JUAN CARLOS DE BORBÓN E HIJOS, S.A.
ANA MARTÍNEZ RUS
Hemos conocido que el rey está
preparando una autobiografía. La justificación es que le están
"robando" su historia, cuando en realidad nos debería dar muchas
explicaciones sobre sus robos y hurtos al pueblo español: de dinero, de
información sobre el 23F y del plebiscito sobre la forma de Estado
Felipe VI y sus asesores debieron de pensar que los españoles son tontos, y quizás no les falta razón por nuestras tragaderas. Aprovechó la pandemia mundial y que todo el país estaba encerrado en sus casas para no dar ninguna explicación convincente. Pensó que nos iba a engañar, cuando todos sabemos que ese gesto de cara a la galería tenía un efecto meramente simbólico, porque nadie puede renunciar a ninguna herencia en vida. Por otro lado, es curioso que en un régimen político basado en la sangre y la herencia se acepten unas, como el trono, y se renieguen de otras, como la fortuna de dudoso origen del padre.
Desde que su hijo le invitara a marcharse de España en el verano de 2020 para que no
entorpeciese más su reinado, y tras sus recurrentes problemas con Hacienda,
comisiones estratosféricas e historial de queridas, como decían
antes las gentes de bien, no hemos sabido mucho del viejo rey. Recordemos que
tras sus cuantiosas regularizaciones fiscales, y debido a su inmunidad legal,
no ha sido juzgado como el resto de los mortales, aunque se reconocían los
delitos de fraude y ocultación de patrimonio, entre otros. Ha sido investigado,
pero no juzgado. Y mucho menos condenado.
A cambio de limitar los poderes
absolutos heredados de Franco, a Juan Carlos se le blindó con la inviolabilidad
en la Constitución de 1978. Este hecho explica las muchas tropelías financieras
que ha cometido durante su reinado y sus innumerables escarceos amorosos, a
pesar de las imágenes oficiales que lo mostraban como un esposo ejemplar. Y las
elites de este país, incluida la prensa, taparon todo, siendo cómplices de hurtar
a los ciudadanos el comportamiento poco edificante de su jefe de Estado. Desde
sus comisiones desorbitadas por ejercer su función como rey y sus negocios con
las monarquías sátrapas de Oriente Medio hasta sus escarceos sexuales, que nos
ha costado importantes cantidades de dinero público por los gastos en la
infraestructura para garantizar sus relaciones clandestinas, así como pagos
desorbitados a sus amantes con la connivencia del CNI.
La semana pasada aparecieron en una
revista neerlandesa fotos de un o de sus encuentros con la vedette Barbara
Rey, famoso affaire que hasta yo de niña conocía por el padre
periodista de una amiga, pero mi madre me reiteraba que no dijera nada porque
me iban a echar del colegio de monjas.
Obviamente, como todo personaje histórico.
Juan Carlos I tiene sus luces y sus sombras, pero ahora sabemos que “el piloto
del cambio”, que tuvo un indudable papel en la consolidación de la democracia
del país (a falta de que conozcamos los documentos clasificados de aquel
episodio), cometió muchos errores que todo el mundo con poder en este país
ocultó de manera deliberada,. Empezando por Felipe González, ese jarrón chino
que ahora se permite dar lecciones a todo el mundo, incluido al secretario
general del su partido, Pedro Sánchez. Cabe recordar que el contexto
internacional con la Revolución de los claveles en Portugal y la dictadura de
los coroneles en Grecia, aparte de la prioridad por conservar el trono,
hicieron también mucho para que Juan Carlos I se decantase por traicionar a Franco,
su mentor.
Los libros de historia y biografías de
Juan Carlos anteriores a 2012 deben ser revisados. Adolecen de falta de
información y carencia de fuentes relevantes y pecan de carácter hagiográfico
Los libros de historia y biografías de
Juan Carlos anteriores a 2012 deben ser revisados con rigor. Esas publicaciones
adolecen de falta de información, carencia de fuentes relevantes y pecan de
carácter hagiográfico. Por ejemplo, todavía nos falta saber mucho sobre la
intentona golpista del 23F y su papel, así como sobre las diferentes tramas.
La caída en desgracia de su figura y,
nunca mejor dicho, a raíz de su tropiezo en Botsuana en abril de 2012 durante un viaje
para cazar elefantes mientras España estaba hundida en la crisis económica,
culminó en 2014 en su abdicación tras una operación de Estado, avalada por el
PP de Mariano Rajoy el PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba. El PSOE, partido
histórico con un incuestionable pasado republicano, es el último bastión de la
monarquía en 2024. Las derechas y extremas derechas son las más entusiastas del
rey en este país, pero sólo sobre estos sectores no se cimenta una monarquía en
el siglo XXI–aunque sea parlamentaria, sólo faltaba–.
