lunes, 12 de septiembre de 2022

TU AMIGA, LA SELECCIÓN NEGATIVA

 

TU AMIGA, LA SELECCIÓN NEGATIVA

El aumento del precio del dinero por el BCE no moderará la inflación, sustentada en una idea de beneficio sin ética ni límite. Tan solo puede moderarla algún tipo de intervención que fije los precios con independencia de la ética de los vendedores

GUILLEM MARTÍNEZ

 

Imagen de un puesto de fruta y verdura en el mercado.

 1- En El efecto clase media –Traficantes de Sueños, 2022; no se lo pierdan–, Emmanuel Rodríguez dibuja el fin de la clase media, y especula con un futuro sin ella. Entre otros datos, aporta la existencia –ya; es decir, desde los 80, si bien se lució, a tutiplén, en 2008, y lo sigue haciendo en 2022– de un Estado que ya no está capacitado para satisfacer a su creación, la clase media, sino que, por lógica neoliberal, ya tiene suficiente con dedicarse a funciones extractivas. Facilitando, verbigracia, la creación de un mercado eléctrico tan alejado de la palabra mercado que, en vez de mercado, se podría llamar zapato, piano, o refajo.

 El libro de Emmanuel es el resultado de un gran itinerario intelectual que el autor inició en 2010, con Fin de ciclo –firmado junto a Isidro López–. A mí sus libros me han permitido ver la realidad un par de minutos antes, escribir artículos sexis con ello y, con el tiempo que gano, matricularme en la Royal Ballet Academy, institución para la que justo ahora preparo mi TFM, que será el pas de deux de la Danse des Chevaliers, del Roméo et Juliette de Prokofiev, en el que interpreto a una Juliette extrovertida. Bueno. El dato que les paso del libro de Emmanuel no es un dato importante de su libro, pero sí de este artículo. Un Estado con pocas funciones y, en todo caso, alejadas de sus funciones fundacionales –el Bienestar, la prolongación de la clase media– requiere, poca –o, al menos, menos– inteligencia. Lo que supone la selección de sus élites políticas por otros medios/otras inteligencias. Es, para ahorrar e ir arreando, la selección negativa, amiguitos.

 

2- Varoufakis ha sacado un artículo hace escasos días. El hombre que lo vio en 2008, pero que no pudo, o no quiso, o no quisieron, explica el momento europeo mercado-energético-sin-mercado-alguno. En estos términos, muy parecidos, por cierto, a los del edito de CTXT sobre el tema. “El despropósito surge de la ilusión de que los Estados pueden simular un mercado de electricidad competitivo y, por ende, eficiente”. Es posible que la Comisión/los Estados, no sean conscientes de ello, pues su selección e inteligencia les impide observar ese fenómeno, pero –y esto es importante y novedoso– sí que perciben la catástrofe socioeconómica, iniciada ya antes de la guerra, gracias a ese fenómeno. La solución es, por otra parte, sencilla. Se trata de “terminar con los mercados de electricidad simulados”, a través de “redes de energía públicas en las que los precios (…) representen los costos promedio más un pequeño margen de beneficio”. No es complicado. Pero ahí es donde entra el Estado extractivo de Emmanuel, y su selección negativa, la única posible para acceder a un Estado no sustentado en otra inteligencia. Ay, uy.

 

3- No es imposible, pero sí que será muy costoso, que el Estado como la Comisión hagan cosas que no están presentes, sino perseguidas, en sus inteligencias. Un ejemplo es lo que ha pasado esta semana en el BCE.

 

La inflación no está provocada por el aumento del consumo, sino por el mantenimiento de los márgenes de beneficio en las empresas en plena crisis

 

4- El BCE es una institución importante. Posiblemente lo aguanta todo. Aguanta/sostiene a toda la UE, a sus Estados. Para lo cual, en cierta manera, debe de poseer otra inteligencia, diferenciada de la habitual y premiada. Por ejemplo, el BCE, de algún modo, desobedece a Alemania y a sí mismo, cuando financia –pese a una sentencia del TC alemán y pese a sus propias declaraciones– a los Estados, comprando deudas nacionales como un poseso –fabricando con ello algo así como una deuda mutualizada de la UE; yupi–. Pues bien, esta semana esa institución “lista” se ha dejado llevar por la tontería habitual de la inteligencia en el resto del biotopo institucional. Ha subido los tipos de interés hasta el 1’25% –mucho; algo definitivo, y que puede ser el inicio solemne de la recesión–, para paliar una inflación que no está provocada, por otra parte, por el aumento del consumo, sino por el mantenimiento de los márgenes de beneficio en las empresas en plena crisis. El BCE, con una inteligencia informal y nueva para unas cosas, para otras gasta la adquirida en los 80, ese desastre social y económico. Para saber el mecanismo de la nueva inflación, por cierto, vayan al punto 5 y a la ciudad de BCN.

