EN
LA OTRA CARA
DE LA CRISIS :
LOS NUEVOS POBRES
CRISTINA COVO GOMEZ
En estos tiempos de inestabilidad,
donde se sufre la confusión lógica que traen los actuales recortes, empiezan a
surgir en la sociedad fenómenos relacionados con la impotencia por parte de las
famitas para hacer frente a la crítica situación que se les viene planteando.
Si pudiéramos invertir el orden del sistema,
es decir, obtener comida libremente o acceder gratuitamente a la sanidad y la educación,
probablemente todo el mundo estaría dispuesto a ceder ante los ajustes que se
nos vienen aplicando.
Nos encontramos ante el perfil de una persona
sin recursos, o que teniendo cierta entrada no es capaz de hacer frente a los
gastos corrientes de la vida: son los nuevos pobres, personas que tienen que
enfrentarse al dilema de escoger entre el pago de una hipoteca o la propia
manutención, entre la comida de sus hijos o la compra de libros y material
escolar.
Caritas ha dado su voz de alarma en diversas
ocasiones, planteando en este tipo de situaciones, los peligros de la crisis y
el modo en que ésta se viene abordando. Si bien en la década de los ochenta la
persona que solicitaba ayuda a este tipo de instituciones y servicios,
respondía al tipo de un parado de larga duración mayor de cuarenta y cinco
años, ahora el abanico además se amplia a jóvenes sin trabajo, inmigrantes,
amas de casa con familiares a su cargo y divorciados.
El Estado ha dejado de comprometerse con el
ciudadano en muchísimos aspectos: recortes en sanidad, política social,
personas en situación de dependencia y educación, supone un retroceso que se
traduce en caras y, nombres, personas reales que se debaten, por ejemplo, entre
cuidar por cuenta propia un familiar gravemente enfermo o abandonar su puesto
de trabajo, con el consiguiente peligro de perder el mismo. La supresión de
este tipo de apoyos saca ala luz las muchas necesidades que se nos pueden
plantear, problemas que no se pueden afrontar si no es con la consideración que
cada caso particular merece, que sigue estrechamente encadenado a la realidad
de los hogares.
Como en un juego de
naipes, cada carta ha ido cayendo por el peso de la anterior, y así,
sucesivamente, se va destruyendo la baraja.
Los colectivos alzan su voz en busca de mayor
comprensión, se crean plataformas para paliar todo tipo de cuestiones, también
desde los distritos y asociaciones vecinales se promueve otro tipo de
alternativas que permitan que todos tengamos acceso a recibir la cobertura en
función del grado de necesidad, todo ello desde el espíritu más solidario de
cooperación y la conciencia colectiva deque no se puede desamparar a nadie ante
el riesgo de exclusión social.
Somos todos y cada uno de nosotros los que
conformamos este tejido, todas y cada una de las piezas son las que componen el
puzzle, y el puzzle de España cada vez está más desfragmentado, más desunido.
Su sola imagen muestra la cara real de esta crisis, cuando el pobre comienza a
ser más pobre y el rico algo más rico.
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