Las operaciones mediáticas son continuas
para blanquear a Felipe VI y a su familia nuclear y a su familia extensa. Da
igual el motivo, nunca una crítica. Incluso un programa de supuesto
entretenimiento familia como El Hormiguero en Antena 3 ha paseado a la mediática sobrina y nieta,
Victoria Federica. Sin estudios universitarios finalizados en un
centro privado ni profesión conocida se lució por el plató halagando a su
ejemplar familia y para contarnos que le gusta poner petardos en los cigarros y
que ha descubierto este verano la fideuá.
La inmensa mayoría de países civilizados
eligen al jefe del Estado en procesos democráticos. Y, si tienen casas reales,
se les critica con más naturalidad y contundencia. Baste sólo recordar cómo la
princesa Kate Middleton, se vio obligada a protagonizar un primer video para comunicar
que padecía cáncer tras la lluvia de críticas que arreciaron en el Reino Unido
tras su ausencia por enfermedad y la opacidad de información al respecto, dando
pábulo a todo tipo de rumores y noticias falsas. No está de más recordar que
los Windsor y el resto de las monarquías de la Europa más modernas se
aseguraron el trono por su oposición al nazismo. Pero el papel de Alfonso XIII
y su entonces príncipe de Asturias, Juan de Borbón, bisabuelo y abuelo del
Felipe VI, no jugaron el mismo papel, por mucho que los cortesanos se empeñen.
Cada noche oían con satisfacción el parte de guerra del cuartel general de
Franco durante la guerra civil, que contribuyeron a propiciar y financiar.
Los monárquicos desestabilizaron y
conspiraron contra la democracia republicana desde el primer minuto.
Financiaron a Falange Española y fueron decisivos en la compra de material
bélico para el golpe de Estado del 18 de julio mediante los contratos romanos
del 1 de julio 1936. Pedro Sáinz Rodríguez, futuro ministro de Educación
Nacional de Franco, catedrático de Bibliología de la Universidad Central y
miembro destacado del partido alfonsino Renovación Española, estampó su firma
en estos documentos, donde una empresa interpuesta vendía armamento del régimen
fascista de Benito Mussolini por valor del más de 300 millones de euros al
cambio actual, según analizó y publicó el profesor Ángel Viñas en 'Los mitos
del 18 de julio' (Francisco Sánchez Pérez, coord., Crítica, 2013 y 2019). Por
tanto, las gestiones y la fortuna de esos Borbones contribuyeron de manera
decisiva a la llegada de bombas y demás pertrechos italianos a España para
utilizarse contra el pueblo que tanto decía amar en la carta que dirigió
Alfonso XIII a los españoles antes de partir a Cartagena para iniciar su exilio
dorado en 1931. Incluso Juan de Borbón se presentó dos veces voluntario ante
las autoridades franquistas, que no le dejaron participar en la contienda
apelando a sus responsabilidades. Obviamente, el objetivo era recuperar el
trono a cualquier precio y se suponía que la guerra era una garantía, pero
Franco no fue tan compresivo con sus planes y no dejó reinar al anciano Alfonso
XIII poco antes de morir ni, por supuesto, a su hijo. Pero esa es otra
historia.
Juan de Borbón, sin trono ni patria,
tuvo que redecorar su vida, adoptando el traje de férreo opositor al dictador,
aunque aceptó entregarle a su hijo varón a los 10 años para que se educase con
él
A partir de entonces, sobre todo desde
1945, Juan de Borbón, sin trono ni patria, tuvo que redecorar su vida,
adoptando el traje de férreo opositor al dictador, aunque aceptó entregarle a
su hijo varón a los 10 años para que se educase con él. Desde Estoril, el nuevo
domicilio de los Borbones, en el país vecino dominado por la dictadura de
Salazar, emprendió una política errática para ejercer sus derechos dinásticos
en España. Aparte de los designios de Franco, su personalidad poliédrica
tampoco ayudó, como retrató mi añorado y querido Julio Aróstegui, uno de los
mejores historiadores contemporaneístas de este país de los últimos 50 años, en
su excelente biografía 'Juan de Borbón' (Arlanza, 2002), que, extrañamente, ha
pasado demasiado desapercibida, quizás porque no gustó demasiado a los poderes
fácticos del país.
Por último, hemos conocido que el rey
está preparando una autobiografía con el título 'Reconciliación', dictada a una
periodista francesa amiga, que ya escribió una hagiografía de él. La
justificación es que le están “robando” su historia, cuando en realidad nos
debería dar muchas explicaciones sobre sus robos y hurtos al pueblo español en
forma de dinero, de información sobre el 23F y del plebiscito sobre la forma de
Estado, que nos burló, según reconoció el propio Adolfo Suárez en una grabación
a Victoria Prego en privado.
Estoy segura de que los mismos sectores que han afirmado que la actuación
de Juan Carlos “el campechano” no fue adecuada, pero que respondía a un
comportamiento personal y gritaban viva Felipe VI, cuando llegue el turno de
Leonor comentarán lo mismo si se ha descubierto algún delito del padre. Todo lo
que sea para mantener el trono. Lamentablemente para la historia de este país,
se han soportado demasiados comportamientos personales poco ejemplares desde
Felipe V, el primer borbón reinante de la dinastía.
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