 

5- En el Mercat de la Boquería, el mercado más grande de BCN, la caballa va a 3’90€. Antes de la crisis solía ir a 2-3€. No ha subido mucho. Y no lo ha hecho porque las pescaderas de la Boquería poseen, lo sepan o no, una idea ética de su trabajo, el comercio. El precio de la caballa va creciendo, no obstante, en otros mercados de la ciudad, conforme se aproximan a la clase media y media-alta. Si bien esas otras pescaderas compran la caballa en el mismo mercado mayorista que las de la Boquería, en Gràcia/Chamberí la venden a más de 9€, y en Sarrià/Chamartín a más de 12€. En esos barrios las pescaderas, en fin, también disponen de un código ético. Pero radicalmente diferente al imperante en la Boquería. E, importante, sin concordancia económica con la realidad. El aumento del precio del dinero por el BCE no moderará esos precios, sustentados en una idea de beneficio sin ética ni límite. Tan solo puede moderarlos algún tipo de intervención, que fije, independientemente de la ética de los vendedores, un precio orientativo de la caballa. O, ya puestos, del petróleo, del gas, de la electricidad.

 

6- Eso sería, me temo, la nueva inteligencia. Hay indicios de ella –no se pierdan el punto 12 y 12+1–. Es reguladora. Piensa en lo colectivo antes que en lo financiero. Y no existe en la política, donde la regulación es, paradójicamente, la mayor de toda la historia, al punto de que, desde los 80, se ha regulado hasta la desregulación, la eliminación de mercados como eléctrico, el bancario –y, snif, el de la caballa–, lo que supone un esfuerzo regulatorio sin precedentes, superior tal vez al soviético. La inteligencia reguladora, de hecho, existió muy poco. Se empezó a verbalizar en los USA, a inicios de los 30. En 1929, aún no existía. Estamos, como quien dice, en 1929 2.0, no se desesperen. Muchas cosas deberán cambiar en el futuro inmediato, entre ellas la inteligencia neoliberal que ha formulado la selección negativa actual. O los cambios serán mayores, crueles e imprevistos, hacia nacionalismos o soberanismos gore, intelectualmente autárquicos, en la línea de UK, Hungría, o de lo que pueda pasar en Italia.

 

7- Esa nueva inteligencia, no existe aún en la política, ni en la pomada. Y, con ese vacío, tampoco se la ve mucho en el periodismo, en la tele, en la cena de navidades con el cuñado. Un indicio dramático de todo ello ha sido el inicio –sumamente tardío– del debate europeo sobre una intervención en el pack energía, y como le ha ido a ese pack esta semana.

 

La selección negativa es, como ven, una inteligencia que facilita la relación del político con su jubilación, la empresa

 

8- Recordemos que todo empezó la semana pasada, con una Comisión que reconocía el fracaso del paramercado –la palabra es esa; son XXXXXXX– eléctrico. Y anunciaba –ojo, cuidadín– una “fuerte intervención” en él. ¿Qué significa eso? En ausencia de una inteligencia de la intervención, desaparecida en los 80, nada. Incluso su contrario. En todo caso, la propuesta de debate al respecto de la Comisión giraba en tres ejes. El a) era establecer un tope para el precio del gas de origen ruso. ¿Qué es un tope? Por lo que sabemos, no es una intervención. Es algo, por definir, en el que la empresa energética no ve disminuir sus beneficios. El ejemplo sería la excepción ibérica. Que mola, en tanto ha evitado un precio dadá en Iberia. Pero que no mola en absoluto si uno observa que consiste en darle a las eléctricas 8000 millones –2000 Portugal, 6000 el país favorito de la Divina Providencia–, para que se corten hasta 2023, que no es mucho tiempo. Ni mucho corte. Topar, en fin, no es nada, sin esa nueva inteligencia aludida, que tampoco sabemos al 100% si acudirá a la cita. La cosa b) era que el BCE se arremangara y facilitara líneas de crédito a los operadores –se dice rápido; con la que está cayendo; la selección negativa es, como ven, una inteligencia que facilita la relación del político con su jubilación, la empresa–, y la c) consistía en una intervención, al parecer con todas las letras, en las renovables, más baratas que las otras fuentes energéticas, y que, al bajar de precio, harían bajar, sin bajarlo, el precio de la energía de las empresas gasísticas de nuestros amigotes. Los puntos a), b), c) son poco o nada, si uno observa la gravedad de la situación.

 

9- En el encuentro de ministros del ramo del 9S, hace escasas horas, se matizó esa propuesta con los Estados. Así, se estableció la necesidad de a) un límite al beneficio extraordinario de las energéticas. Esto sería a través de b) un impuesto que -sic– c) no sería tanto un impuesto como una “contribución solidaria” de las empresas, pues la inteligencia neoliberal de la selección negativa impide pronunciar, pensar incluso, en la palabra impuesto. La pasta de ese impuesto-no-impuesto iría, al parecer, para que los niños pobres no lloraran de frío en la UE. Esto es, las empresas eléctricas asumirían, momentáneamente, y a cambio de seguir poniéndose las botas, el rol correctivo del exestado del bienestar. Socorro. Se habló también de un d) tope al gas. Sea lo que sea eso –no se hagan muchas ilusiones; veremos–, afectaría también, novedad, al gas no ruso. Y se habló también de garantías –esto es pasta; mucha– para el sector financiero del mercado de futuros energético –algo más neoliberal que atropellar a un ciclista y darte a la fuga; una región del no-mercado eléctrico, que pugna por extraer beneficios desorbitados donde no los habría con regulación–. El BCE, snif, está de acuerdo en dar pasta directa a las empresas energéticas, si bien no a la banca, otra participante en ese mercado ficticio. Bueno. Sinopsis del encuentro: empresas 10-ciudadanía 0, futuro chungo. Algo normal, en ausencia de una inteligencia de lo colectivo, de la regulación y de la intervención, que a ver si llega, y a ver si lo hace a tiempo. No obstante, el encuentro aportó novedades plásticas.

