PERIODISMO EN COMA INDUCIDO
Con una prensa irresponsable, la única
esperanza está en quien está al otro lado
GERARDO TECÉ
No se pierdan lo que ocurrió en esta calle de Tailandia en la que un hombre se salvó de morir atropellado por centímetros. Miren cómo este oso asoma la cabeza dentro de un vehículo aparcado en el norte de Rusia. Y, ya en España, atención a la brutal caída que sufrió este ciclista en una competición regional campo a través por la Sierra de Segura. Hace ya años que los principales espacios informativos del país se rigen por el novedoso criterio periodístico de que, si hay vídeo espectacular, hay noticia. Aunque bajo ningún criterio riguroso eso sea una noticia. La prueba del algodón es sencilla. Imaginen cómo sería la crónica escrita de la información del hombre que casi muere atropellado en Tailandia: un señor
cruzaba un semáforo en rojo en una ciudad de Tailandia y un camión le pasó cerca de manera peligrosa, pero por suerte no pasó nada. Si en texto es ridículo, considerarlo información digna de ocupar un telediario quiere decir que lo que nos colocan por delante es una simple anécdota para entretenernos y no información. La infantilización de la información. Esa es en realidad la noticia. La prostitución del oficio que Gabriel García Márquez definió como el más hermoso del mundo. Un modelo de proxenetismo muy rentable: a coste cero, las grandes cadenas de televisión rellenan espacio entreteniendo a su audiencia y, de paso, los directores de informativos se evitan el mal trago de ser llamados a los despachos nobles de la empresa, cosa que sucedería si tratasen asuntos incómodos para el poder económico en los que, posiblemente, anden envueltos los dueños de estas mismas cadenas como élite de la clase empresarial que son. Win win.El titular
espectacular cotiza en el prostíbulo periodístico a un precio tan alto como el
vídeo del día. El reciente caso del hombre en coma es un buen ejemplo. “Manel,
el hombre que pasó 35 años en coma tras una caída: Me dormí con 22 años y me
desperté con 58”, vendía El Mundo un suceso personal, anecdótico, curioso, sin
lectura social, ni médica, ni de ningún tipo, empaquetándolo como información.
Lo hacía sin caer en la cuenta de que el coma le cundió bastante al tipo: entre
que entró en estado vegetativo y se despertó tuvo tiempo de casarse, montar una
familia, ir los domingos al fútbol y al chiringuito de la playa en verano. Descubierta
la metedura de pata, la noticia real vuelve a ser los grandes medios de
comunicación y su capacidad ilimitada para alimentarse de su propia
irresponsabilidad. “Publicamos una nueva información detallando las incógnitas
del caso”, seguía recorriendo la linde de la estupidez El Mundo. Las incógnitas
del caso, a esa hora, seguían siendo cómo el periodismo de este país tiene los
santos cojones de llamar incógnita a que un comatoso se case y monte una
familia. Horas más tarde, volvía el ilustre diario a informar con la última
hora de esta no-noticia en busca, tal vez, de un Pulitzer: “Asumo toda la
culpabilidad y acepto lo que me digan”, confesaba Manel en una entrevista. De
la culpa propia, ni una línea. De nuevo la noticia no está, por mucho que se
empeñe el periodismo de clics, en que un tipo anónimo confiese que se ha
inventado una historia, sino en que la gran prensa de este país carece de
responsabilidad. Tanta irresponsabilidad que genera niveles de estupidez
desconocidos hasta el momento: hay quien, en defensa de sus medios afines, ha
comparado el bochorno periodístico del señor en coma con informar de la
denuncia de una supuesta víctima de una agresión homófoba que se demostró
falsa. Para los más despistados, los despertares de comas de larga duración, de
momento, no son un problema social real y en aumento. Con una prensa
irresponsable, la única esperanza está en quien está al otro lado. Recuérdenlo
cada vez que el telediario les diga que un vídeo espectacular es noticia por el
hecho de ser espectacular. Recuérdenlo cada vez que les pongan por delante un
titular morboso para vender clics: la noticia real es la conversión de la
información de interés público en negocio low cost. La noticia real es el
estado de coma inducido que sufre el periodismo.
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