de burlar tanta asechanza rondando su recta identidad. De lo cual se desprende que, en repetidas ocasiones, hubo de pernoctar en Richardson’s Mews y permanecer varios días sin salir a la calle, so pena de encontrarse a bocajarro con especial Constable haciendo su habitual recorrido nocturno del sector.

 

El caso es que, un amigo, a quien veo a menudo en el pub de Cleveland Street, cerca de donde vivo, junto a la tienda de reparaciones de utensilios eléctricos, me dijo conocer al periodista, con quien ha tomado más de una copa en repetida ocasión; me aclaró asimismo que había leído su ensayo acerca de Sherlock Holmes, y que sabía por qué área suele moverse este hombre, además de frecuentar el pub en Albany Street, lindando con Chester Terrace, donde reside, junto a la Nash House, blanco entorno que limita por este lado con Regent’s Park, creado en su inicio por el arquitecto cuyo nombre lleva la casa.

(Fragmento: Cap. 27; Pág. 270)

*

Al cabo de los días se pudo saber que Manolo Arias nunca hizo pesquisas para la solución del caso. Todo resultó ser un fraude, propiciado por una mala traducción de la Agencia de Noticias, que presta sus servicios al DIARIO DE LA MAÑANA de Tenerife.

 

Ello le hizo pensar en Werther y se propuso estudiar la ópera de Massenet, luego de haber leído repetidamente la novela de Goethe, y a punto estuvo de irse a Weimar; al tiempo hizo lo propio con la versión cantada por Alfredo Kraus, y, finalmente, con el alma transida por la pena de amor que lo embargaba, se decidió por Londres, el mejor sitio para esconderse y pasar desapercibido, aunque todo el mundo, en la populosa ciudad, lo viera.

(Fragmento: Cap. 18; Pág. 186)

 

En su revoltura anónima, no obstante, Manolo Arias conoció que un español, originario de las Islas Canarias, vivió en el número tres de Richardson’s Mews, con expresa misión, destinada al cuidado de recepción y partida de gente importante, procedente, en múltiples ocasiones, de Extremo Oriente.

 

Me colmó el alma de tristeza, escribe Ciro en su diario, y, al final, no vino Rósula conmigo a París.

Es frase que no se cansa de repetir, aunque yo me la haya saltado en esta recopilación de su cuaderno; sin embargo, se hallaba en Londres, apartado del auge y la vocinglería, disimulando su estancia en esta ciudad cosmopolita, culta, tranquila y agitada. ¿Cuál sería el motivo de su insistencia en el hecho de que ella declinara su invitación al viaje ensoñador? Acaso los versos de Baudelaire pudieran esclarecer el misterio.

(Fragmento: Cap. 29; Pág. 287)

 

La housekeeper le entregó un cofre lleno de papeles, que este hombre hubo reunido durante el tiempo que estuvo hospedado en la casa de su gobierno. Tenía asimismo gran cantidad de legajos, que ocupaba en conjunto abultado espacio, en un lugar de reducidas dimensiones, lo que hacía difícil su conservación on the mantelpiece, además del peligro que entrañaba tanto trasto encima de la chimenea. Como además, libros y cuadernos estaban escritos en español, idioma del que no entiende ni pizca, pues, no veía la hora de deshacerse de ellos. Así que, cuando Manolo Arias le confesó su interés por el diario, lo puso inmediatamente a su disposición, junto con todo lo demás, que para ella suponía un tremendo estorbo además de excesiva nulidad.

 

-Una obra que encontré en Richardson’s Mews.

-¿Qué hacías ahí?

-Buscaba material para el seguimiento de la teoría de John Wilde acerca del posible contacto de que fue objeto Sherlock Holmes.

(Fragmento: Cap. 24; Pág. 237)

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De ser verídica la hipótesis que John Wilde expone en su libro, Ciro Fragoso pudo haberse encontrado con Sherlock Holmes en el número tres de Richardson’s Mews, a horas intempestivas de la madrugada, tendido el detective sobre su lecho, o quizá en el sofá, mientras fumaba con deleite su pipa, dejándose transportar, por el humo inhalado, a regiones fantásticas de ensueño y fábula.

 

Pero esto es lo de menos. Lo cierto es que presume demasiado de su talento, heredado, según ella, de su abuela, afín a Clara Eugenia, en quien destaca, cuando la menciona, su similitud con Colombine, célebre periodista de otra época, excelente escritora y gentil amante de algún poeta…

(Fragmento: Cap. 31; Pág.310)

 

La interpretación que Manolo Arias hace del manuscrito lo lleva a conclusiones erróneas respecto de la posibilidad de residencia del afamado personaje en la zona. La duda, empero, se impone, y el investigador busca afanoso un mapa de hechos probados mediante el cual pueda corroborar la certeza del supuesto, lo cual propiciaría susceptible clarificación del enigma, sin misterio ni sorpresa.

 

Si no estuviste, Rósula, no te preocupes. Flavio es mejor califa que Abderramán, y un día cualquiera, en hallándose lejos de Córdoba, puede que se acerque a la playa de El Médano a contemplar la gloria de admirar tu cuerpo desnudo, cuando te exhibes bajo la luna en noche canicular de agosto. Será él mismo quien te explique las causas que frustraron la ansiada llegada de los astronautas, después de acabado su viaje espacial, dirigido desde el Roque de los Muchachos, por expertos informáticos, trabucados luego en su órbita por degeneración electrónica de una mampara de cristal.

(Fragmento: Cap. 26; Pág. 257)

 

Pese al envío de una circular, en la que solicitaba docta colaboración en el modo de comprobar fechas y datos, el autor no obtuvo siquiera una respuesta que compensara su esfuerzo respecto de dedicación y premura.

 

          Olvida instrucciones de los ineptos: escribe como te apetece, como buenamente sabes, y mantente fiel al espíritu de la propia historia que refieres. Quizá, al final del cuento, se presente un flautista con la propuesta de tocar un concierto que rubrique la confirmación de tu audaz andadura en las letras.

(Fragmento: Cap. 31; Pág.314)

 

¿Cómo detectar el quid de esta novela? ¿Es preciso recurrir a la magia de sus personajes? De entre ellos, ¿quién sería el más indicado? ¿La propia Rósula, tal vez? Quién sabe. En torno a ella gira la trama, aun cuando su figura se torne difusa en pasaje de diverso tenor, interpretado por variopinta amalgama de seres a la deriva. De ello se infiere la necesidad de enorme sencillez, ajena a cota de suma relevancia, en perfil determinante de excelencia y encomio.

Lo cierto es que, tanta palabra rondando el magín, con justeza de su proclama, deviene al cabo opción de vehemente porfía, para no ser luego hallada en franco exordio, afín a su traslúcida razón.

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José Rivero Vivas

TACHA

Londres 2009

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RÓSULA BELLA – Obra: NL.11 (a.33) – Novela –

Ilustración de la cubierta: Marzella, 1909-1910.

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN 978-84-8382-093-3) D.L. TF -1347 – 2007 –

Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2007)

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Del volumen:

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José Rivero Vivas

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Tenerife

Islas Canarias

Noviembre de 2021

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