 

La inteligencia neoliberal de la selección negativa impide pronunciar, pensar incluso, en la palabra impuesto

 

10- La excepción ibérica fue observada en el encuentro como tirar una cabra desde un campanario. Esto es, como una costumbre bárbara y pintoresca de la Península, asumida. No se le dio excesivo honor, pero no se la cargaron. Tal vez es un reconocimiento, un premio en forma de estabilidad política local, a la aplicación de Sánchez en esta crisis, por lo del gas, y por asegurar la frontera Sur –a través del pacto con Marruecos– más allá del deber, la economía, el decoro y los DD.HH, esas categorías anecdóticas en la selección negativa. La ministra española, Ribera, pudo sentir la experiencia sexi y liberatoria de un líder procesista cat –comprometido hasta las cejas con el orden más inmovilista, pero capaz de lanzar vivas a la revolución– cuando pronunció frases como “este ha sido un año perdido”, o “el mercado eléctrico no funciona”. Bien por ella. Nota importante: Alemania estuvo de perfil, ausente. Todo lo que se diga en voz alta da igual, hasta que hable Alemania.

 

11- Esta semana hubo otro foco en el que observar los logros de la selección negativa. En el Senado, a través del debate Sánchez-Feijóo. Un debate entre dos líderes cercanos –confían en la inteligencia recibida; en modular precios, por ejemplo, no por intervención, impuestos y seria limitación de beneficios descomunales en las empresas, sino a través de bajadas de impuestos, u otros recursos ocurrentes, como la Excepción, etc., en el caso de Sánchez–. Un solo neoliberalismo, dividido por dos sensibilidades, dos inteligencias y una simpatía y una antipatía ante la ciudadanía. Ninguna de esas inteligencias está lo suficientemente alejada de la inteligencia neoliberal, la que nos ha traído hasta aquí, como para aportar sorpresas o soluciones. Una de ellas es, además, explícitamente reaccionaria y cercana al involucionismo preneoliberal, al punto de negarse a renovar el CGPJ hasta después de las próximas elecciones generales, cuando el PP las gane o las pierda, definitivamente. Esta semana un CGPJ –que bloquea, anticonstitucionalmente, la renovación del TC–, ha denunciado por fin el abuso que suponen 4 años sin renovación, una vez que ha comprobado que la reforma del PSOE le impide seguir ejerciendo, ademocráticamente, el nombramiento de cargos.

 

12- Hay indicios de una nueva inteligencia, no obstante. Diminutos. La ministra Yolanda Díaz ha empezado a negociar medidas antiinflación con empresas. Una, el establecimiento de una cesta de la compra básica, a precio fijo, con una cadena de supermercados francesa, es interesante. Es improbable que las empresas se moderen en la obtención de beneficios, pero esas negociaciones, y su publicidad, pueden ser un indicio de esa nueva inteligencia, conocedora de la correlación de fuerzas, y sabedora de que palabras como socialización, fijación de precios, regulación no serán admitidas tan fácilmente en una sociedad neoliberalizada. Esto es, destruida, polarizada, dividida, subnormalizada. Colar esa agenda de la mano de Carrefour puede ser a) nada, o b) mucho, un indicio. Tal vez la posibilidad de que medidas socializantes –será imposible la vida en un mundo en cambio climático, culminación de la obra neoliberal, y crisis de combustibles– acaben funcionando alejadas del léxico de la izquierda.

 

12+1- A finales de agosto, en Soria, tuvo lugar un importante encuentro de izquierdas ecologistas, o que intensifican el ecologismo en esta fase. Se están produciendo ese tipo de encuentros en toda Europa. Es el establecimiento de una agenda política de mínimos, de izquierdas, en ese cambio de época/clima. Bajo el nombre de Sobremesa, ese punto en el que se habla de manera distendida, unas 600 personas, jovencísimas, en torno a los 20, empezaron a dibujar, por seis días, máximos comunes divisores, diagnósticos y nuevos modos de acción política. Desde otra generación, desde la pluralidad personal, pero alejados de la compartimentación de identidades –esa cosa tan neoliberal, divisoria– de las generaciones anteriores. Conoceremos en breve a esa nueva generación y agenda. Y a su inteligencia. Aunque se nos olvide, y a pesar de que las instituciones estén saturadas por la vieja inteligencia, no estamos solos. Nunca. O, en fin, casi nunca.

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