LEGISLATURA: MOMENTO
KRAKEN
POR GUILLERMO ZAPATA
La saga de películas de Piratas del Caribe,
que empezó como adaptación de una atracción de Disney World y terminó creciendo
hasta convertirse en sí misma en un monumento a imagen digital, presenta en su
segunda entrega a un viejo conocido de la mitología marítima: el Kraken.
La criatura mitológica es controlada por el holandés errante Davy Jones (la trilogía es un pastiche de referencias convertidas en material pop y exigirle algún rigor sería obsceno) que a su vez termina por estar controlado por la armada inglesa. El Kraken pierde entonces su condición mítica y se convierte simplemente en un instrumento de orden y disciplina.
“Soltad
al Kraken” quiere decir, entonces, poner orden.
Eso es lo que hemos visto en Madrid (fundamentalmente) en la última semana
como escenario de operaciones y acuerdos por la investidura. Aznar pidió que
cada cual aportara lo que pudiera en su particular Operación Soldados de Juguete y el bloque de la
derecha, contradictorio pero funcional, se empezó a mover y a adoptar la forma
de un Kraken. Sus distintos tentáculos aportaron lo que pudieron. Presión
mediática (el gobierno ya no es ilegítimo, ahora es una dictadura); judicial (a
través de delirantes acusaciones de terrorismo ya contestadas por la Fiscalía
General del Estado) o en el plano de la movilización ciudadana.
Como
vivimos en tiempo veloces, en los que la historia se presenta acelerada y fuera
de medida, pasamos de las movilizaciones encabezadas por Esperanza Aguirre
cortando calles a un grupos de cabezas rapadas haciendo el saludo nazi en las
inmediaciones del Congreso en apenas 48 horas.
Pero,
¿qué está pasando? ¿Dónde estamos? ¿Qué significa todo esto? En momentos de
ruido y excitación, conviene separarse un poco del pensamiento complejo y
fijarnos en los elementos superficiales, en lo que las cosas parecen a primera
vista.
El bloque
del Kraken se compone de lo siguiente: Vox, el PP, grupúsculos de corte
franquista, falangista y neonazis, una parte importante de una judicatura de
mandato caducado y algunos medios de comunicación privados. Es también un
bloque con un importante poder territorial a nivel autonómico y que intenta
configurar un eje territorial de oposición al Gobierno con tres ejes: Madrid,
València y Andalucía. Es un bloque, sin embargo, sin mayoría para gobernar
España. Es poderoso y minoritario. Las dos cosas son ciertas.
El otro
bloque se define fundamentalmente por haber sido capaz de configurar un bloque
de investidura. En estos dos meses ha estado unido en la constitución de la
mesa del Congreso, el rechazo a Feijóo y la semana que viene lo estará en la
investidura. Es un bloque que se articula, por tanto, en torno a un gobierno
progresista del PSOE y Sumar con Pedro Sánchez como presidente. Un bloque
distinto al de la legislatura anterior por la incorporación de Junts Per
Catalunya.
Sobre
este bloque hay dos interpretaciones. Una se mueve en el eje izquierda-derecha
y nos dice que es un bloque que no permitirá desarrollar políticas
progresistas. La otra interpretación construye el eje en otro orden, el
estrictamente democrático.
Aitor
Esteban, portavoz del PNV en el parlamento lo definió perfectamente durante la
fallida investidura de Feijóo cuando se dirigió a la bancada del bloque
conservador y dijo lo siguiente: “Si la elección es ustedes o la amnistía:
amnistía”. Eso explicaría la confluencia de fuerzas conservadoras, progresistas
e independentistas.
La acción
desplegada por el Kraken en las calles de Madrid estos seis días ha compactado
este bloque y ha explicado materialmente la legislatura a millones de votantes
progresistas que tienen dudas con el proceso de amnistía y muy especialmente a
la generación de la Transición. La que vivió el terror franquista, tiene hoy
más clara cual es la ecuación. La alternativa a la amnistía, ese “ustedes” que
mencionaba Aitor Esteban, da miedo. Por eso el PP ha corrido a intentar
gobernar el Kraken exponiendo dos ideas contradictorias entre sí. La condena a
la violencia y el imaginario dictatorial. Vox, desaparecido por completo en los
últimos meses, capitaliza la contradicción. Nunca sabes cual de los tentáculos
del Kraken será quién hegemonice al resto de la criatura.
Bajo ese
paradigma, el desafío del bloque de la investidura es articular juntos una
legislatura que se separe de este momento inicial y el trabajo del bloque
conservador es impedirlo. Esos ingredientes son, aunque vitaminados, muy
similares a los de la legislatura pasada. Por eso creo que las lecturas de la
actualidad que se quedan en el eje izquierda/derecha no explican bien la
potencia y los desafíos de lo que está pasando en este momento.
El
trabajo del bloque de la investidura es, por tanto, definir dos elementos
centrales para la vida en nuestro país: qué derechos sostienen el presente de
las mayorías sociales que mantienen el bloque de investidura y que síntesis
territorial se propone para abordar una nueva fase de diálogo, toda vez que el
bloque reaccionario ya no tiene necesidad de proponer nada más que incendio
para existir y está emancipado de la obligación de dar soluciones.
El
acuerdo firmando entre Junts y el PSOE define perfectamente el perímetro de la
discusión. De un lado se acepta la amnistía, del otro se acepta el marco
constitucional. Esta semana, mientras Madrid se inflamaba, en el Parlament de
Catalunya, los partidos de la investiduras actuaban como bloque y tumbaban la
propuesta de la CUP de un nuevo referéndum.
La
palabra que más se escucha estos días es la de traidor. Efectivamente, los
conflictos sólo pueden resolverlos traidores a sus esencias. El lenguaje del
acuerdo es el opuesto al lenguaje del Kraken.
El
desafío de hoy es ser capaces de resolver esos dos ejes sin perder ninguna de las
piezas que construyen la mayoría de investidura.
Porque lo
único que no se nos puede olvidar es que todo lo que no es barco pirata lleno
de traidores a sus patrias… es Kraken.
Y que los
traidores somos más.
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