EL CUENTO DE NAVIDAD
DE ANA BOTELLA
DAVID TORRES
No es nada fácil
ser la señora de Mr. Scrooge, mire usté. Tiene que estar una todo el día
pendiente de la búsqueda de las armas de destrucción masiva y llevando la
cuenta de los abdominales de su marido, que a estas horas debe de haber
adelantado a Schwarzenegger. A Chuache -cuando la señora de Mr. Scrooge todavía
era alcaldesa suplente- lo nombró embajador turístico de la capital, aunque
muchos madrileños habríamos preferido que nombrara a Danny DeVito, primero,
porque estaba más a la altura de su gestión, y segundo, porque pocos como el
pequeño gran actor de New Jersey han entendido que Madrid es una work in
progress continua, una Sagrada Familia inacabada por los siglos de los siglos y
extendida a lo largo en vez de a lo alto. Puede que “sagrada” no, pero
“familia” había un rato largo, tanto que se celebraba una boda de los Scrooge y
los invitados venían hasta de Soto del Real con código de barras.
Fue precisamente
esa irrefrenable tendencia a llenar la capital de socavones, de vallas y de
banderas inmensas como campos de tenis la que provocó la aparición del Fantasma
de las Navidades Pasadas, por otro nombre Gallardón, cuyos desmanes y
tropelías, según van pasando por los juzgados, han ido reduciendo
considerablemente el presupuesto del actual equipo de gobierno madrileño. De
clásicos navideños Ana Botella también sabe un rato largo, como que tiene una
selección de los mejores cuentos para leer en familia en estas señaladas
fechas. Es un libro perfecto para echarlo a una hoguera y calentarse las manos
en este gélido invierno, ya que gracias a ella y al modo en que desvalijaron
1.860 viviendas públicas, muchos hogares no disponen de calefacción,
electricidad, agua corriente, paredes o techo. Botella predica el cristianismo
con el ejemplo: el ejemplo de cientos de familias al borde del desahucio y
condenadas a vivir a la intemperie, como si estuvieran en Belén, perseguidos
por Herodes.
Es sabido que
Dickens escribió su Cuento de Navidad conmovido e indignado por la miseria en
que se encontraban los niños de las familias pobres en Inglaterra. Puede
decirse que fue el primer escritor que situó a la infancia en primer plano,
subrayando su indefensión, su desvalimiento, ya que antes de él los niños no
eran más que secundarios de lujo, supervivientes en una mortal carrera de sacos
para hacerse adultos cuanto antes y quitarse de encima a un viejo ciego cabrón
o a los pretendientes de Ítaca. Dickens pensó primero en escribir un panfleto
que alertara contra la injusticia del trabajo infantil y los efectos brutales
de la revolución industrial en los vástagos de la clase trabajadora. Sin
embargo, al final decidió que la ficción podía llegar más lejos que la realidad
y se inventó a Mr. Scrooge, sin sospechar que Mr. Scrooge podía ser mucho peor
en la realidad que en la ficción y no arrepentirse ni aunque le desahuciaran el
bigote. El villano de esta historia real como la vida misma tiene nombre de
avaro dickensiano, Blackstone, pero las víctimas son todas anónimas y se
tomaron la noticia de la condena a Botella y sus concejales como una
inocentada. La noticia tenía que salir un 28 de diciembre porque si algún día
esta gente llega a pagar por todo lo que ha hecho será el Apocalipsis.
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