viernes, 12 de noviembre de 2021

LA NOCHE QUE AYUSO PRESENTÓ EL HORMIGUERO

 

LA NOCHE QUE AYUSO PRESENTÓ EL HORMIGUERO

Con la presidenta madrileña es difícil saber si sus actos y declaraciones son fruto de sutiles genialidades o puros desmelenes incontrolados

GERARDO TECÉ

El presentador Pablo Motos se ríe con Isabel Díaz Ayuso en El Hormiguero,

Isabel Díaz Ayuso fue a divertirse a El Hormiguero. O, más bien, a desahogarse y a gustarse, que es a lo que uno suele ir a casa de los amigos. La entrada de Ayuso al plató de las hormigas fue recibida por el público allí presente con ovación de campo de fútbol y gritos de presidenta, presidenta. No tengo ni idea de si para tan especial cita los asientos del programa habían sido reservados para directivos de Atresmedia o si se trataba del habitual público de bocadillo, cosa que, a juzgar por el aplastante resultado de las últimas elecciones, también podría ser. En todo caso, si Madrid es España, El Hormiguero es Madrid.

 

En horario de máxima audiencia, Pablo Motos le dio la bienvenida a la presidenta de la Comunidad, le preguntó qué tal estaba y, a partir de ahí, el mitin duró lo que duró el resto del programa. Estaba anunciada como entrevistada, pero, tras unos minutos enlazando temas de forma aleatoria sin que Motos hiciera nada por reconducir aquello al formato entrevista, cualquier espectador pudo detectar que Ayuso había ido allí a presentar el programa. Quizá para poder sumar así una nueva experiencia que apuntar en su lista “Cosas buenas de ser presidenta”. Un listado que, según explicó, tiene en su móvil: en él va apuntando las cosas buenas que le han ocurrido gracias al cargo. Listado que tradicionalmente suele hacer años después un juez cuando se trata de líderes del PP madrileño. Presentó el programa con bastante soltura, por cierto.

 

Lo de Motos no era incapacidad de reconducir la cosa, era simplemente estar a gusto

 

Pudiendo sentarse en la grada con los directivos de la cadena, Pablo Motos decidió quedarse en la mesa escuchando a Ayuso, cosa que habla bien de la profesionalidad de este titán de los medios. Si Ayuso denunciaba el ataque del social-comunismo contra Madrid y los madrileños, Motos asentía como el que escucha una charla TED. Si Ayuso enlazaba lo anterior con sus quejas porque no le dejan que los congresos del Partido Popular se hagan a su gusto, Motos le daba la razón. Si, en pleno éxtasis ideológico, Ayuso les explicaba a los espectadores que Sánchez es amigo de la ETA, que Pablo Iglesias anda por ahí –por aquí en este caso– “haciendo el mal” o que les debemos la vida y el agua potable saliendo del grifo a los empresarios de este país y que por eso es bueno que no paguen impuestos, Motos seguía asintiendo, cada vez con más entusiasmo. Lo de Motos no era incapacidad de reconducir la cosa, era simplemente estar a gusto.

 

Uno de los grandes desahogos de la presidenta en su visita a Casa Motos tuvo que ver con la crisis sanitaria. A mí se me ha criticado mi gestión de la pandemia, Pablo, ¿te puedes creer? Motos, en el papel de amigo que escucha con un café por delante, volvió a tirar de profesionalidad y, aunque por momentos parecía posible que sucediera, evitó darle un abrazo de consuelo con caricia en la espalda. Por supuesto, no le sacó el tema de las cifras de la tragedia en Madrid porque a El Hormiguero uno va a divertirse. Casi siempre. Aún recuerdo aquel día en el que Pablo Iglesias, todavía sin haber ocupado cargos de responsabilidad, pasó a divertirse por el programa y a Pablo Motos sólo le faltó pedirle explicaciones por los planes quinquenales de la URSS. A pesar de los grandes disgustos derivados de la pandemia, como haber sido criticada, Ayuso declaró sentirse “muy afortunada por haber podido estar en el lugar y el momento oportunos”. Desde casa, los espectadores entendimos que lo que podía parecer una frivolidad, dado el resultado de su gestión, se enmarcaba en realidad en ese espíritu inocentón ‘Paulo Coelho’ que irradia Díaz Ayuso desde su espectacular victoria electoral. Eso sí: echamos de menos que explicase si “gestionar pandemia de forma chachi” estaba en la lista de cosas buenas que le habían pasado últimamente.

 

Con Toni Cantó comentando con entusiasmo en Twitter el programa de su jefa y con Ayuso a punto de dar paso a Trancas y Barrancas, Pablo Motos retomó por sorpresa su papel de entrevistador y le lanzó de repente la única pregunta incómoda de la noche para sorpresa del espectador, que creyó haber sintonizado sin querer La Tuerka. Me sorprendió que no apoyaseis investigar lo que ocurrió en las residencias, le dijo, y en la cara de Díaz Ayuso se instaló el gesto que se instala cuando de repente tu amigo le da la razón en algo a tu ex. Por supuesto, a la hora de responder, la presidenta madrileña se fue de excursión por los cerros de Úbeda y a Motos le tocó cargar con la cantimplora.

 

Con la llegada de Trancas y Barrancas acabó el monólogo propagandístico y la quedada de amigos en Casa Motos pasó a los juegos –Ayuso es capaz de adivinar una canción española de los años 80 y 90 sólo con escuchar el primer acorde– y los chistes de las hormigas. En este tramo, encontramos a una Ayuso obsesionada con mostrarse como una persona normal contando anécdotas –esa gente que repite lo normal que es– como que de pequeña rebobinaba las cintas de casete con un boli bic. ¡Háyase visto! Cuando los juegos con las hormigas y la apología de la campechanía se agotaron, Ayuso decidió cerrar la noche en la que presentó El Hormiguero con un speech sobre la libertad, por supuesto, simbolizada en los bares. “El bar nos iguala a todos, a ricos y pobres, porque la vida son instantes…”. Qué oportunidad perdida por Estrella Damm para, como hacía Porcelanosa tras las campanadas de nochevieja, colar en ese momento el anuncio del barco. Aunque Ayuso, más madrileña que el oso y el madroño juntos, hubiese preferido la Mahou.

 

El día que Ayuso presentó El Hormiguero confirmó que al frente de la Comunidad de Madrid hay alguien que –para bien o para mal, según se vea– es lo que nos parece ser. El día que Ayuso presentó el Hormiguero dejó tras de sí una buena faena ideológica con Pablo Motos de espectador privilegiado y también un titular morboso en mitad de su particular guerra interna contra el liderazgo de Pablo Casado: no es que tenga vetado a García Egea, es que ella usa dos móviles, explicó, uno para los asuntos importantes, en el que lo tiene bloqueado, y otro móvil, el que tiene todo el mundo, en el que no está bloqueado. Si esta explicación la hubiera dado cualquier otra persona del panorama político español, podríamos asegurar que estamos ante una genialidad, una sutil a la vez que contundente forma de ningunear, en directo y en prime time, al secretario general de su propio partido. Siendo Díaz Ayuso la protagonista, lo del ninguneo está claro, pero no si se trataba de sutil genialidad o puro desmelene incontrolado, como en otros tantos asuntos. Vaya usted a saber.

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