TUMBAR A YOLANDA DÍAZ
Tumbar
a Yolanda Díaz es un objetivo necesario para el éxito electoral del PSOE
porque, si bien es cierto que necesitan a una izquierda aliada para gobernar,
los sondeos son tan demoledores a favor de la líder de UP que empiezan a poner
nerviosa a la masa gris de Ferraz
ANTONIO MAESTRE
La reversión de la reforma laboral es algo personal para Yolanda Díaz y también su mayor legado político. El patrimonio moral de la líder de Unidas Podemos es su defensa de la clase obrera, por eso no resistiría políticamente el hecho de que no fuera derogada o revertida de manera ambiciosa. Díaz es consciente de eso, pero también cree profundamente en que su trabajo solo tiene sentido si consigue mejorar la vida de los currelas, como se le escapa de forma cariñosa en cada conversación. Es la primera vez en la historia de la democracia que el Ministerio de Trabajo lo ocupa una persona que tiene como principal objetivo ser el canal que lleve la voz de la clase obrera a los textos legales. No se va a conseguir la socialización de los medios de producción, pero venimos de una ministra que ahora ocupa una silla en la CEOE.
El coste de no
sacar adelante la reforma laboral para Yolanda Díaz de cara al idilio que vive
con la opinión pública progresista sería demoledor si los postulados de la CEOE
priman sobre los de la clase trabajadora. Eso lo saben quienes ven en Yolanda
Díaz una amenaza para su propio electorado, y cuando eso ocurre se afilan los
cuchillos. La estrategia de desgaste que se ha producido contra cualquier
elemento que pretendía sacar la cabeza a la izquierda del PSOE ya la vimos con
Pablo Iglesias. No hay piedad para quien pueda perturbar al partido que
proporciona estabilidad a la monarquía como clave de bóveda que sustenta todo
el aparataje constitucional surgido en 1978.
La estrategia de
golpe blando que la judicatura ha llevado a cabo contra la coalición de
gobierno solo lo ha sido porque incluía en sus postulados para gobernar las
tesis de Unidas Podemos y el acercamiento hacia los partidos independentistas
que conllevaban acuerdos como los indultos que han sido anatema para los jueces
con espíritu de cacique. El PSOE quiere volver al redil y el Estado le quiere
con el PP. El Congreso en Valencia en el que Pedro Sánchez se reconcilió con
Felipe González es un mensaje que Meritxell Batet se ha encargado de rubricar
cediendo al capricho de Marchena justo después de los acuerdos con los
conservadores que llevaron al Constitucional a jueces como Concepción Espejel.
El PSOE será siempre bien recibido de vuelta a la institucionalidad de los que
manejan el poder al margen de la soberanía popular. Por eso, para eso, la
próxima pieza de caza es Yolanda Díaz.
La ministra de
Trabajo no es Rosa Luxemburgo, sino una abogada laboralista que tiene en su
cultura política la lucha sindical y el acuerdo en el seno del diálogo social
para lograr mejoras concretas de condiciones para la clase trabajadora. Es una
reformista, que nadie espere en ella a una revolucionaria guiando a las masas
proletarias a cruzar las aguas congeladas del Neva hacia la Catedral de Kazan.
Su objetivo es ser útil para la clase obrera atendiendo a las condiciones
subjetivas con las que nos ha tocado lidiar. Ni es un peligro para la
democracia liberal ni tiene fuerza para lograr algo más que la recuperación de
los derechos perdidos desde la crisis de 2007. Para muchas personas no será
suficiente, es comprensible, pero es la mano de cartas con las que toca jugar
la próxima década.
Pero eso no les
importa a sus enemigos. Tumbar a Yolanda Díaz es un objetivo necesario para el
éxito electoral del PSOE porque, si bien es cierto que necesitan a una
izquierda aliada para gobernar, los sondeos son tan demoledores a favor de la
líder de UP que empiezan a poner nerviosa a la masa gris de Ferraz. La
coyuntura a la que nos enfrentamos en los próximos meses es dilemática, la
derogación de la reforma laboral más lesiva para los derechos de los
trabajadores solo será revertida con Yolanda Díaz en el cargo y empujando para
que sea lo más ambiciosa posible. Con ella en Trabajo no sabemos hasta qué
punto será una reforma laboral propicia para mejorar derechos, pero lo que es
seguro es que sin ella solo ganarán las tesis de Nadia Calviño, que son las de
la CEOE.
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