TELLADO Y LA HONESTIDAD BRUTAL
El disimulo, ese deporte tan
cansado y tedioso que la derecha tuvo que practicar durante décadas, despistada
por la llegada de la democracia, ya no es una herramienta necesaria
Miguel Tellado.
/ Luis Grañena
No existe en el planeta Tierra un mejor portavoz para el PP que Miguel Tellado. Feijóo ha cometido muchos errores en política, pero acertó de lleno al elegir como imagen y voz del partido a un tipo que aglutina todas y cada una de las virtudes necesarias para representar a la actual derecha. Si su partido siente frustración y rabia por haber sido incapaz de alcanzar democráticamente La Moncloa, Tellado hace suyo el sentir general de los españoles de bien pataleando y gritando que el presidente elegido en las urnas debería huir de España metido en un maletero. Un crack. Si su partido mete la pata al aprobar legislación sin leerla, Tellado tiene la falta de escrúpulos necesaria para distraer el asunto montando un show público con fotos de víctimas de ETA que muestra entre risotadas. No todo el mundo vale para esto. Si las víctimas le piden que no las insulte de ese modo, a Tellado le resbala y da paso al siguiente espectáculo con el desparpajo y ausencia de autopercepción que solo los niños de 5 años o ciertos adultos de 50 atesoran. Todos en nuestros grupos de amigos conocemos al típico que, sin ser el más guapo, ni el más listo, ni el que mejor se expresa es, sin embargo, el que más liga. Ese es Tellado. Un top, un campeón, un máquina, un fuera de serie, que diría Rafa Hernando apoyado en la barra del bar del Congreso, palillo en boca.
La
última del portavoz parlamentario del Partido Popular confirma su enorme
capacidad para ser la voz de la España de bien: queremos acabar con este
Gobierno por todos los medios a nuestro alcance, incluyendo los medios
judiciales. Que los niños y los Tellado nunca mientan es de agradecer en un
país en el que todavía quedan hipócritas que siguen jurando que la Justicia,
formada por jueces que juegan a ser diputados de la oposición, es un ente
independiente. Tellado es la voz de la honestidad, pero tras él hay millones de
españoles igualmente honestos. Si hiciéramos una encuesta entre los votantes de
derecha preguntándoles si les parecería bien que la Justicia se dedicase a
zancadillear al Gobierno democráticamente elegido, la respuesta favorable sería
tan abrumadora como abrumadora es la sinceridad de un Tellado que representa a
una derecha política y judicial que ya no esconde haber salido de cacería en la
finca. Si el fiscal general del Estado desmiente un bulo lanzado por Isabel
Díaz Ayuso, tras embolsarse su novio millones de euros de forma fraudulenta, el
Tribunal Supremo imputa por primera vez en la historia al máximo representante
del Ministerio Fiscal. Si el presidente del Gobierno es sometido a un
interrogatorio montado por un juez que deliberadamente ignora la ley al
respecto, su denuncia por prevaricación irá directa a la papelera. Es solo el
calentamiento.
Prepárense
porque, como anuncia Tellado en representación de la derecha social, política,
mediática y judicial, entramos en fase de caza mayor. Los portadores de
escopetas están preparados tras años de concienzudo entrenamiento con piezas
menores. Encarcelaron a Otegi por terrorismo mediante un juicio paripé, tal y
como dictaminó años más tarde Estrasburgo y, salvo el desprestigio
internacional que a quién le importa, no pasó nada. Encarcelaron en Cataluña
por graves delitos a tipos que se subieron al capó de un coche para pedir calma
en una concentración sin un solo herido y la vida siguió como si tal cosa.
Condenaron por terrorismo a chavales vascos que protagonizaron una pelea de bar
con guardias civiles de paisano mientras dejaron irse de rositas a nazis
organizados que agredían a policías frente a Ferraz. Y a nadie le resultó
extraño. Usaron policías y periodistas corruptos para fabricar pruebas falsas contra
un partido democrático y pelillos a la mar. Expulsaron del liderazgo de la
derecha a quien denunció corrupción interna y la derecha subió en las
encuestas. Las pruebas previas antes de llegar a esta fase final no han podido
ser más exitosas. Tanto que el disimulo, ese deporte tan cansado y tedioso que
la derecha tuvo que practicar durante décadas, despistada por la llegada de la
democracia, ya no es una herramienta necesaria. Tellado, amigo, España está
contigo.
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